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Opinión

Repensar la justicia: una experta “no abogada” de ministra

Por: Natalia Cabrera y Maite Henríquez | Publicado: 28.01.2022
Repensar la justicia: una experta “no abogada” de ministra Marcela Ríos, ministra de Justicia de Boric |
Marcela Ríos Tobar es la primera mujer no abogada en ser designada ministra de Justicia; es socióloga y cientista política y, a diferencia de su antecesor, tiene una trayectoria impecable en la protección y promoción del respeto de los derechos humanos, en particular, de las reivindicaciones feministas. Pese a esto, algunos y algunas se preguntan ¿por qué una no-abogada? Sin embargo, la pregunta realmente interesante es ¿por qué debería ser abogada?

Vestida con una blusa naranja, una mujer salió el 21 de enero de las puertas del Museo de Historia Natural a las 9:30 de la mañana. Llevaba el puño izquierdo en alto y un pañuelo verde, abortista, adornaba su muñeca. Su caminata relajada a través de las puertas acompañaba los símbolos de una mañana cargada de ellos que comenzara con discurso de exaltación de la ternura como un valor político. Luego, niñas y niños junto a sus madres y padres en el espacio del formalismo, colores en la ropa de las autoridades, errores asumidos con naturalidad y ciudadanos y ciudadanas en las sillas del público. En la presentación del gabinete del Presidente electo, se comenzaron a alejar poco a poco las caminatas orgullosas, impositivas y altivas de los hombres con ternos oscuros que construían el mundo simbólico del gabinete del gobierno anterior, y de muchos de los precedentes luego incluso de la Transición, en que las sillas sólo tenían espacio para ellos y sus similares (los de sus colegios, sus familias, sus universidades y sus formas).

Pero no todo va de símbolos. Marcela Ríos Tobar es la primera mujer no abogada en ser designada ministra de Justicia; es socióloga y cientista política y, a diferencia de su antecesor, tiene una trayectoria impecable en la protección y promoción del respeto de los derechos humanos, en particular, de las reivindicaciones feministas. Pese a esto, algunos y algunas se preguntan ¿por qué una no-abogada? Sin embargo, la pregunta realmente interesante es ¿por qué debería ser abogada?

La Tercera, en una nota aparecida un par de horas luego del anuncio del gabinete, y en particular de esta noticia, nos hace saber una de las respuestas de uno de los integrantes de la Corte Suprema: “Acá hay un lenguaje en particular, un mundo y tradiciones, por eso me parece sorprendente la decisión del Presidente electo”. Es decir, para algunos, quien encabece el Ministerio de Justicia debe conocer el mundo jurídico -en particular judicial- y sus lenguajes y tradiciones.

El presupuesto de su aseveración sobre la existencia de este mundo con sus propias tradiciones es difícil de contraargumentar. Dentro de los espacios de la justicia son abogados quienes tienen el conocimiento y la palabra. Son ellos quienes las usan con las formalidades que les impone la estructura del derecho y la cultura de los espacios de justicia: son ellos los protagonistas de la justicia. A pesar de que no-abogados participan y conforman día a día la justicia, pareciera que este es el espacio de las y los abogados; con sus tradiciones y sus palabras. Esto, ciertamente lo sabe aquel integrante de la Corte Suprema. Decreta la hegemonía de abogados y abogadas, sabiendo y despreciando -o al menos obviando- que diferentes profesionales aportan con sus conocimientos a la tarea diaria de la justicia.

Y es que, en el fondo, la respuesta a la pregunta realmente interesante es que hay quienes están interesados en la mantención de esa hegemonía. La expectativa es que un abogado o abogada encabece el Ministerio de Justicia porque se espera la reproducción de las dinámicas que otorgan a abogados y abogadas el poder entre sus instituciones. Estas tradiciones deben ser conocidas, respetadas y honradas porque perpetúan una cierta forma de hacer justicia.

Luego de ver el anuncio del gabinete, ya deberíamos enterarnos de que una nueva forma de hacer Estado y, por ende, de justicia, está comenzando a ser encarnada por las autoridades. Se construye una manera de hacer Estado que promueve el diálogo entre disciplinas de una manera que diluya las jerarquías actuales: las de los ternos grises, las caminatas altivas y las voces roncas e impositivas que se legitiman a través del uso excesivo de formalismos.

Con Marcela Ríos Tobar la épica -y ética- de los cuidados y la ternura llena de contenido el proyecto político de la izquierda en lo posterior a la revuelta popular, aspirando a ser mucho más que un discurso, sino a ser constitutiva de una justicia que no se hace por y para abogados. Significa re-comprender el abordaje que le hemos dado a la justicia y a los derechos humanos hasta el momento, transversalizando el enfoque de género en todas las instituciones del Estado; volcarnos a una mirada integral respecto a la reparación y la resocialización, con centro en las personas, con espacio para los niños, niñas, jóvenes, víctimas e imputados. Esto sólo puede ser logrado con la integración de múltiples saberes, donde las voces expertas de diferentes disciplinas son válidas, legítimas y conforman la justicia en la misma medida que abogados y abogadas. Se concretiza la aspiración de que otros conocimientos expertos no son solamente “útiles”, “serviles”, “escuchados”, sino que comparten el poder de hacer justicia en el día a día, en instituciones en que se abordan problemáticas complejas y que hoy enfrentan muchos más desafíos que demandan ampliar sus miradas.

Natalia Cabrera y Maite Henríquez
Natalia Cabrera es abogada, alumna de Magíster en Sociología. Maite Henríquez es socióloga, diplomada en Políticas sociales: Desarrollo y pobreza.