Avisos Legales
Opinión

Suerte con el Decálogo, ministro, pero quedó corto…

Por: Eduardo Santos | Publicado: 20.04.2022
Suerte con el Decálogo, ministro, pero quedó corto… Ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela |
Ministro, por favor, dele una ojeada al rayado de cancha de hace un par de meses atrás y no pierda mucho tiempo con la Soberanía Alimentaria, que suena súper bien, pero no tiene destino. Tampoco pierda mucho tiempo con el ranking de los Top 10 y Top 20. Son sólo irritantes baratos para nuestros vecinos y, sinceramente, nadie nos “pesca” con eso fuera de Chile. 

Lo lamento, pero no puedo dejar de comentar acerca de lo que el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, ha llamado “Decálogo por una agricultura verde”, publicado hace algunos días. Discrepo de algunos aspectos de su decálogo y en un par de temas creo que el ministro “pifió feo”.

No obstante, comparto varios de los objetivos que delinea el ministro Valenzuela en su decálogo, como, por ejemplo, el #1 (“uso responsable del agua”). Tampoco tengo dificultad con el objetivo #2 (“fortalecer las redes de ciencia y datos aplicados para innovación”), y también comparto el #5 (“aumentar el porcentaje del gasto descentralizado para el desarrollo rural”), aunque no sé si las cifras que propone son suficiente para equilibrar la balanza. Igualmente, me parece difícil objetar al objetivo #8 de “mejorar el promedio salarial en las regiones agrícolas al 2026”. Sin embargo, no será fácil esperar cuatro años más.

A lo mejor no estoy poniendo debida atención, pero creo que el ministro se enredó con algunos aspectos de su decálogo. Empecemos por el #3, de “soberanía y seguridad alimentaria… con el objeto de recuperar al 2026 la producción de cereales, carne y leche que se ha perdido, según el Censo agrícola”. Es posible que parte de la caída en la producción nacional de algunos productos haya ocurrido debido a falta de incentivos y apoyo gubernamentales, pero parece que está quedando fuera del #3 el efecto de la apertura de mercado que ha resultado de los tratados con el Mercosur, Canadá, los Estados Unidos y la Unión Europea. ¿Se acuerda de las bandas de precio, ministro? Fue una dura negociación la que tuvimos con todos ellos, y ahora hay que apechugar y enfrentar el desafío que representa competir con los grandes productores internacionales en mercados abiertos e imperfectos. Después de todo, nosotros fuimos los que impulsamos la apertura de los mercados.

Es cierto que ahora estamos pasando aprietos porque la infraestructura comercial ha colapsado en muchos países, los mercados se desacoplan y los países exportadores tienen problemas para cumplir con sus compromisos. Así, efectivamente podemos tener problemas de acceso a insumos, pero, en lo fundamental, si producimos menos cereales es porque no somos competitivos en un mercado poco regulado.

Sin embargo, podemos producir competitivamente semillas de granos y cereales para la exportación. Y con los lácteos -más allá de las complejidades propias de la industria chilena- pasa algo similar. Los excedentes de los grandes productores lácteos internacionales esperan ser exportados competitivamente a Chile. ¿Impondremos restricciones? ¿Y qué hacemos con las carnes? Somos importantes exportadores de carne de aves y de cerdo y -a veces- de vacuno e incluso de cordero (más de 1.430 millones de dólares en 2021). Pero también importamos más de 2.353 millones de dólares en carnes el año 2021. ¿Vamos a prohibir la exportación y a controlar las importaciones? Se ve difícil. Sube el precio internacional de la carne y rápidamente nos ponemos en alerta para posibles exportaciones. Ah, y no olvidemos el efecto de las exportaciones de ganado en pie a China (más de 32 millones de dólares en 2021). Complejo panorama.

Con el grado de apertura comercial ya alcanzado, no hay mucho espacio de maniobra para avanzar en el cumplimiento del objetivo #3. Espero estar equivocado, pero lo dudo. No obstante, tampoco podemos predecir qué ocurrirá en los años post pandemia y del conflicto armado en Ucrania, en cómo se reacomodará el comercio, y si continúa retrocediendo la desglobalización creando nuevos espacios para una mayor autonomía nacional o -por el contrario- si se produce alguna forma de desglobalización regionalizada, y/o decidimos avanzar por la ruta de la integración regional, que es mi preferencia.

Tampoco estoy seguro de entender bien el objetivo #4 de “convertirnos en los top 10 en frutas y vinos al 2030, y entrar a los top 20 en verduras, productos agroindustriales y artesanías”. ¿Estamos hablando de ranking de exportadores? De ser así, parecería que estamos reinstalando el lema de “Chile Potencia Alimentaria” y la obsesión de estar siempre comparándonos con nuestros vecinos. Además, el postulado cuestiona lo mencionado más de alguna vez por el candidato Boric en su programa: la necesidad de reformular el modelo de desarrollo exportador extractivista y aproximarnos al trabajo rural / agrícola con una visión integral.

La búsqueda obsesiva de ser el “Top 1” en esto o lo otro es lo que nos llevó a proponer el lema de “Chile Potencia Alimentaria”, a ser el choro del barrio, a pesar de ser un país pequeño y de recursos naturales relativamente limitados. Y los hemos empujado al límite. ¿Alguien lo duda? Tengo más de algún ejemplo, pues nací y me crié en donde -entiendo- se inventó el negocio de las exportaciones de frutas a los Estados Unidos.

Siempre me he preguntado por qué la promoción de nuestra fruta no ha enfatizado la protección del medioambiente, o por ser la fruta más sabrosa, la más sana o la más higiénica, o por qué no hemos destacado y valorado suficientemente el trabajo de la mujer campesina en la fruticultura chilena. Nos fuimos por la ruta de los más choros y más grandes.

Es cierto que el #4 también agrega que se apuesta a “situar a Chile como ejemplo de exportación de productos agropecuarios con valor agregado y artesanal, trazabilidad ambiental y alimentación sana”. Más allá de la ensalada rusa que resulta de todos estos temas, comparto y apoyo la necesidad de enfatizar la exportación de productos agropecuarios con valor agregado. Pero, por favor, aterricemos las propuestas. Los tratados comerciales ya contribuyeron a la apertura de nuevos mercados para estos productos y hemos incrementado las exportaciones. Eso agrega algo de valor. Ahora, el verdadero dilema es cómo exportar estos productos y que lleguen directamente al consumidor final y no sólo intensificar la producción para seguir incrementando las exportaciones a granel. Pero estas propuestas requieren cambios profundos en la institucionalidad de apoyo a las exportaciones, en particular, de las Pymes.  

Me disculpo nuevamente, pero tampoco me queda claro qué se quiere decir con “entrar a los top 20 en verduras, productos agroindustriales y artesanías”. Debemos suponer que estamos hablando de exportaciones de verduras. De ser así, ¿algún producto en particular? ¿Incluimos a todas las hortalizas acá, o sólo verduras? Y ¿qué mercados tenemos en mente? En algunos casos (tomate, por ejemplo) nos desgastamos en largas negociaciones con los EE.UU. y -luego de conseguir el ingreso- no le hemos sacado el jugo al mercado que logramos abrir luego de varios años de trabajo. Muy difícil competir con México en los Estados Unidos. Además, no podemos olvidar que Perú ya nos lleva ventaja, por ejemplo, en exportaciones de ajíes, pimentones y espárragos, además de Centroamérica que también exporta a Estados Unidos. Creo que estamos llegando tarde. Y no quiero ser demasiado catete, pero ¿tenemos las autorizaciones fitosanitarias para hacerlo? Es un trabajo enorme y no estoy seguro que sea prioritario y rentable para nadie en este momento.

Quiero concluir muy brevemente con dos temas que -lamentablemente- no figuran en el Decálogo del ministro. Sorpresa, sorpresa y sorpresa, nuevamente. El primero, la suerte de las Pymes rurales y de la Agricultura Familiar Campesina. Podría citar diferentes fuentes para recordar que el mundo rural no sólo fue crítico para el triunfo del candidato en la segunda vuelta, sino que además ambos -las Pymes y la Agricultura Familiar Campesina- figuran ampliamente en su programa (Política de Desarrollo Rural y Economía Silvoagropecuaria, página 40 del programa). Gran duda: ¿qué ocurrirá con todo esto?

Y, por último, quisiera recordarle al ministro que, sin cambios sustantivos en la institucionalidad del Ministerio Agricultura, de algunos de sus Servicios y en la institucionalidad de apoyo a las exportaciones de las Pymes (muy en especial de las Pymes rurales), sus propuestas corren el riesgo de quedar sólo al nivel de propuestas. Necesitamos reconstruir rápidamente esa institucionalidad que es difícil de entender, acceder y utilizar.

Ministro, por favor, dele una ojeada al rayado de cancha de hace un par de meses atrás y no pierda mucho tiempo con la Soberanía Alimentaria, que suena súper bien, pero no tiene destino. Tampoco pierda mucho tiempo con el ranking de los Top 10 y Top 20. Son sólo irritantes baratos para nuestros vecinos y, sinceramente, nadie nos “pesca” con eso fuera de Chile. 

Eduardo Santos
Doctor de la Universidad de Sussex. Experto en negociaciones comerciales y el comercio agrícola.