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Opinión

Boric y la posibilidad de una izquierda con horizonte

Por: Alonso Ignacio Salinas García | Publicado: 29.04.2022
Boric y la posibilidad de una izquierda con horizonte |
Hacer efectivo el programa de Apruebo Dignidad es dar un paso hacia un horizonte post-liberal. Una democracia sustantiva y no procedimental, como también la superación de la desviación maestra del capitalismo que señala Emanuel Mounier: “haber sometido la vida espiritual al consumo, el consumo a la producción y la producción al lucro”.

El gobierno del presidente Gabriel Boric parece una colección desordenada de fragmentos inconexos de obras literarias, musicales, científicas, etc. De varios autores que se han encontrado y no saben qué hacer. No es casualidad que el gobierno del compañero Presidente esté constituido de dos coaliciones, Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático o Convergencia Progresista (ya no hay claridad tampoco de la identidad renegada de la antigua Concertación); inclusive en Apruebo Dignidad hay dos o más almas entre lo que es el Frente Amplio y Chile Digno.

La izquierda hace mucho tiempo no tiene escatología, un fin adónde dirigirse, ni tampoco un programa desafiante a la estructura del derecho, la economía política o la misma sociedad. Por el contrario, gran parte de la izquierda está dentro de los clivajes de la decadente democracia liberal, siendo una oferta más en el marcketplaces of ideas del individualismo atomizado. Pues sean de color azul, verde, amarillo o rojo, todos son de alguna forma caras de la misma moneda; una moneda llamada con muchos adjetivos: subjetivismo, irracionalismo, individualismo, electoralismo, oportunismo, etc.

El gobierno del compañero Presidente tiene la enorme dificultad de que, siendo de la coalición vencedora, gobierna como si hubiera sido derrotado. Se entregó en bandeja lo que se pudo negociar con más fuerza y audacia: los ministerios, subsecretarias y seremías, para tener mayorías parlamentarias; en gran medida por miedo a la inestabilidad y por la ilusoria promesa de poder tener una fuerza subalterna desde el Partido Socialista y sus socios para conseguir las tan aclamadas reformas que anunciaba el programa de Apruebo Dignidad. En definitiva, dos almas, pero ¿son opuestas? ¿Fue un acierto político o un grueso error que costará el Programa de Gobierno? El tiempo lo dirá, pero está en juego algo más grande: una izquierda sin dirección u otra con un norte.

Podríamos continuar con el derrotero de la izquierda que gana elecciones, pero nada cambia y sólo ahonda en el fracaso o, por el contrario, deberíamos ser el inicio de un cambio sustantivo en la vida democrática y el modus vivendi de cada sujeto para dejar de ser consumidores y ser ciudadanos.

La izquierda parece vivir sumergida en el dilema de la futilidad que describe Albert Camus en El mito de Sísifo; como castigo a los sueños -como también a los excesos-, hemos perdido la vista de que sociedad queremos construir -inclusive diría que se ha perdido toda fundamentación filosófica, jurídica o económica en ciertas organizaciones- y somos forzados a empujar perpetuamente un peñasco gigantesco montaña arriba -competir en inútiles elecciones para perder o para no cambiar nada y sólo llenar los cargos del Estado-, para soltar esta piedra colina abajo y repetir esta tortura una y otra vez sin fin. La denominada “nueva izquierda” y todos los seguidores del mal llamado “post-marxismo” o del “populismo de izquierda” son patente muestra del “hombre absurdo” de Camus.

¿Acaso el profundizar en las luchas atomizadas y el subjetivismo permitirán superar los márgenes del individualismo? ¿Por qué el individualismo sería arma para superar las contradicciones del capitalismo y la institucionalidad liberal? Nada más inocuo que la defensa sistemática y la instrumentalización de legitimas exigencias del feminismo, ecologismo y otros movimientos por Laclau y Moffe en su libro (panfleto sería más correcto) Hegemonía y estrategia, ¡algo que se debe reconocer por los intelectuales del Frente Amplio o todo movimiento de la “nueva política”!

En definitiva, este gobierno, el mandato del compañero Presidente Gabriel Boric, tiene dos alternativas: no cambiar nada de fondo y ser un fracaso más, continuando la izquierda su tortura de Sísifo y repetir una y otra vez los errores que nos someten desde la caída del muro de Berlín y la ex Unión Soviética; o, por el contrario, empezar a cambiarlo todo. Es de la esperanza de todo el pueblo chileno la realización del programa de Apruebo Dignidad, el cual encumbra a este gobierno a ser como Prometeo, titán amigo de los mortales que llevó el fuego a los mortales; un Estado Social y de Derecho es la herramienta para superar las antinomias de la sociedad chilena herida por la segregación social y la pobreza. Lo cual no es extremista, de suyo podría decirse socio-liberal o socialdemócrata, pero en el contexto cognitivo y volitivo de la izquierda actual es un verdadero giro de tuercas.

Hacer efectivo el programa de Apruebo Dignidad es dar un paso hacia un nuevo horizonte: uno post-liberal a futuro. Una democracia sustantiva y no procedimental, como también, y sobre todo, la superación de la desviación maestra del capitalismo que señala Emanuel Mounier: “haber sometido la vida espiritual al consumo, el consumo a la producción y la producción al lucro”. Si este programa se cumple, cambiará el clivaje político y económico del país. De lo contrario, profundizaremos en las heridas de nuestra patria y el colapso institucional, siendo la izquierda parte de la razón del fracaso y administración de la injusticia.

La izquierda tiene todo por ganar si renuncia al subjetivismo, al irracionalismo y, sobre todo, al individualismo. Si se entrampa en la maquina electoral, en la superficialidad ideológica y en su declive cosmológico todo está perdido: el “populismo liberal de izquierda” o la “tercera vía” de Anthony Giddens no son alternativa. Si en nuestro gobierno Chile Digno no asume su rol, todo se desfalcará; si Apruebo Dignidad no varía su malestar orgánico y teórico, todo habrá sido un ensueño; y si Socialismo Democrático o Convergencia Progresista no vuelve a sus verdaderos orígenes, todo seguirá siendo lo mismo.

Que el gobierno del presidente Gabriel Boric sea una verdadera posibilidad de tener una izquierda con sentido y razón. Que este gobierno abra las grandes alamedas donde empezará la mujer y el hombre a construir un Chile libre de la terrible herida que marca nuestra historia: un país tan dividido que, dependiendo de donde nazcas, varía toda la vida. Por los pobladores, por los trabajadores, por la gente más humilde y necesitada, debemos cambiar esta realidad. ¿Si no, para qué existe la izquierda? No hay izquierda política sin izquierda social.

Alonso Ignacio Salinas García
Primer Secretario General de la Juventud de la Izquierda Cristiana de Chile.