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El Rechazo, la crisis y la derrota táctica que enfrentamos

Por: Sebastián Farfán | Publicado: 11.09.2022
El Rechazo, la crisis y la derrota táctica que enfrentamos Pamela Jiles | Agencia Uno
Si asumimos que lo más plausible es un voto Rechazo-castigo-antipolítico contra la Constituyente y el gobierno, es también claro que no existen grandes ganadores políticos. Quienes más deben festejar, antes que una Ximena Rincón o un Gonzalo de la Carrera, son Parisi y Pamela Jiles.

El triunfo del Rechazo es una derrota crítica en muchos sentidos. Aun así, defenderemos en este artículo que esta derrota es más táctica que estratégica. En otras palabras, que se perdió una gran batalla, mas no la guerra. Eso, claro está, a condición de realizar grandes virajes que permitan ajustar el curso de las cosas.

El Rechazo y la crisis

Partimos por el tema clave que nos deja el resultado del día domingo 4 de septiembre: ¿qué significa el Rechazo masivo de los nuevos votantes que asistieron a las urnas con voto obligatorio? Este tema, que parece que da lugar a disquisiciones más o menos académicas, tiene implicancias muy profundas sobre cómo leemos el Chile actual y que salidas políticas se configuran.

Un dato brutal es que la votación de Boric en segunda vuelta en diciembre es prácticamente igual en relación al Apruebo en este plebiscito de salida (4.620.890 / 4.860.093). Esto implica que los más de 4 millones de nuevos electores en su mayoría entraron al Rechazo. Ese voto que estaba por fuera y que era una incertidumbre votó casi completamente contra la nueva Constitución. Ante esta realidad, hay dos opciones: o esa ciudadanía siempre fue moderada y conservadora y estuvo todos estos años mirando con rechazo los hechos políticos desde el año 2019 hasta acá o, más bien, lo que se expresa en esto es un voto “antipolítico” que combina un rechazo a la Constituyente y lo que representó, así como un rechazo al gobierno.

Si nos decantamos por la primera opción, se sigue que la única opción para el gobierno es moderar su programa y acercarse a sectores del llamado “centro político”. En esta lógica quienes se fortalecerían serían una parte de la DC y parte de la derecha. Ese Chile profundo se asumiría como parte de un “centro” social y político. Es lo que en sus redes sociales el analista Mauricio Morales sintetizó con la fórmula: “Con voto obligatorio y sanciones efectivas, el próximo Presidente irrumpirá desde el centro político”.

Por varias razones, esta argumentación es problemática. La principal, a mi juicio, es que oculta la deslegitimación transversal que tiene todo el espectro político, incluyendo la desidentificación con un centro político. Lo mismo para sectores de la derecha. Puede existir moderación en lo social, pero eso no va de la mano con una identificación en la política institucional. Las encuestas de los últimos años son consistentes en esto.

Por esta razón central es que creo que es mucho más consistente con lo que pasó el domingo asumir que el Rechazo se combinó con un voto antipolítico. En ello se combinan muchas razones culturales. Existen elementos de moderación o temor a lo que se pueden interpretar como cambios abruptos, pero también existe una rabia contra la política y los representantes, la expresión de un descontento hacia la situación económica y social, etc. todo a través del voto.

En esta lectura los hechos del año 2019, la victoria del Apruebo en el plebiscito de entrada, la elección de constituyentes, hasta el triunfo de Boric, se asumen como manifestaciones electorales de la crisis de representación y expresiones del malestar en el que estamos inmersos. Dos elementos claves para mí fortalecen esta hipótesis. Por un lado, y según la encuesta Cadem, más de la mitad de los votos del Rechazo están motivados por el Rechazo a los representantes constituyentes. Se pasó rápidamente de la confianza a la desconfianza profunda en el lapso de pocos meses. Es cierto que algunos constituyentes ayudaron (y mucho) a este fenómeno, pero no deja de llamar la atención esta forma de “electorado infiel”.

Lo mismo sucede con los pocos meses que llevamos de gobierno de Gabriel Boric. A propósito de esto, y con las primeras semanas del gobierno, argumentaba que debíamos asumir que el liderazgo de Boric estaría constantemente sometido a esa permanente presión de la crisis de representación y que el abismo no se había superado por más que se asumieran nuevas formas desde el nuevo Gobierno. Rápidamente pasó que la popularidad del gobierno cayó (https://www.revistarosa.cl/2022/05/22/boric-crisis-expectativas/).

En esto hay un hito clave que no supimos calibrar adecuadamente: el sexto retiro. Según lo informa CIPER (https://www.ciperchile.cl/2022/09/05/los-cuatro-dias-clave-que-llevaron-al-rechazo-al-tope-de-las-encuestas-y-los-cinco-meses-de-campana-para-mantener-esa-ventaja/) hubo unos cuantos días claves que cambiaron la batalla cultural. Esto fue del 29 de marzo al 1 de abril. Fue en ese momento que se dio el debate sobre el sexto retiro y se anunció el rechazo desde el gobierno y el Parlamento al proyecto. Desde esa semana en adelante el Rechazo superó al Apruebo en las encuestas y después de eso nunca se recuperó.  En tiempos de crisis de representación es probable que una parte no menor del voto Rechazo fue cobrar estas cuentas pendientes contra el gobierno que se identificaba como parte del bloque Apruebista.

Si asumimos que lo más plausible es un voto Rechazo-castigo-antipolítico contra la Constituyente y el gobierno, es también claro que no existen grandes ganadores políticos. Quienes más deben festejar, antes que una Ximena Rincón o un Gonzalo de la Carrera, son Parisi y Pamela Jiles.

La táctica en la derrota

Esta conclusión es determinante para Apruebo Dignidad y el gobierno. El lunes 5 de septiembre el gobierno estaba herido en un ala y le era imposible sostenerse. Era claro y evidente que debía convocar a otros para lograr estabilizar el vuelo. El ingreso de socialismo democrático es una necesidad política en este contexto. Más, si se analiza el débil escenario que se mantiene en el Parlamento. Acá lo clave es que ante la derrota en la batalla no se genere una desbandada en las propias filas y se fortalezca rápidamente una nueva línea defensiva. Una línea que sume nuevos refuerzos y que sea capaz de salvar lo realmente estratégico en esta batalla. Para nosotros lo estratégico es: el proceso constituyente.

Afortunadamente el presidente Boric, semanas previas a la derrota y con datos sobre la mesa, estableció que en caso de ganar el Rechazo el proceso constituyente seguía. Eso forzó a que el campo del Rechazo debiera asumir compromisos por la Constituyente en algunos casos y en otros a mostrar que su objetivo era hacer caer todo este esfuerzo. Si bien en su momento el gesto del Presidente de ponerse en escenario de triunfo del Rechazo no se entendió por todos, hoy asume importancia ya que hay palabras empeñadas. ¿Es suficiente? Evidentemente no, pero al menos es algo desde donde partir.

La otra cara de la moneda en la necesidad de sumar a la ex Concertación es la mayor normalización simbólica de lo que somos. O sea, que en términos culturales se acabó definitivamente la novedad que podíamos representar. En la medida que vamos de la mano ya indefectiblemente con la ex Concertación, cargamos con todo lo que implica la desconfianza hacia la política tradicional y ya no queda espacio para mostrarse como lo alterno a estos esfuerzos. A eso me refiero como normalización simbólica, o sea una asimilación ya completa a una clase política más tradicional. Y si bien justificamos completamente esa necesidad táctica en materia política ante la debilidad desde Apruebo Dignidad, es urgente mostrar que el progresismo chileno no representa otro gobierno más, no sólo en materia constituyente, sino en la vida cotidiana.

Un buen ejercicio es pensar si los chilenos viven mejor en estos meses de nuevo gobierno. Creo que la respuesta es no. Y por más que un mínimo de honestidad intelectual da cuenta de que eso no necesariamente es responsabilidad de Gabriel Boric, ya que hay muchas consideraciones, debemos hacernos cargo de la realidad y no de lo que nos gustaría.

La urgencia es mostrar que la izquierda, con parte de la ex Concertación incluida en ella, puede ser transformadora y dar mejores condiciones de vida. En ello nos jugamos todo y también el éxito del proceso constituyente. El repliegue luego de la batalla debe servir para tomar fuerza y salir a conquistar posiciones por abajo. Eso se puede hacer. Aún tenemos la principal trinchera que es el gobierno. El tiempo corre y en caso de seguir en este ritmo la desconfianza crecerá y no será para ahora apoyar al centro o a la derecha necesariamente. La crisis sigue siendo una bomba instalada en nosotros.

Sebastián Farfán
Encargado político de Convergencia Social en Quilpué.