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Opinión

Las causas del fracaso: una autocrítica necesaria desde la izquierda

Por: Marcos Valdés | Publicado: 21.09.2022
Las causas del fracaso: una autocrítica necesaria desde la izquierda |
El ciudadano común y corriente necesitaba de seguridades en el hoy, no en el mañana, y en la izquierda tampoco se observó reflexión al respecto ni logró articular de modo creíble ambos elementos y de ello debe hacerse cargo.

En la izquierda, la herida producida por la derrota en el plebiscito de salida todavía no para de sangrar. Ha sido una derrota dolorosa, multifactorial y de una profundidad que es difícil aquilatar en este momento. Es cierto que muchos de los errores del y en el proceso constituyente son atribuibles a terceros, pero ¿cuánto de estos errores son atribuibles a la misma izquierda de la cual hago parte? Examinemos algunos aspectos.

1) Los símbolos patrios. Chile como Estado y nación independiente tiene a su haber una historia marcada por conflictos con los países vecinos y con sus propios compatriotas pero, además, ha sido forjada por un profundo pragmatismo que combina lo anterior con su relación con la naturaleza. Los símbolos patrios son un reflejo de aquello, tal que su bandera, himno y escudo expresan precisamente ese pragmatismo intrínseco. En efecto, ¿qué más pragmático hay que la advertencia que manifiesta el escudo nacional? ¿O enarbolar la bandera nacional en desastres naturales o en las tomas de terreno en todo el largo del país? ¿O cantar con especial énfasis “o el asilo contra la opresión”? La Convención Constituyente leyó mal este elemento y no supo honrar este componente profundo de la configuración identitaria chilena, pero el problema no fue solo de la Convención, sino que se observó también en la izquierda y en los movimientos sociales toda vez que ninguno de ellos logró permear/influir/desencapsular a la Convención Constituyente en el sentido de desactivar esta actitud espuria que manifestaba dicha convención.

2) La esperanza como problema. En la izquierda tenemos problemas de implementación y gestión del discurso político libertario. En efecto, el discurso libertario/redencionista/futurista de un mundo mejor, justo y consciente para todos, especialmente para las clases oprimidas, choca de frente con las necesidades del aquí y el ahora de los que se supone debieran ser los aliados más leales al proyecto libertario. Esta incapacidad de conjugar la demanda actual con la oferta futura constituye uno de los ejes centrales de la derrota en el plebiscito de salida. En efecto, el proyecto de nueva Constitución contenía un pool de garantías de derechos nunca antes visto ni considerado en Constitución alguna, tal que la instalaba como una de las más avanzadas del mundo. No obstante, el ciudadano común y corriente necesitaba de seguridades en el hoy, no en el mañana, y en la izquierda tampoco se observó reflexión al respecto ni logró articular de modo creíble ambos elementos y de ello debe hacerse cargo.

3) El discurso de miedo. Este es quizás el elemento de mayor impacto en la derrota sufrida en pasado 4 de septiembre. Para entenderlo, aquí se analizan 4 componentes interrelacionados:

a) La vivienda propia. Este componente remite a una pretensión aspiracional que mueve económica y existencialmente al/la ciudadano/a común sin distinción alguna. Este componente no fue bien procesado por los/as constituyentes, de tal modo que se infiltró la idea de que el Estado chileno no la garantizaría en la nueva Constitución. Para evitar la instalación y propagación de esta idea, solo había que aceptar la propuesta de Rocío Cantuarias, de Chile Vamos (indicación 47), concesión que no se puede decir que de aceptarla se hubiera caído todo el esquema constituyente. Así, la falta de sentido estratégico y prospectivo en la Convención Constituyente enredó su sentido evaluativo de modo tal que la indicación de Cantuarias perdió estrepitosamente pero, por otro lado, en la izquierda también fue análogo el proceso y no solo guardaba hermético silencio sino que manifestaba solaz (internamente) por el evidente apabullamiento de la derecha.

b) Los ahorros previsionales. Este caso sigue la misma línea de lo planteado en el punto 2 (promesa de mejoras en las pensiones futuras versus pensiones actuales), pero, además, la derecha instaló la idea de que un sistema de reparto solidario no sería garantía de mejores pensiones. Ni la Convención Constituyente ni la izquierda logró/pudo o quiso desinstalar ese temor en el/la ciudadano/a medio.

c) La plurinacionalidad. La plurinacionalidad ha sido una demanda largamente deseada y acariciada por los pueblos indígenas en Chile, y probablemente es la que mejor ha sido tratada en un texto constitucional, que convertía la propuesta constitucional en una de las más avanzadas en América Latica y quizás del mundo entero. No obstante, se instaló la idea de que el/la ciudadano/a medio estaría en desventaja frente al ciudadano indígena por cuanto la nueva Constitución garantizaría un conjunto de derechos que el/la ciudadano/a medio no tendría (autonomía, sistemas jurídicos paralelos, consentimiento previo, libre e informado entre otros). Con todo, igual se observaron cabos sueltos en la propuesta constitucional; por ejemplo, en la propuesta de sistemas jurídicos no se establecieron con la suficiente vehemencia que los/as que administraban justicia en el marco de sistemas jurídicos plurales serían jueces de la República, como los jueces de tribunales ambientales o de familia, y no lonkos u otras figuras de autoridad indígena ancestral. O en el caso de la autonomía, que se dejó abierta su definición e implementación a la discusión legislativa posterior. O en el caso del consentimiento previo, libre e informado, que fue socializado por la derecha como un derecho que justificaba toda aplicabilidad, cuando en verdad aquello solo tiene aplicabilidad teniendo como techo el estándar internacional y no para cualquier cosa o iniciativa. Pero ello no fue explicitado por la Convención Constituyente ni menos desarrollado por la izquierda. Así las cosas, se infundió en el ciudadano medio un temor (injustificado o no) tal que él mismo sentía que estaba en desventaja frente a un ciudadano que en la propuesta constitucional tendría garantizados dobles derechos.

d) La paridad. la propuesta de paridad en la nueva Constitución es también un punto sustantivo y necesario como mecanismo de corrección de la histórica marginación de las mujeres de espacios de deliberación social, económica, política y cultural. Sin embargo, fue presentada por la derecha como lo contrario; como una distorsión en la selección por mérito, es decir, un subsidio a la mediocridad. Pero también fue una excusa para los hombres que argumentaban que no veían beneficios en que las mujeres les quitaran sus fuentes laborales reales o potenciales (a ellos, en tanto hombres) o que compitieran con ellos, cuando finalmente iban a elegir a una mujer. La izquierda no logró desactivar este temor porque carecía de desarrollo teórico necesario y suficiente capaz de contrarrestarlo.

Finalmente, resulta necesario afirmar que la autocrítica es fundamental no solo para corregir, sino que también para no repetir errores que, por contumacia, soberbia o arrogancia, frecuentemente en la izquierda estamos compelidos a cometer.

Marcos Valdés
Sociólogo. Magíster en Desarrollo Urbano.