Avisos Legales
Opinión

El camino

Por: Gonzalo Winter | Publicado: 22.09.2022
El camino Primera Protesta Nacional, 11 de mayo de 1983 |
Más allá de quién tiene la culpa o cuáles fueron las razones de la derrota, hay una cosa clara: los que íbamos por el Apruebo perdimos y perdimos feo. Pero ¿lo perdimos todo? No. Los quiero invitar a valorar el camino recorrido.

La historia de las luchas sociales y democráticas es un largo camino; un camino que no partió con nosotros: muchas y muchos construyeron antes. Incluso, hay aportes de aquellos que transitan en la vereda opuesta, aportes que debemos valorar, y entender que parte de nuestro andar es también construcción para las y los que vienen. Tal vez por eso en los inicios del gobierno de la Unidad Popular el Presidente Allende le dijo a un grupo de estudiantes del sur de Chile: “Son contrarrevolucionarios aquellos que creen que con ellos empezó la historia revolucionaria”.

El camino en el que estamos dando pasos es un camino que, antes de poder transitarse, fue de tierra. Y que, otras y otros, tempranamente empezaron a pavimentar, como Bilbao en la creación de la Sociedad de la Igualdad; es un camino que recorrieron los primeros sindicatos, es el camino de Recabarren; es un camino que en 1907 hicieron hacia Iquique los obreros del norte, terminando en ese momento en una despiadada masacre, hecho que hoy al menos sirve como elemento de fortaleza moral.

Toda -hasta la más pequeña- conquista social tiene un camino que la antecede. Tiene, a sus espaldas, huellas de otros: de quienes en 1905 se rebelaron frente al alza del precio de la carne o que en los inicios del siglo XX fundaron federaciones de estudiantes. Ese mismo camino, por más distinta que parezca su causa, también lo recorrieron los arrendatarios organizados que en 1925 levantaron la “huelga de arrendatarios”.

Cada paso va haciendo camino al andar, como dijera Serrat cantando a Machado. Las federaciones de estudiantes y sus luchas han sido clave en la democratización de la educación y de la sociedad, mientras que la huelga de arrendatarios generó la primera acción del Estado para controlar precios de alquileres. Así, detrás de cada derecho encontramos una lucha que lo hizo posible.

El camino de las luchas sociales del siglo XX se cristalizaron en movimientos políticos con vocación de mayoría y de poder que generaron avances importantes para las grandes mayorías, como el Frente Popular en 1938 o la Unidad Popular en 1970, de cuya derrota aprendimos que los caminos no son lineales; pueden hacernos retroceder, a veces podemos ir más rápido, otras más lento, pero con un horizonte claro, sabiendo que ningún retroceso es permanente, que, como recordaba Patricio Manns, la derrota es siempre breve.

La derrota de la causa democrática en 1973 fue dura. En los primeros años, la represión y los retrocesos fueron aún más duros y vivimos sus consecuencias hasta hoy. Pero en 1983, luego de la desmovilización y el temor, volvieron los demócratas a las calles, convocados públicamente por el joven dirigente Rodolfo Seguel a la primera Jornada Nacional de Protesta, con cacerolazos masivos y marchas tan masivas como reprimidas: con más de 60 asesinados en una sola jornada. Ese paso fue clave, el pueblo avanzó hacia la reconquista de la democracia que, con todos sus bemoles, hoy nos permite disfrutar de sus beneficios.

En esos mismos años, las federaciones de estudiantes se vuelven a articular luego de que la dictadura las clausurara. Empiezan con las Federaciones de Estudiantes de las universidades de Concepción y Católica de Valparaíso, en 1983; luego viene la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, y así. En 1986 los secundarios se rearticulan con la Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago (FESES). Todos ellos enfrentan tempranamente la ideología del sistema educacional de la dictadura, derrotan a los rectores delegados, y de esa forma dan nuevamente un paso.

En 1988, gran parte de la movilización social y popular dirige su fuerza hacia el plebiscito, y el movimiento por el “NO” a Pinochet triunfa masivamente, generando una gran apertura democrática, elecciones libres, el regreso del Congreso Nacional, en fin: termina la dictadura. Se da un paso gigante, pero el camino sigue.

Vienen grandes avances, desde el Estado y la sociedad civil, pero el descontento con el modelo germina. Un mochilazo en 2001 demuestra que los estudiantes siguen alertas y críticos. El movimiento avanza y en 2006 los secundarios se toman el país con una clara demanda, terminar con la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE) de la dictadura, y se da otro paso importante -aunque insuficiente- con su derogación durante el primer gobierno de la Presidenta Bachelet.

Primero los secundarios en 2006, y luego los universitarios en 2011, generan el movimiento social por la educación pública y gratuita, creando una de las mayores fisuras al neoliberalismo y, por lo tanto, uno de los mayores avances de la democracia, demostrando que no basta con más recursos, que no basta con demandas gremiales; que hay un problema en el modelo, que no podemos avanzar democráticamente porque existe una Constitución, heredada de la dictadura, que impide avanzar.

En mayo de 2011, la conciencia de la crisis climática hace que la lucha por el medioambiente sea parte del camino, y decenas de miles salen a la calle contra HidroAysén, tensionando a quienes buscan hacer su riqueza a costa de la extinción del género humano. El camino ambiental tiene su propia historia, tal vez más reciente, pero no queda duda de que hoy el ecologismo es una alternativa no solo de justicia, sino que de supervivencia. La detención de HidroAysén fue un paso en este camino, como lo fuera también la del proyecto minero en Punta de Choros.

En 2011 Magallanes y su lucha por el gas dan un paso de justicia. Un año después lo hace Aysén, diciendo claramente que tu problema es mi problema, y avanzan. De la misma manera que en 2016 los chilotes y chilotas proclaman que Chiloé está privao, y enfrentan la crisis del modelo de desarrollo desde la organización y la movilización: ponen sobre la mesa las graves consecuencias del centralismo en nuestro modelo de desarrollo, así como la importancia de una real regionalización.

En 2016 la crisis del sistema de pensiones genera un consenso en Chile: se debe modificar el sistema de pensiones de la dictadura. Se da otro paso, se avanza, se resiste. La crítica al sistema privado de pensiones se mantiene, tal vez con menos avances concretos que las otras luchas, pero es un pendiente de nuestro camino.

En 2018 las mujeres protagonizan uno de los movimientos culturales y políticos más importantes de la década, el Mayo Feminista, generando un cambio cultural, un paso clave para el avance de ellas, y también de toda la sociedad, al incorporar una nueva idea de justicia: lograr que las universidades y otras instituciones generen protocolos contra el acoso sexual, y sentando las bases para que hoy la democracia paritaria sea un piso para el resto del camino.

En 2019 millones salen a las calles y se reúnen por una diversidad de causas en un contexto de altísima percepción de injusticia al mismo tiempo que una bajísima legitimidad de las instituciones para poder encauzarlas. No podemos olvidar que el estallido social nos encontró con un Presidente de la República que había sido involucrado por causas relacionadas a la corrupción, luego de que estallaran al menos cinco casos de colusión (con los casos Penta, SQM y Corpesca), dejando en jaque al Congreso Nacional; con los últimos cuatro comandantes del Ejército procesados; con el mayor escándalo de Carabineros en su historia; y con la legitimidad de la Iglesia en el suelo por casos de abuso sexual. La misma movilización va avanzando en sus demandas, y finalmente se concentra en la necesidad de una nueva Constitución. Así se logra un proceso constituyente que en este momento se encuentra inconcluso con el abrumador triunfo del rechazo, pero seguimos.

Más allá de quién tiene la culpa o cuáles fueron las razones de la derrota, hay una cosa clara: los que íbamos por el Apruebo perdimos y perdimos feo. Pero ¿lo perdimos todo? No. Los quiero invitar a valorar el camino recorrido. A recordar que no nos despertamos un día y había un plebiscito, que ponía sobre la mesa los derechos de las mujeres, el derecho a la vivienda y la ciudad, la relación de Chile con los pueblos originarios, el rol de la salud y educación pública, la preservación del planeta y de la especie, la diversidad del país, los derechos de los trabajadores, la participación directa del pueblo en la democracia. No. No cayó del cielo, fue un largo y ancho camino. Un camino en el que, a pesar de la derrota del 4 de septiembre, se ha avanzado mucho. Es un camino que no se detiene por un traspié, por más grande que sea -y este fue muy grande-; es un camino que cada día es continuar.

Porque seguimos pensando que lo que reciben los trabajadores no corresponde a su esfuerzo, porque seguimos pensando que nuestra sociedad puede garantizar una vejez digna si se lo propone realmente, porque consideramos que todos los niños de Chile deberían tener igual derecho a una educación y una salud de la misma calidad, una democracia en donde tu género o tu clase social no determinen la vida que vas a llevar: por eso seguimos en este camino.

Gonzalo Winter
Abogado. Diputado (de Convergencia Social) por el Distrito 10.