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¿Y ahora qué?

Por: María Javiera Aguirre | Publicado: 29.09.2022
¿Y ahora qué? |
No cabe duda que la actividad política está desacreditada. Muchos de quienes se dedican a ella de manera profesional, los políticos, se han encargado de socavar su reputación con mayor o menor intención y grado de responsabilidad, pero con mucho éxito.

En los tiempos que corren, en los que nos hemos acostumbrado a los espectáculos de ataque y descalificación, a la confrontación y al agravio a la opinión distinta, nos tenemos que enfrentar a las consecuencias que esta atmósfera de despolitización tiene y tendrá a largo plazo. Porque más allá del resultado del plebiscito y todo lo que supone, que no es poco, en algún momento tendremos que intentar recuperar la gran pérdida de este proceso: la política. Poco importa qué fue primero, si perdimos interés en la política y llegamos al estallido social, o si el estallido acabó por sepultar el respeto y afecto por ella, lo cierto es que la política está pasando por un mal –pésimo– momento.

No cabe duda que la actividad política está desacreditada. Muchos de quienes se dedican a ella de manera profesional, los políticos, se han encargado de socavar su reputación con mayor o menor intención y grado de responsabilidad, pero con mucho éxito. Y, a la pasada, ha quedado la sensación de que la política es incapaz de enfrentar la complejidad que se nos presenta, lo que aunado al descrédito ha redundado en una inevitable pérdida de confianza.

Pero la política es irrenunciable porque es el ámbito de lo común; es ahí donde estamos todos. Y porque esta no es solo una idea trasnochada, en el contexto convulso, desconcertante e incierto en el que nos encontramos, tal vez lo único seguro es que hemos de recuperar ese espacio común. Para la filósofa Hannah Arendt, la política representa la vigencia, renovación y proyección de la polis, del espacio público –lo común–, dotado de libertad, igualdad, pluralidad, universalidad, no violencia; acción, comunicación e interacción entre las personas. Tenemos trabajo, mucho trabajo por delante.

La política no consiste solo en la actividad a la que se dedican unos cuantos, y que lo podrán hacer bien o mal. La política nos toca a todos porque es el espacio de lo común en donde hacemos cosas –o las dejamos de hacer– para hacer acciones que cambian el mundo. Se trata de estar juntos los unos con los otros reconociendo la evidente diversidad; el hecho ineludible es la pluralidad humana, condición de la política que no puede ser reducida a la “voluntad general”. La comunicación, la acción, la no violencia, la libertad, la igualdad y el respeto por la diversidad: este podría ser el temario de un curso de educación cívica. Plebiscitos más, plebiscitos menos, Constituciones más, Constituciones menos, la política es un reto del que tenemos que hacernos cargo porque es el espacio que hay entre las personas y lo que hacemos en él. Y de la recuperación de éste y de su condición de existencia también tenemos que ocuparnos.

María Javiera Aguirre
Doctora en Filosofía y comunicadora social.