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COP27 y su cuento del lobo

Por: Fernando Rivas Inostroza | Publicado: 12.11.2022
COP27 y su cuento del lobo |
Hace unos días estuvo en Valparaíso el emprendedor e intelectual belga Gunter Pauli, uno de los fundadores de las COP, quien confesó que ya no iría a ellas, porque sirven de poco y, en lo personal, porque está promoviendo el uso del hidrógeno en reemplazo del petróleo y del carbón, los dos combustibles fósiles más contaminantes en la industria y el transporte.

En estas semanas se realiza en Sharm El-Sheik (Egipto), un balneario entre el desierto de la península de Sinaí y el mar Rojo, famoso por sus posibilidades para el buceo, la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas (ONU), sobre el Cambio Climático, COP27, con el fin de avanzar en el itinerario fijado en el Acuerdo de París, de 2015, correspondiente a la COP21. Y las previsiones para este encuentro, igual que para el clima en el planeta, no son nada de halagüeñas.

Y no lo son, simplemente, porque desde entonces a esta fecha poco se ha avanzado, pese a los constantes y cada vez más dramáticos llamados de las autoridades mundiales, encabezadas por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien ha dicho para la inauguración de la actual cita -nada más y nada menos- que nos encontramos a las puertas de un infierno si no se hacen cambios en esta década: “Estamos en la lucha de nuestras vidas y estamos perdiendo… Y nuestro planeta se acerca rápidamente a puntos de inflexión que harán que el caos climático sea irreversible. Estamos en una carretera hacia el infierno climático con el pie en el acelerador”, sostuvo en su acostumbrado y atildado lenguaje.

Asimismo se han expresado las máximas autoridades de Francia, Emmanuel Macron; de Inglaterra, Rishi Sunak; y de Estados Unidos, Joe Biden; que han concurrido casi habitualmente a esta cita, al igual que ahora en forma inédita Nicolás Maduro y Gustavo Petro, de Venezuela y de Colombia, respectivamente (¿aprovecharán de hacer otra mini-cumbre?) junto al secretario de Estado norteamericano John Kerry, con quien el primero de ellos se dio la mano, en un nuevo gesto inusual y sorpresivo.

El asunto es que ya tales manifestaciones y la misma COP, lo cual es preocupante en grado sumo, no causan el mismo impacto y efecto, habida cuenta de que los daños del cambio climático son cada vez más severos, recurrentes e intensos. Su actividad creciente ya no suele asolar a los Países Bajos, con el alza de las mareas, o a islas de escasa altura como Tuvalu, el país de Oceanía condenado a desaparecer, sino que a todo el planeta, incluida África, hasta ahora el otro pulmón del mundo junto a la Amazonía.

En el centro de Chile, acabamos de tener días con una lluvia leve, pero también inédita, en pleno mes de noviembre, donde las temperaturas han extremado, siendo muy bajas en las mañanas y la noche y muy altas en torno al mediodía y solo parte de la tarde.

Se trata de una variación para decir lo mínimo, ambivalente. Lo cierto es que el cambio climático es una realidad irrefutable y no hay cabida para negacionismos. En eso ya hay consenso mundial. Pero poco se hace con mandatarios que van principalmente para aparecer en la foto y no echan mano al bolsillo para desprenderse,por ejemplo, de los 100 mil millones de dólares comprometidos en París y que se aprestan a girar en cada COP y que no giran en definitiva.

El espectáculo congrega a más de cuatro mil representantes de 193 países del globo, registrados en la ONU, quienes, sin embargo, después de negociar y de llegar hasta el sábado de la segunda semana, vuelven a casi el mismo punto en 365 días. Y nuevamente las fotos y el desánimo, la desesperación y los llamados estentóreos, pero nada fructífero.

Algo debiera cambiar en las COPs, para que efectivamente sirvieran y creyéramos que estamos enfrentando el cambio climático. Las voces de alerta de cada estadista parecieran indicar un nuevo rumbo, pero no es así. Si así fuera, ellos nos podrían anunciar el Apocalipsis y creeríamos.

Se hace necesario entonces reformar el sistema y propiciar un espacio de encuentro verdaderamente resolutivo, vinculante, práctico y expedito que sea un acicate para gobiernos y naciones, con el fin de no sólo mitigar, sino que, a estas alturas, como lo han dicho los propios científicos del Panel Intergubernamental de Expertos (IPCC, por sus siglas en inglés), apoyar un proceso de adaptación que permita a la Humanidad sobrevivir al fenómeno.

Hace unos días estuvo en Valparaíso el emprendedor e intelectual belga Gunter Pauli, uno de los fundadores de las COP, quien confesó, no exento de desazón, que ya no iría a ellas, porque sirven de poco y, en lo personal, porque está promoviendo el uso del hidrógeno en reemplazo del petróleo y del carbón, los dos combustibles fósiles más contaminantes en la industria y el transporte.

Quizás faltan más Gunter Pauli en Chile y en el mundo para salir de este atolladero. Quizás alguno de nuestros compatriotas, que asiste al encuentro, pudiera referir con plena certeza este claro que sí, poco e inédito supuesto, sobre casi 12 días de negociaciones.

Fernando Rivas Inostroza
Periodista, doctor en Historia. Académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.