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Opinión

Las 3 diputadas «feministas» que negaron bienestar de las chilenas

Por: Antonia Cepeda Antoine | Publicado: 26.03.2023
Las 3 diputadas «feministas» que negaron bienestar de las chilenas Jiles, Delgado y Arce |
Las diputadas Viviana Delgado, Pamela Jiles y Mónica Arce, las tres autodefinidas como “feministas”, abandonaron la sala cuando se votaba la Reforma Tributaria. Gracias a ello se denegó la posibilidad de dar curso al proyecto de ley, y pot eso miles de mujeres arriesgan la oportunidad de subir sus ingresos en $ 50.000 y a acceder a otros beneficios sociales.

Mi amiga Cristina tiene cáncer. Es una mujer guapa, con un sentido del humor envidiable, brillante, educadora de párvulos, doctora en Educación. El mes pasado se dio cuenta que su pensión le bajó en $ 100.000. Con la dignidad que le caracteriza, se dirigió a su AFP para indagar la razón de la reducción. La señorita de la ventanilla le dio una larga explicación que versaba sobre las inversiones, las tasas de interés, el cálculo, su fondo y expectativas de vida. La Cristi le dijo que no entendía lo que le decía y que necesitaba que le devolvieran su plata para cubrir su enfermedad. La señorita de la ventanilla le dijo: tiene que traer un certificado médico que diga que le queda un año de vida y se le devuelve su “capital”.

Cuando las diputadas abandonaron la sala al momento de votar la Reforma Tributaria, no pude más que pensar en ella, en el diálogo con la señora de la ventanilla y en su entusiasta postulación a la PGU para sumar $ 250.000 a sus ingresos. Mujer, feminista, empoderada, corajuda, no se victimiza por su enfermedad. Va y viene de ventanilla en ventanilla en el Hospital Salvador en busca de los resultados de sus exámenes, ese mismo que difícilmente podrá reducir las listas de espera con el rechazo de la Reforma Tributaria. Aun así, la Cristi sigue creyendo en la salud pública.

A la diputada Delgado, autodefinida como “feminista”, le bajó la presión y se desmayó porque un hombre un día antes (el ministro de Educación) le dio un grito y de paso hizo apología de su buen comportamiento. “¿Alguno de ustedes me escuchó gritar?”, preguntó a los periodistas. La diputada se portó como una “dama”. Quizás le habría venido bien un grito más fuerte al ministro-profesor. No sé si a mi amiga Cristina algún hombre le ha levantado la voz, pero de lo que sí estoy segura es de que no se habría portado como “una dama”.

Mi amiga Cristina lucha por su vida, pero no sólo por la de ella: también por la de los demás. Digna, con el pañuelo que cubría las señas del tratamiento de su enfermedad, fue participante activa del movimiento social de octubre. Se las jugó en la calle con su cáncer a cuestas. La he visto en la calle defendiendo los derechos de la mujer, sin performance, sin farándula, sin vociferaciones en el hemiciclo, como hace la diputada Pamela Jiles.

La diputada Viviana Delgado pidió disculpas. Tanto peor: lo que debió hacer es votar, dar su voto en consistencia con su discurso de transformación social y de defensa de los derechos de las mujeres.  

Todas nos alegramos y festejamos cuando suben nuestros ingresos. La Cristina se alegra cuando llega su cheque de devolución de impuestos a fines del mes de abril (aunque el dinero sea suyo), mientras más alto es el monto mejor. Como dijo el ministro Marcel, elusores y evasores festejan y se alegran cuando el monto de los impuestos a pagar es menor. Las diputadas, con la ausencia en la sala, aportaron a prolongar la inequidad que afecta mayormente a las mujeres.

La Cristi, jefa de hogar, no tiene contador para que le acomode la contabilidad, ni ganancias para distribuir, mucho menos para sacar divisas fuera del país. Lleva su propia planilla Excel, no le da la plata ni su estatura moral para defraudar al Fisco. Las diputadas, por las razones que sean (estrategia política, amurramiento o porque “me confundí”, como dijera la diputada Arce), abrieron la puerta para la continuidad de estas prácticas perjudicando a las mujeres de hoy y a las de las próximas generaciones.

Las diputadas “feministas” saben demás que las mujeres esperaban ser beneficiadas con el aumento de la PGU, y otros beneficios sociales; ellas no pueden invertir, ahorrar ni legislar en su favor. No puede “picarse”, como dijera la diputada Delgado, dar un portazo y dejar a su familia desprovista. Me ha tocado trabajar con la Cristina en políticas de infancia, Con su trabajo ha contribuido a la crianza de las mujeres. Lo ha hecho como profesional y con un sentido profundo de solidaridad con las mujeres: las jefas de hogar, las que viven del sueldo mínimo, las que no pueden dejar de ir al trabajo para cuidar a sus hijos cuando se enferman porque las despiden por abandono de funciones, las que sufren violencia por parte de los hombres.

La derecha rechazó el proyecto de la Reforma Tributaria, votó por sus convicciones, leales a la defensa de lo propio. Abogan por la reducción del gasto del Estado en programas sociales. Abogan por un Estado subsidiario, cuidan a las AFP y a las isapres. Cuando ven peligrar su poder económico, se unen y bien logran sus objetivos. Votan en conciencia.

Las diputadas también actuaron por lo propio. Ellas no califican para la PGU porque pertenecen al 10% más rico del país, de acuerdo a Registro Social de Hogares. No piden número para las listas de espera, tienen ingresos al menos diez veces mayores que el sueldo mínimo, pueden pagar por el cuidado de sus hijos si se enferman. No defendieron los derechos de las mujeres que dicen representar en el Parlamento. La disociación entre el discurso y sus prácticas han hecho pender de un hilo mínimos grados de bienestar a sus “compañeras”.     

Mi amiga Cristina siempre fue una servidora pública, al igual como se define el rol de las diputadas. Jubilada, con una pensión que no le alcanza para vivir, hoy se gana la vida haciendo clases online. Cuando tiene suerte, se amanece trabajando para cubrir más horas de clases.

Mi amiga Cristina es una gran mujer.

Antonia Cepeda Antoine
Educadora de Párvulos. Ex directora técnica de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI).