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Opinión

La 4° Transformación: 85 años de la expropiación petrolera en México

Por: Camilo Andrés Domínguez | Publicado: 04.04.2023
La 4° Transformación: 85 años de la expropiación petrolera en México AMLO en el Zócalo del DF |
En México, AMLO y los morenistas han sabido empalmar el presente con el pasado y el futuro en una síntesis seductora.

El 18 de marzo de 1938, el general Lázaro Cárdenas decidió expropiar las compañías petroleras, casi todas en manos estadounidenses.

Por la noche dio un discurso radiofónico en el que acusó a estas empresas por varios motivos: no colaboran con el país, son intransigentes con las peticiones de los trabajadores e incluso conspiran contra las autoridades. Cárdenas pidió al pueblo mexicano su apoyo, vendrían tiempos difíciles. Favor concedido: al día siguiente llegaban por montones mujeres y hombres a donar sus ahorros, joyas y aun sus animales para colaborar con los gastos de la operación. Una escena insólita.

La expropiación petrolera pasó a formar parte de la historia de México como un ejemplo de soberanía.

El sábado 18 de marzo se conmemoraron sus 85 años con un masivo acto que convocó el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su partido, Morena. La plaza del Zócalo se llenó y en las calles aledañas se instalaron pantallas y altoparlantes para propagar el discurso que daría el Presidente. La gente escucha con atención, asiente con la cabeza y, de vez en cuanto, se anima con cánticos y vivas a México; son cerca de medio millón de personas, muchas de las cuales viajaron largas horas en autobús desde las provincias más retiradas de la república.

Durante su prédica, AMLO repasó los logros de su administración, y no perdió ocasión de contestar a los congresistas estadounidenses que han sugerido una intervención militar en México para frenar —acusan— la exportación de fentanilo a su país. Pero, en su mayor parte, rindió tributo a la memoria del general Cárdenas, de quien se siente un heredero ­(AMLO nacionalizó el litio) y al que calificó de “auténtico humanista”.

La apelación a la historia nacional provee de legitimidad a la presidencia, que goza hoy de altos índices de popularidad.

Y es que AMLO y los morenistas han sabido empalmar el presente con el pasado y el futuro en una síntesis seductora. Ganaron la Presidencia ocupando el lugar de la novedad, proponiendo cambios significativos, ni más ni menos que acabar con el antiguo régimen priista que puso candado a las instituciones democráticas. Pero, al mismo tiempo, se sitúan como herederos de una tradición que se remonta a los comienzos de la república. Por eso el programa se llama la Cuarta Transformación: un momento de cambio que retoma el entrecortado hilo conductor de la Independencia (1810-1821), de la Reforma (1858-1861) y de la Revolución (1910-1917).

El mitin del sábado 18 actualiza este pacto con el pasado, que otorga sentido a las reformas actuales a la luz de una genealogía amplia. La historia es la mejor base para imaginar el futuro.

Todo esto no tiene nada de trivial.

Ante el aparente fracaso de los grandes ideales de los siglos XIX y XX, hace décadas que se acusa en el mundo la ausencia de proyectos de sociedad. Y no es raro que así sea, ya que en la vida digital de hoy todo ocurre de un modo tan rápido que pocos se dan el lujo de detenerse a pensar en otra cosa que no sea en el presente mismo.

El suelo no deja de moverse, por eso hemos perdido la capacidad de echar raíces duraderas.

Justo cuando la humanidad atraviesa por desafíos enormes, vivimos como en medio de una ventolera constante, buscando algún firmamento en el que apoyarnos. Los sociólogos dicen una y otra vez “anomia”, y no es que sean monotemáticos, es que la condición de orfandad de las personas parece cada vez más la regla y menos la excepción.

La sensación de ajenidad de los ciudadanos con sus instituciones formales ­—la “desafección política” como le llamamos en Chile— es una consecuencia más de este proceso global.

En el caso mexicano, los partidos tradicionales (el PRI, el PAN y el PRD) perdieron hace rato su capacidad de crear sentido. Sus palabras se hallan vacías; apenas logran perfilar alguna que otra diferencia entre ellos mismos. Están a la deriva porque carecen de instrumentos de navegación, de brújula para orientarse y de un mapa que señale algún destino. Por eso permanecen faltos de convocatoria, por eso el desprecio de las mayorías.

Por muy modernos y cíborgs que seamos, los seres humanos seguimos añorando certezas: todavía perseguimos ­­—y quizá con mayor violencia que antes— esa extraviada sensación de pertenencia. El campo de la política, que en su sentido más noble significa la decisión en común sobre los asuntos comunes, aún puede ofrecer algo al respecto. En pleno siglo XXI; aunque los intelectuales del orden griten al unísono: “¡populismo!”.

El movimiento de la Cuarta Transformación, aparte de ganar elecciones, triunfa hoy en el terreno de la memoria, quizá la madre de todas las batallas.

Camilo Andrés Domínguez
Historiador