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El Templo de las Ratas

Publicado: 10.04.2023

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En la India está el conocido “Templo de las Ratas”. En él las ratas son sagradas e intocables y, pese a la inmundicia que producen, se desplazan impunes por su hábitat.

Unas ratas se subordinan a otras, según la jerarquía que impera entre ellas, pero lo cierto es que juntas someten al pueblo indio, que le rinde sus respetos en virtud de una práctica secularizada que en nuestro país sería difícil entender (o bien, quizá no tanto).

Mal que mal las ratas comen papel.

Pueden comerse una servilleta con el mismo apetito con que engullirían nuestros proyectos de ley, grandes reformas y programas sociales. Peor aún, las ratas pueden roer circuitos y provocar incendios, haciendo gran escándalo y asustando a todo el mundo, todo de forma muy sutil, donde nadie las ve. ¡Maquiavelo caería rendido ante su astucia! ¡Hobbes daría sonoros aplausos por su capacidad de infundir pánico y al mismo tiempo mantener sus privilegios!

Y, pese a todo esto, allá en la India a las ratas les sobra el “pan” y el “queso” que les sirven los indios. He oído que algunos, de hecho, atendiendo a la doctrina de la reencarnación, sueñan con convertirse en ratas también y alcanzar una vida en el templo.

Se dicen tantas cosas. Si esto es así, vaya a saber uno si lo conseguirán, pues uno pensaría que para las entidades sagradas cualquier advenedizo sería pronto delatado por su olor, sabor y color a tierra (por ser un mero ser humano, quiero decir). No lo sé.

Como sea, una cosa son las ratas indias y otra distinta las chilenas. Hay que tener claras las diferencias culturales y respetar las primeras. El contraste, de hecho, puede ser saludable y ayudarnos a entender mejor nuestra relación con las ratas que viven ocultas en nuestro país de cara al futuro, para que ya no les temamos tanto.

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