Avisos Legales
Opinión

¿Salvemos el planeta?

Por: Hernán Sandoval | Publicado: 04.06.2023
¿Salvemos el planeta? | Vicens Vives Blog
El crecimiento económico daña las posibilidades de la vida humana y no resuelve la necesidad de mitigar el deterioro de nuestras posibilidades de vida presentes y futuras. Cualquier cambio significativo de la forma de vida de la especie va en contra de las fuerzas económicas que dominan al mundo. Se pierden negocios, actuales o factibles y por lo tanto no conviene al modelo dominante.

Conduciendo por la carretera me encuentro con un enorme cartel publicitario que dice ”SALVEMOS EL PLANETA”, “NO BOTE BASURA”. Magra contribución para enfrentar la crisis múltiple qué vivimos, donde sin duda el calentamiento global, que altera las condiciones de vida en la Tierra, es a mi juicio el factor de mayor incidencia sobre todos los otros que convergen en este gran desorden, donde todos nos encontramos desorientados.

De acuerdo a los científicos, el planeta tiene 4.500 millones años y la vida emergió precozmente hace unos 4.000 millones. En su larga existencia, el planeta ha superado volcanismo, cataclismos tectónicos, glaciaciones, calentamiento, impacto de meteoritos (extinción de los dinosaurios, hace 66 millones de años), entre otros cambios significativos.  A pesar de ello, la vida ha persistido en muchas formas, más de 4.000 millones de años.

Los primeros homínidos habrían surgido hace unos 7 millones de años, menos de un segundo en un siglo, en relación a la edad de la Tierra. El hombre actual tendría unos 300.000 años de existencia, y sólo en los últimos 10.000 años se ha producido la forma de vida y civilización humana que conocemos ahora, breve lapso que ha roto los equilibrios naturales y generado el descalabro que vivimos.

El eufemismo SALVAR EL PLANETA es una falacia, un profundo error conceptual que quita urgencia a nuestras acciones pues presupone que nosotros estamos salvados. El planeta no necesita ser salvado. Los que debemos salvarnos somos cada uno de nosotros y nuestros descendientes, en tanto constituyentes de la especie humana.

Habrá otras formas de vida que persistirán y darán origen a otra evolución, pero ni el planeta ni la vida se extinguirán con la desaparición de la especie humana.

Para salvarnos, nuestra relación con la naturaleza tiene que ser total y radicalmente diferente. Todos aquellos que plantean que habría una solución tecnológica al drama de la extinción de la especie están rehuyendo la pregunta esencial que es: ¿la forma de vida actual, con toda la ciencia y tecnología disponible, que nos ha proporcionado el dominio sobre las otras formas de vida de la tierra, es sostenible?

Porque dado que los efectos secundarios del crecimiento destruyen otras formas de vida, contribuyen a acabar con el equilibrio que lo permitió. Debemos constatar que el crecimiento económico, como respuesta a las necesidades humanas, daña las posibilidades de la vida humana y no resuelve la necesidad de mitigar el deterioro y el daño de nuestras posibilidades de vida presentes y futuras.

¿Tenemos la posibilidad de hacerlo? ¿Pueden las sociedades humanas organizarse de otra manera, para enfrentar el cataclismo de supervivencia qué nos amenaza?

Pienso que es muy difícil cambiar un modo de pensamiento que no se imagina otra forma de ser; esto es una fatalidad porque nos conduce a la desaparición de la especie humana.

Cualquier cambio significativo de la forma de vida de la especie va en contra de las fuerzas económicas que dominan al mundo. Se pierden negocios, actuales o factibles y por lo tanto no conviene al modelo dominante. Mantenerlo requiere minimizar la amenaza: hablar de calentamiento global y de las causas del “cambio climático” es amenazante. “Cambio climático” me parece una expresión  neutra, los cambios pueden ser beneficiosos o perjudiciales, pero es una expresión ambigua que no lleva toda la carga de riesgo del “calentamiento”, que es lo que resulta de la acción humana en su afán de expandir la economía sin límites.

Estamos viviendo el mayor desorden concebible, al mismo tiempo que hay que enfrentar los rigores de un clima extremo, la destrucción de la capacidad productiva de la Tierra con las consiguientes migraciones masivas, gran encarecimiento de los alimentos, aumento del precio de los combustibles, junto con la destrucción de la naturaleza (extinción de numerosas especies), el incremento de la pobreza en todo el mundo, y en especial el sobre consumo de los recursos naturales, que ya no bastan para satisfacer las necesidades de la población.

Hay además una crisis mundial de la política por pérdida de confianza en las instituciones y el desgobierno que esto trae (inseguridad, criminalidad en aumento, bancarrota de los Estados, entre otros males). Esta convergencia de crisis nos pone en una situación de perplejidad que hasta el momento sólo lleva a respuestas parciales, limitadas, porque parten de la misma concepción filosófica, o religiosa o ideológica, que ha posibilitado llegar a esta situación.

No hay respuestas, sólo la de los poderes constituidos que básicamente buscan mantener la estructura que les ha dado la calidad de poderes, que no quieren perder, y que tiene que ser profundamente modificada para dar respuesta a la situación actual.

Nuestro país está plenamente inmerso en el caos global. La desconfianza de las instituciones es una muestra y también lo es nuestra total despreocupación por el tema ambiental. En la última encuesta CEP (noviembre-diciembre de 2022), la preocupación por el ambiente ocupa el lugar 15, de los 18 temas propuestos a los encuestados.

Más recientemente (30 de mayo de 2023), la Cámara de Diputados aprobó una resolución que reconoció “la evidencia científica que prueba la incidencia de la acción humana en el cambio climático”. Sin embargo hubo 31 votos en contra y 17 abstenciones. Casi un tercio de las diputadas y diputados niegan en la práctica la acción humana como causa del calentamiento global.

Con esa visión no llegaremos a generar una acción profunda y con impacto en el modelo de sociedad que nos lleva a la extinción.

Dejemos que el planeta siga su curso, ¡salvemos la naturaleza y la especie humana!

Hernán Sandoval
Activista ambiental. Médico salubrista.