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Opinión

Los que sobran

Por: Roberto Cabrera Olea | Publicado: 13.09.2023
Los que sobran Imagen referencial – Los que sobran | Ilustración de Renzo Soto (IG @dibujos_de_renzo) y co-autoría de Roberto Cabrera (IG @elprofe_roberto)
¿Cómo es posible que “ellos” (dicha élite) tenga tanto poder sobre nosotros, que son capaces de hacernos creer en una realidad que simplemente es un ejercicio de estrategias en un tablero de ajedrez, donde lo que está en juego, no es material, sino energético, es decir nuestro sentir más profundo de carencia, soledad, dolor, abandono y tristeza?

Si hago el ejercicio en este momento de ponerme a pensar en el ser humano y la sociedad que hemos construido, lo que más aparece son preguntas en vez de una visión clara y que me de tranquilidad. Lo digo porque como el ser humano que soy, hijo de la dictadura y de su legado actual, entro fácilmente en creer en lo que alguien con poder, ese poder que yo mismo le he otorgado, ha interiorizado como respuestas ante mi constante incertidumbre.

¿Cuáles son esas preguntas que surgen en mi cabeza? Pues bien, daré rienda suelta a mi corazón, porque la cabeza ya las está comenzando a juzgar. Así es que me apresuraré.

¿Por qué cuando pienso en alguien resulta que me lo encuentro o me llama por teléfono?

¿Por qué lloro cuando alguien muere, por él, por ella, por mí que me quedo solo?

¿Por qué creo que los problemas son tan grandes que me quitan el hambre o el respiro?

¿Por qué no se discutió que la democracia es el mejor sistema de gobierno de un pueblo?

¿Por qué pareciera que la persona electa como nuestro supuesto mayor representante, llámese presidente, adquiere un aura casi sagrado? (hasta que pasan unos meses…)

¿Por qué es tan distinta la actitud que toman las personas al llegar a tener poder?

Todo pasa por la consciencia y las creencias, que mayoritariamente se sostienen en el miedo. Esto no es nuevo, lo sé. Lo que quiero transmitir es que ese estado de temor puede desaparecer, si realmente quisiéramos que fuera así. Si tuviéramos lo cojones de dar vuelta la tortilla, cueste lo que cueste porque tenemos el valor de hacernos cargo de tal cambio. De hacernos responsables de nuestra propia vida, donde nadie tendría la culpa de todo lo que vivimos o viviremos.

Sigo… ¿Queremos ese cambio?

¿Qué nos gusta de que alguien venga a decirnos que nos va a solucionar los problemas, si sabemos perfectamente en nuestro fuero interno que eso no sucederá?

¿Por qué seguimos jugando este juego donde estamos abajo y otros arriba?

¿Por qué si somos más de 8 mil millones de personas en este planeta, y los personajes que realmente manejan el sistema son contados con los dedos de las manos (de dos personas), no somos capaces de hacer un cambio real?

¿Por qué queremos seguir creyendo lo mismo, a pesar de la historia oficial y no oficial que conocemos?

¿Por qué la queja, la rabia, la furia ante el televisor al ver las noticias nos hace creer que estamos haciendo algo para que las cosas sean diferentes, y nos vamos a dormir tranquilos?

¿Por qué, si el premio Nobel de física 2022, fue entregado a quien demostró que lo físico no existe como lo creíamos, y que la materia es una ilusión, seguimos como si nada hubiese cambiado?

¿Por qué, si ya sabemos que esa aparente materia, incluidos nosotros mismos, es energía lenta, pero la misma que conforma un pensamiento o una consciencia, no buscamos cómo manejarla?

¿Por qué, si sabemos que la energía no desaparece sino que se transforma, no comenzamos a creer, poco a poco, que la consciencia de “estar abajo” puede convertirse en un “estar a la par”? No arriba, no abogo por las hegemonías.

¿Por qué entonces no podemos sentirnos libres?

¿Por qué nuestros proyectos pueden ser sometidos y destruidos por unos pocos a los que no les gustan nuestras ideas?

¿Nos hemos preguntado por qué el uso de tantos recursos para que 8 mil millones de personas no sepan que son infinitamente creativas?

¿Por qué la creatividad, la felicidad auténtica, la plenitud y el amor por uno mismo es tan amenazante para estos pocos señores y señoras de una élite que no muestra ni su rostro ni dice su nombre?

¿Por qué la separación?

¿Por qué la mentira de que somos distintos entre nosotros, si en lo profundo buscamos lo mismo?

¿Cómo es posible que “ellos” (dicha élite) tenga tanto poder sobre nosotros, que son capaces de hacernos creer en una realidad que simplemente es un ejercicio de estrategias en un tablero de ajedrez, donde lo que está en juego, no es material, sino energético, es decir nuestro sentir más profundo de carencia, soledad, dolor, abandono y tristeza?

¿Por qué ese constante empeño en que no descubramos que podemos transformar esas creencias y consciencia, y mantenernos en la idea de que el mundo lo mueve el miedo?

¿Por qué ese miedo es la base de nuestra vida al punto de transformarse nuestra existencia en sobrevivencia?

¿Por qué si somos tantos más que ellos, creemos que somos nosotros los que sobramos en este juego?

¿Qué pasaría si la consciencia individual del miedo se transformara en confianza y creatividad?

¿Cómo sería el mundo y el sistema de organización social, si dicha consciencia individual de confianza fuera poco a poco contagiándose llegando a ser una pandemia de liberación?

¿Cómo sería el momento en que reconocieran que podemos crear un mundo completamente nuevo sin ellos?

¿Cómo sería todo si dejáramos de pedir permiso y esa consciencia nueva no nos llevara a pasar por encima de ningún otro?

¿Qué pasaría si llegara el día en que nos diéramos cuenta que son ellos los que sobran?

Porque ellos siempre lo han sabido.

Roberto Cabrera Olea
Diseñador, docente, ensayista, maestro de reiki, gdo. Magíster en Ciencias Sociales.