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Chile, las causas del estallido social aún están vigentes

Por: Daniel Melo Contreras | Publicado: 18.10.2023
Chile, las causas del estallido social aún están vigentes Estallido Social, 2019 | Agencia Uno
En la actualidad, lo que no entiende la derecha y la extrema derecha republicana es que, el hondo malestar social que aún sigue presente en la sociedad chilena, es una verdadera bomba de tiempo. Mientras no resolvamos los problemas estructurales pendientes en Chile y que afectan la vida cotidiana de la gente, las razones del estallido, y sus causas, seguirán abiertas, carcomiendo el sistema democrático.

Al conmemorarse un aniversario más del estallido social que movilizó a miles de personas y movimientos en todo Chile es posible afirmar que, sus causas, aún están vigentes y sin respuestas concretas.

En la sociedad chilena, pese a la mejora evidente en la calidad de vida de la gente, los indicadores de baja de la pobreza y el crecimiento económico sostenido durante 30 años, la desigualdad y el abuso se impusieron como parte de la normalidad de un sistema económico y social que se mantiene hasta la actualidad en nuestro país.

El estallido social se originó en gran parte por la desigualdad económica y social, las altas tasas de endeudamiento, y la falta de acceso a servicios básicos como educación, salud y pensiones dignas. También se evidenciaron problemas de corrupción y abuso de poder con altos grados de impunidad que se habían normalizado como paradigma social.

Estas son algunas de las condiciones que crearon un ambiente de frustración y descontento entre la población, lo que derivó que el 18 de octubre del 2019 miles de chilenos saliéramos a las calles a protestar y exigir el término de las asimetrías y abusos que profundiza el neoliberalismo en Chile.

La primera respuesta el Gobierno de Sebastián Piñera fue el ejercicio de la represión, caracterizada por el uso excesivo de la fuerza, con la violación de los derechos humanos, sin distinción entre quienes marcharon pacíficamente, sin causar daños y aquellos que solo buscaron hacer destrozos y mancharon las demandas legítimas.

Al respecto los socialistas, siempre condenamos la violencia y el vandalismo. Sin excepción, fuimos críticos de este tipo de repertorios de acción. Del mismo modo que condenamos, enérgicamente, la violencia de la fuerza policial y la violación a los derechos humanos de manifestantes.

El gobierno del expresidente Piñera tiene importante responsabilidad en los acontecimientos de ese periodo. Recordemos sus desacertadas palabras, como, por ejemplo, indicar que estábamos en una guerra, lo cual fue descartado por el actual comandante en jefe del Ejército.

Hoy llama profundamente la atención esto de querer cambiar la historia por parte de Piñera, al hacer mención que vivió un verdadero “golpe de Estado no convencional”, nada más alejado de la realidad. No hay forma de expiar sus propias responsabilidades en un manejo desastroso de la crisis social más significativa que ha vivido nuestro país luego del retorno a la democracia.

Muestra clara de lo anterior es su total ausencia en el Acuerdo por la Paz y la Democracia que se firmó el 15 de noviembre del año 2019, el que, de forma transversal, buscó dar una salida, por arriba, a la crisis social e institucional que vivía Chile.

La propuesta de encauzar el dilema constitucional por la vía democrática y, de ese modo, resolver los problemas estructurales de la democracia, tuvieron el apoyo de una mayoría sustancial en el parlamento, pese a la miopía política de algunos sectores de la izquierda que se restaron a última hora de este hecho político.

En la actualidad, lo que no entiende la derecha y la extrema derecha republicana es que, el hondo malestar social que aún sigue presente en la sociedad chilena, es una verdadera bomba de tiempo. Mientras no resolvamos los problemas estructurales pendientes en Chile y que afectan la vida cotidiana de la gente, las razones del estallido, y sus causas, seguirán abiertas, carcomiendo el sistema democrático.

Tenemos pendiente los derechos sociales y económicos de las personas. Garantizar el acceso a la salud, la educación y la vivienda. La brecha entre los sectores más ricos y pobres sigue siendo considerable. Sumado a esto, estamos entrampados en un debate constitucional que, en este segundo intento, luego del fracaso de la convención, sólo ha dado señales de retroceso en materias sentidas para la ciudadanía, como son los derechos de las mujeres, trabajadores, o la construcción de un Estado Social que permita garantizar derechos sociales y enfrentar la crisis climática.

Debemos avanzar hacia un Chile más equitativo y próspero, pero evidentemente se hacen sumamente necesarias una serie de reformas integrales de fondo. Esto incluye la construcción de un sistema de salud y educación de calidad accesible para todos, la promoción de empleos dignos, la implementación de políticas de protección social efectivas y un nuevo sistema de pensiones, que garanticen la calidad de vida de nuestras personas mayores.

Junto a lo antes mencionado, es fundamental avanzar hacia un modelo de desarrollo sostenible que promueva la inversión en energías renovables, la protección del medio ambiente y la inclusión económica. Es decir que avancemos hacia un Estado de bienestar que se funde en el desarrollo de las personas y en una relación armónica con la naturaleza.

Por último, hay un desafío que es mayor. La contracara del estallido social es una cultura de la inmediatez que deriva de una (anti)escala de valores, producto de décadas de modelo neoliberal. Parte importante de la sociedad impugna el ejercicio de la política, y espera respuestas inmediatas a, en muchos casos, justas demandas. En otras, prefiere “saltarse” las reglas establecidas, exaltándose el egoísmo y la ausencia de espacios comunitarios y solidarios. Esta impugnación a la política tiene su correlato en una sociedad que cuestiona todo lo establecido; que otorga su respaldo a los outsider y que luego se lo puede quitar; que no desacredita necesariamente al régimen democrático, pero comprende los procedimientos democráticos y sus instituciones como un problema a la hora de la búsqueda de soluciones.

Entonces, para la izquierda, resulta necesario buscar respuestas para esta sociedad, ya no sólo en solicitarle a la gente que “crea” que la democracia y sus procedimientos darán una respuesta. Se requiere entregar más que una “promesa” o un proyecto a largo plazo, sino que debemos avanzar en otorgar la certeza de una mejora ostensible en la vida cotidiana de las personas, en que los frutos del desarrollo del país sean repartidos con mayor celeridad, en que las capacidades individuales sean justamente recompensadas, y en que la posibilidad de vivir juntos tenga un verdadero sentido de lo colectivo.

Daniel Melo Contreras
Diputado del distrito N°13 por el Partido Socialita (PS)