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Opinión

Vivir después del suicidio

Por: Álvaro Jiménez Molina | Publicado: 12.11.2023
Vivir después del suicidio Imagen referencial | Agencia Uno
A 10 años del inicio del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, es una buena ocasión para hacernos la pregunta respecto a las mejores maneras de cuidar y acompañar a aquellos que tras el vacío de la pérdida se ven enfrentados a un presente congelado, para que el tiempo pueda recuperar su fluir, para hacer frente al dolor de vivir después de un suicidio.

El suicidio es una forma radical de detener un sufrimiento insoportable. Pero allí donde acaba con el dolor de uno, produce dolor en otros.

Angélica tiene 29 años y a los 26 perdió a su hermana. Ella recuerda “un proceso de duelo increíblemente turbulento, con una necesidad de buscar los ‘por qué’, ‘qué no vimos’, ‘qué podríamos haber hecho’. La inversión de energía asociada a la respuesta al suicidio desgasta el triple en relación a otras muertes”. Como Angélica, una de cada cinco personas se verá expuesta al suicidio de un conocido o ser querido en algún momento de su vida. Además, por cada suicidio hay entre cinco a diez personas que sufren un impacto significativo y requieren algún tipo de apoyo.

La pérdida de un ser querido por suicidio puede tener graves consecuencias para la salud física y mental de las personas, así como para el bienestar de familias y comunidades. Se denomina “sobrevivientes” a aquellas personas vinculadas afectivamente a quienes han intentado suicidarse o han muerto por suicidio (familiares, amigos, compañeros) y se han visto afectadas en distintos grados por la pérdida. Al tratarse de una muerte repentina y estigmatizada, una interrupción violenta de la vida cotidiana que altera profundamente las dinámicas familiares, el duelo por suicidio presenta características que lo diferencian de otros tipos de duelo. Como lo describe Nicole (43 años), quien hace una década perdió a su padre, “la muerte por suicidio es más terrible porque socialmente es una cuestión tabú, traumática, de la que no se habla”.

En las fases iniciales del duelo, los sobrevivientes a menudo oscilan entre la negación de la pérdida y una experiencia de suspensión del tiempo que puede venir acompañada por sentimientos de rabia, abandono o vergüenza. El suicidio genera además cuestionamientos que interpelan a los sobrevivientes respecto a su papel (real o imaginario) en la muerte del otro. De ahí que en muchos casos las personas se vean inmersas en una vida parasitada por la culpa, esa forma dolorosa de sentir lo irreparable.

Esta manera de habitar el mundo, caracterizada por un movimiento pendular y acelerado entre distintos estados afectivos, queda reflejada en el testimonio de Claudia (25 años), quien hace cuatro años perdió a su hermana mayor: “era un círculo que me ponía muy irritable y después me sentía culpable. Y después me volvía a poner irritable. Como que no podía salir de ese bucle […] es como una montaña rusa constante. Uno siente que avanza y está muy bien. Y luego vuelves a retroceder: la misma pena, la misma rabia, como si hubiese pasado un mes”.

Durante el proceso de duelo, los sobrevivientes se ven en la necesidad de construir un marco de sentido para comprender las razones y secuelas de la pérdida, un trabajo de reconstrucción de significados que puede extenderse durante varios años. Y es que el suicidio es un acto que instala una incógnita en el corazón de la vida (¿por qué lo hizo?) y el sobreviviente deberá aprender a convivir con una falta de respuesta. Además, como señalaba Nicole, el proceso de duelo puede llegar a ser más difícil puesto que se trata de una pérdida de la que no se habla.

El estigma conduce muchas veces al aislamiento y a una experiencia de soledad redoblada por el silenciamiento, tal como lo describe Francisca (37 años): “lo particular de este duelo es que no tenía a nadie a quien contarle […] a ninguno de mis amigos le había pasado esto. Entonces yo era la única que andaba cargando un peso que nadie más conocía. Y no todo el mundo quiere escucharte. Nadie quiere escuchar eso, nadie está preparado para lidiar con eso. Entonces te lo vas guardando y sale en forma de crisis de pánico, de insomnio, de mil cosas”.

“Entonces te lo vas guardando”. Y como resultado de este vacío enmudecido, de esa falta de descanso llamada “duelo”, los sobrevivientes presentan un riesgo dos a tres veces mayor de sufrir problemas de salud mental en comparación con la población general. Por ello ha crecido la necesidad de desarrollar no sólo estrategias de “prevención” del suicidio, sino también de “postvención”. La postvención refiere a una serie de acciones de apoyo que se implementan luego de una muerte por suicidio, con el objeto de acompañar a los sobrevivientes, facilitar el proceso de duelo, la expresión del sufrimiento causado por la pérdida y la recuperación o estabilización después del suicidio. En tanto estrategia de apoyo y acompañamiento en el proceso de elaboración de la pérdida, la postvención es también una manera de prevenir el riesgo de nuevos comportamientos suicidas por parte de otros miembros de la familia o comunidad afectada.

En 2013, Chile comenzó a implementar el Programa Nacional de Prevención del Suicidio. Este programa considera algunos elementos de postvención como parte de las estrategias de respuesta; sin embargo, éstos sólo aparecen como lineamientos generales en contexto escolar o como directrices de manejo de la información para los medios de comunicación. Como una manera de complementar estas acciones, en 2021 el Ministerio de Salud publicó una guía con directrices generales de apoyo a sobrevivientes [descarga aquí].

A pesar de estas acciones, muchos sobrevivientes reconocen la existencia de barreras para acceder a apoyo especializado, ya sea por falta de servicios disponibles, incertidumbre sobre dónde buscar ayuda o estigmatización durante el proceso de búsqueda de apoyo. “Yo no busqué ayuda después del suicidio de mi papá –afirma Nicole– porque me daba entre vergüenza y miedo. Pronunciar la palabra sigue siendo fuerte, pero hubo momentos en que yo no lo podía pronunciar”.

¿Cómo buscar ayuda cuando las palabras chocan contra la vergüenza, el miedo o lo innombrable? Se estima que sólo una de cada cuatro personas en duelo por suicidio busca ayuda profesional durante el primer año después de la pérdida. Pero las alternativas existen. Una de ellas son los grupos de apoyo mutuo, espacios donde es posible compartir­ -en un entorno seguro y sin prejuicios­­- sentimientos y experiencias con personas que han vivido situaciones similares, y también existen alternativas individuales.

Lo importante es encontrar un lugar de palabra que facilite la elaboración del duelo y la comprensión de los diversos efectos de la pérdida, para que los sobrevivientes puedan construir nuevas narrativas en torno a sus vidas. Y continuar. Como menciona Carolina (36 años), quien perdió a uno de sus hermanos, “hoy puedo contarte esto sin taquicardia, sin desarmarme entera. Y quisiera poder hacer ese aporte para otros y decirles: ‘quizás un día tú también podrás hacerlo, porque el dolor va a estar ahí, pero podrás hacer una vida con ello’.”

A 10 años del inicio del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, es una buena ocasión para hacernos la pregunta respecto a las mejores maneras de cuidar y acompañar a aquellos que tras el vacío de la pérdida se ven enfrentados a un presente congelado, para que el tiempo pueda recuperar su fluir, para hacer frente al dolor de vivir después de un suicidio.

 

*Nota: Los testimonios han sido recogidos en el marco del estudio “Duelo por suicidio y estrategias de postvención” del Instituto Milenio MIDAP. Los nombres de los participantes han sido modificados para resguardar anonimato. En Chile existen distintos espacios de ayuda gratuita (telefónica o en línea) para personas que presenten pensamientos suicidas.

Línea de Prevención del Suicidio: *4141

Fono Salud Responde del Ministerio de Salud: 600 360 7777

Programa Quédate (Región Metropolitana): https://quedate.cl/

Plataforma Saludablemente: https://www.gob.cl/saludablemente/

Y la Fundación José Ignacio cuenta con espacios de ayuda para sobrevivientes de muerte por suicidio: https://www.fundacionjoseignacio.org

Álvaro Jiménez Molina
Psicólogo, académico Facultad de Psicología UDP e investigador del Instituto Milenio MIDAP y Núcleo Milenio Imhay