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Opinión

A golpe de plebiscito

Por: Modesto Gayo | Publicado: 23.12.2023
A golpe de plebiscito Imagen refrencial | Agencia Uno
A días de una jornada electoral destinada a ser crucial, parece tan lejano el plebiscito ya, tan ausente su sentido, tan menguante su figura, tan rotundo su adiós, tan acabado su propósito, que es menos que un globo de helio en el cielo, disfrazado de algo importante que acumuló la historia de los fracasos, del sueño finalmente de un Chile unido. Marzo volverá como siempre. Instalado el cuadrilátero, los políticos afilan el verbo y las artes de la disputa. El país se mira al espejo y reconoce por fin que es lo que será.

El pasado de los últimos 50 años en Chile parece definirse, golpe a golpe, por los referendos. Este debe ser uno de los países más plebiscitados del mundo. Mientras los españoles no consiguen votar por la monarquía o la república, cuando el aborto en Estados Unidos revive con nuevas interpretaciones la vieja constitución mil y una veces restaurada, en contraste con las cartas magnas impuestas que todavía sobreviven en Alemania y Japón, lejana ya la Segunda Guerra Mundial, nuestro pequeño país de Sudamérica frecuentemente traza planes para su futuro, como si de un ensanche moderno de la ciudad se tratara.

En algún momento hubo aquí una dictadura agria. Hoy queda una imagen de democracia y desencuentro, de plebiscitos perdidos, de cambios de mecha corta y protestas de vuelcos inesperados, al modo de un saltimbanqui que jugase con los votos y riese y llorase en este teatro nacional de tono finalmente dramático. Quizás el de este último 17 de diciembre sea el peor de todos los plebiscitos, muerto al día siguiente sin llanto alguno, aunque fuese de plañideras oficiales, ni ritual que deba constar en el escrito de cronista alguno de la época.

Con la premura que fue concebido el proceso constituyente, bajo el silencio que reinó, adelantó su suicidio convenientemente liderado el nuevo proyecto de mandato político por la derecha conservadora, que nunca quiso cambio alguno. Los protectores de la vida por nacer fueron protagonistas del mayor aborto político conocido en los últimos tiempos worldwide y sin rubor alguno dejaron escapar su alegría entre gestos ridículos de enfado de niño mimado, finalmente castigado sin el juguete que siempre odió.

La dulce música de la navidad recorre irónicamente la ciudad que dijo querer un cambio contundente. Apaga cualquier sonido de trompeta insatisfecha, desplaza a los “ultras de los cambios” de la plaza Dignidad, ahora limpia como una patena, y restaura la fiesta que no se pudo vivir el último 18 de septiembre. Los belenes de este año y sus villancicos son los más políticos que ha vivido el país en décadas, todavía rebotando el eco incompresible de qué es lo que ha sucedido en este lugar del mundo, qué somos y hacia dónde queremos ir. Todas preguntas sin respuestas que esperamos que el Viejito Pascuero nos ayude a responder cuando llegue cargado con los regalos para un país que necesita dirección.

Este verano, el mismo teñido por el Niño que desconvoca cualquier veleidad de reunión de las 12 de la tarde con fines políticos, dibuja la pendiente hacia el asueto de una sociedad que algún otro otoño soñó cambiar. A días de una jornada electoral destinada a ser crucial, parece tan lejano el plebiscito ya, tan ausente su sentido, tan menguante su figura, tan rotundo su adiós, tan acabado su propósito, que es menos que un globo de helio en el cielo, disfrazado de algo importante que acumuló la historia de los fracasos, del sueño finalmente de un Chile unido. Marzo volverá como siempre. Instalado el cuadrilátero, los políticos afilan el verbo y las artes de la disputa. El país se mira al espejo y reconoce por fin que es lo que será.

Modesto Gayo
Académico de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales (UDP)