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La política y el crimen organizado

Por: Marcelo Espinoza | Publicado: 29.04.2024
La política y el crimen organizado Imagen referencial | AGENCIAUNO
El académico argentino Marcelo Sain, plantea su hipótesis al respecto, considerando su experiencia de años en la academia, y como ex ministro de Seguridad en la provincia de Santa Fe, afirma que, “es imposible hacer todo lo que hace una organización relevante ­–importar la droga, distribuirla, venderla, abastecerse de armas, de personal a cargo, invertir el dinero– si no hay algún tipo de alianza con personeros o sectores del Estado”.

*Primera parte de una columna dividida en dos entregas

El cambio en el escenario político en los últimos años, es impresionante. De miles de personas en las calles clamando por cambios sociales, hemos pasado a un estado de angustia y a que sea el clamor por seguridad el primer tema de la agenda política.

El informe 2024 del Centro de Estudio y Análisis del Delito (CEAD) de la Subsecretaría de Prevención del Delito, registra que entre los años 2014 y 2023 han disminuido los delitos más simples y han aumentado los delitos más graves y violentos. En los llamados delitos de mayor connotación social de este informe se incluyen 12 delitos, que van desde hurtos a homicidios.

Los delitos por hurto durante el año 2014 fueron de 1.080 por 100 mil habitantes, pero en el año 2023 la tasa disminuyó a casi la mitad, con 647 por 100 mil habitantes. Ahora, hubo cuatro delitos de un total de 12 que incrementaron su tasa en el periodo: robo con fuerza un 27.1 %; robo con violencia o intimidación un 11.5 %; violaciones un 46.6 % y homicidios con un preocupante 60%.

En el caso particular de los homicidios, estos pasaron de una tasa de 3.0 por 100 mil habitantes en el año 2014 a una tasa de 4.8 en 2023. Siendo la tipología de homicidios que aumenta el de aquellos con arma de fuego.

Hay delitos nuevos también, de mayor violencia y que no están consignados aún en el informe, como las extorsiones, amenazas, secuestros y sicariato, que pueden vincularse a la llegada al país de bandas criminales organizadas (Hugo Frühling, académico U Chile).

En el presente año se emitió el Primer Informe Nacional de Homicidios Consumados 2018 – 2022. Este informe nuevo, de la Subsecretaría de Prevención del Delito, logra integrar por primera vez a todas las instituciones, junto con depurar la información evitando omisiones o duplicaciones.

Se observa un aumento permanente y acelerado en el número de homicidios en el periodo estudiado: 845 homicidios en 2018, 924 en 2019, 1115 en 2020, 906 en 2021 (efecto pandemia), y 1322 en 2022. La tasa por 100 mil habitantes varía entre 4.5 en 2018 a 5.6 el año 2022 según este informe (cifra diferente al informe CEAD mencionado anteriormente).

Para contextualizar esta cifra, digamos que la tasa de homicidios el año 2022 por 100 mil habitantes en otros países es la siguiente: México 25.5, Venezuela 35.3, Uruguay 10.8, Argentina 4.2.

En Chile el incremento de homicidios entre el año 2018 y 2022 es de 40% en cuatro años. Un incremento exorbitante, una variación que da cuenta de un fenómeno nuevo en el país, que sorprende a una institucionalidad que no estaba preparada para hacerle frente.

El asunto es más complejo aun: se observa un incremento de las víctimas de nacionalidad extranjera, pasando de 5.7% en 2018 a 17.02% en 2022. Se ha triplicado este porcentaje en cuatro años, lo que indicaría el peso relativo que está alcanzando la criminalidad de origen extranjero.

Es similar lo que ocurre con los victimarios conocidos: los extranjeros suben de 3.5% a 13.1% entre 2018 y 2022. Casi se ha cuadruplicado la tasa en solo cuatro años; si tan solo se duplicara en los próximos años, los asesinos extranjeros llegarían a 26% de los victimarios.

En relación a los casos de víctimas con victimarios desconocidos, han aumentado de 23.7 % a 41.6 % en el mismo periodo, un incremento del 75%, lo que sería un indicador del incremento sustantivo del actuar de bandas criminales organizadas y que los organismos policiales están siendo superados por esta delincuencia. La situación es compleja.

¿Cómo llegamos a esto?

Diversos académicos fijan el comienzo en los años 90 (A. Feldman, Carlos Solar 2018). La primera manifestación es el microtráfico en las poblaciones, principalmente, pero que también se expande en otros sectores. Al recuperar la democracia, los organismos de inteligencia tanto de las FFAA como de Carabineros siguieron actuando como durante la dictadura, sin injerencia de las autoridades democráticas civiles, y tenían sus propios objetivos.

El gobierno democrático de entonces, creo su propia Agencia de Inteligencia y su quehacer se enfocó en las células activas del FPMR Autónomo (descolgado del Partido Comunista), y del Frente Juvenil Lautaro (asociado al Mapu), y de un eventual resurgimiento del pinochetismo.

De la delincuencia común, ni hablar. Así es como comienza un incremento del microtráfico, lento y perseverante en las poblaciones. Es la primera fase. Era el momento de detenerlo o controlarlo, pero eso no ocurrió y la delincuencia encontró el camino libre. En un comienzo las organizaciones delictuales fueron más precarias y se dedicaban solo al microtráfico, pero luego hubo una evolución, la implantación del crimen organizado es un proceso paulatino, en donde hay un aprendizaje.

El negocio comienza a diversificarse con bandas nacionales, es la segunda fase: se pasa al robo de vehículos, de allí a los cajeros automáticos, luego los portonazos, el microcrédito, homicidios, los delitos son más violentos y recurrentes.

Más tarde, en un estadio más avanzado, con más organización y recursos comienza la tercera fase: aparecen la extorsión, el tráfico de personas, el secuestro, el sicariato, de la mano de bandas internacionales. Los chilenos somos testigos de esto. De la inteligencia policial, necesaria para enfrentar esta delincuencia organizada, ni hablar.

A estas alturas hay evidencias de la penetración profunda de bandas criminales extranjeras. Primero fue en el norte del país, hasta expandirse en un proceso paulatino a otras regiones. La Fiscalía Centro Norte ha identificado a ocho bandas criminales que operan en Santiago: Tren de Aragua (Venezolanos), Lo Pulpos (Peruanos), Espartanos (colombianos), Nueva Generación (peruanos), Del Callao (peruanos), Los Meleon (venezolanos), Los Orientales (venezolanos), Los Valencianos (venezolanos).

La dinámica de incremento de la delincuencia, es el mismo fenómeno observado antes en Colombia o México. Hay ciertos patrones, pero es una oleada criminal presente en toda América Latina, en que unos países comenzaron antes y otros después (A. Feldman, JP. Luna).

Los países se hacen importantes para el mercado criminal por razones diferentes. Unos son importantes como productores (Perú – Paraguay). Otros países tienen un mercado interno poderoso (Brasil – Argentina y tal vez Chile actualmente). Otros son importantes como ruta de tráfico internacional hacia Europa o Asia, o por el lavado de dinero (Chile), (A Feldman).

En zonas controladas emergen los “toldos azules”, expresión de bandas que se apoderan de los barrios, y arriendan puestos y cobran por seguridad. Hay tomas de terreno, surgidas de la miseria y falta de viviendas, que han sido capturadas por esta bandas por medio de la violencia.

En una toma de terrenos se encontró el cuerpo del militar venezolano secuestrado y posteriormente asesinado. La banda los Trinitarios (República Dominicana), se apoderó de la toma Nuevo Amanecer en la comuna de Cerrillos; loteaban los terrenos y luego cobraban a los pobladores por ocuparlos, hasta había una “casa de cambios” en la zona.

En la comuna de Puente Alto, intentaron apoderarse de la toma “El sueño de todos”, armados con fusiles de guerra, declarando expresamente sus intenciones y robando los enseres de los pobladores. Es decir, el grado de penetración es enorme, pero no sabemos aún la profundidad, si habrán permeado ya las instituciones, y estemos en la cuarta fase, no tenemos certezas.

Al respecto sostiene el académico Andreas Feldman, “Hay un momento en que confluyen y se coluden, actores políticos –agentes estatales– y crimen organizado”, ¿se habrá iniciado la cuarta fase?

El académico argentino Marcelo Sain, plantea su hipótesis al respecto, considerando su experiencia de años en la academia, y como ex ministro de Seguridad en la provincia de Santa Fe, afirma que, “es imposible hacer todo lo que hace una organización relevante ­–importar la droga, distribuirla, venderla, abastecerse de armas, de personal a cargo, invertir el dinero– si no hay algún tipo de alianza con personeros o sectores del Estado”.

Al respecto, Sain se pregunta, “¿Cómo llega la droga a los mercados de Chile? Atraviesa puertos, aeropuertos y frontera seca. Y luego, atraviesa medio país para llegar a donde se prepara, se corta, distribuye y comercializa. Entonces, ¿no hay ningún consentimiento del Estado en algún escalón? Sea por acción u omisión. Esto en Chile lleva mucho tiempo”.

Marcelo Espinoza
Magister en Ciencia Política.