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El sueño truncado de Vilma: La historia de la migrante boliviana que fue estafada con un terreno en la toma del Cerro Renca

Por: Noemi Nilo | Publicado: 13.03.2021
El sueño truncado de Vilma: La historia de la migrante boliviana que fue estafada con un terreno en la toma del Cerro Renca Toma Cerro Renca. Foto: elradarrenca.cl | Vilma Ayanome (32). Foto: elradarrenca.cl
Vilma Ayanome, migrante Boliviana proveniente de Cochabamba, decidió pagarle un millón y medio a dos desconocidos que le vendieron un terreno ubicado en las faldas del Cerro Renca, con la intención de abandonar definitivamente la modesta vivienda que habitaba en una fábrica de ladrillos. Su sueño se truncó cuando este miércoles llegó un gran contingente de Carabineros a desalojar la denominada “Toma Esperanza” y se enteró que la compra que había hecho era un fraude. El sueño de la casa propia apenas le duró una semana. Esta es su historia.

Apenas Vilma Ayanome (32) puso un pie en la Toma Esperanza un par de hombres se le acercaron para proponerle comprar un terreno. «Te lo vendo, esto es seguro”, le dijeron.

La primera vez que se enteró del campamento ubicado en los faldeos del Cerro Renca fue en la fábrica de ladrillos, donde trabajaba y vivía de allegada, ubicada en camino Lo Echevers. Allí, un cliente acudió a comprar materiales para edificarse una vivienda en la toma.

Días más tarde, Vilma salió a comprar a Estación Central y aprovechó de ver los terrenos ubicados al costado de la caletera General Velásquez, frente a la popular población Huamachuco. Sintió curiosidad. Podía ser la oportunidad para vivir en un hogar junto a su hija de 7 años y su bebé de tan solo 8 meses, pensó. Así que decidió acercarse y preguntar qué es lo que tenía que hacer para estar allí. 

El 19 de febrero llegaron las primeras 45 personas a la falda oriente del Cerro Renca y Lo Ruiz, 16 eran menores de edad y 10 migrantes. Esa jornada se acercaron funcionarios de la Municipalidad de Renca a entregar algunas ayudas provisorias, orientaciones y para hacer un catastro, pero no todos quisieron inscribirse.

En tres semanas la toma creció exponencialmente. Se instalaron en el lugar alrededor de mil personas en carpas, todos igual de necesitados que Vilma. Algunos construyeron habitaciones con palos y mallas “kiwi”. Hubo al menos 30 autos estacionados durante los últimos días.

Los sonidos de balazos y riñas violentas entre los nuevos habitantes del lugar comenzaron a preocupar a los vecinos que viven al otro lado de la carretera. Desde su ventana, un integrante del medio local El Radar Renca, pudo observar lo que sucedía en aquel lado del cerro. Al comienzo de la ocupación, asegura, el ambiente en la toma era distinto. El primer grupo venía del campamento Violeta Parra de Cerro Navia, donde habían conformado un comité de vivienda y resolvían todos sus asuntos en asambleas.

Eso fue al comienzo. Luego, el asunto se desbordó.

 

Toma Cerro Renca. Foto: elradarrenca.cl

La ilusión

Fue la ilusión de abandonar la pequeña pieza donde vivía de allegada en una fábrica de ladrillos, construida con planchas de calamina y otros materiales de construcción usados, lo que motivo a Vilma a interesarse en cómo obtener un pequeño terreno en la toma Esperanza del Cerro  Renca. En invierno la vivienda se llovía, usaba un pozo séptico como baño y una cocinilla de camping para sobrevivir. A pocos metros de allí vive su hermana, acompañada de sus tres hijos. Ambas son madres solteras y estaban realmente desesperadas de vivir en esas condiciones.

“No es tan bueno vivir acá, tal vez puedo conseguir algo mejor. Teniendo mi casita por lo menos voy a estar con mis hijas”, pensó la mujer proveniente de Cochabamba, Bolivia, tras recibir la oferta de un pago único por un millón y medio de pesos.

Vilma ahorró parte de su sueldo y acordó con su hermana comprar juntas el terreno, correspondiente a tres lotes que en conjunto sumaban cerca de 200 m2. Ese fue el acuerdo que hizo los primeros días de marzo con los vendedores: un hombre de nacionalidad haitiana apodado “Nenei” y otro que reconoció como «mapuche». Ninguno de los dos, sin embargo, quiso decirle su verdadero nombre. Vilma comenzó a desconfiar luego de que le negaran sacar fotos al terreno, pero la convencieron tras asegurarle que la Municipalidad de Renca estaba al tanto de la situación y que había ido una trabajadora social a visitarlos. También le prometieron que iría un notario a documentar la venta. Nada era cierto.

Luego de entregar el dinero de la operación fraudulenta, las hermanas Ayanome pagaron 500 mil pesos en ladrillos a la empresa donde ellas mismas los fabricaban. Hoy lamentan la pérdida de dos millones de pesos de inversión, cifra que pensaban les serviría para poder asegurar un hogar a sus familias.

Al consultarle a la Municipalidad de Renca sobre presuntos casos de estafa en la toma, señalaron que Carabineros estaría al tanto de la situación. Vilma quedó tan afectada que aún no ha estampado una denuncia formal al respecto.

El desalojo

La toma estaba dividida en varios sectores. Al cruzar desde la pasarela que une las casas con el cerro, arriba de la autopista General Velásquez, se observaba el incipiente campamento dividido en lotes. Allí, rodeado de un paisaje agreste en los faldeos del Cerro Renca, estaba el terreno que Vilma y su hermana cancelaron con la esperanza de tener por fin un terreno propio donde vivir.

El centro del asentamiento se conocía como la Toma Esperanza y albergaba a los habitantes que llegaron los primeros días. En el lado norte del cerro se instalaron vecinos de distintos comités de allegados provenientes de sectores aledaños. El lado más cercano a la carretera fue habitado, poco tiempo después, por migrantes dominicanos y colombianos.

El desalojo, en rigor, parecía inminente. El miércoles de esta semana, Vilma supo por su hermana que estaban desalojando a las familias apostadas en el lugar. Ambas corrieron desde la fábrica de ladrillos a ver su terreno, pero ya no había nada que hacer.

Desalojo

Desalojo Toma Cerro Renca. Foto ©Rodrigo Saavedra – elradarrenca.cl

Alrededor de las 8:00 horas de la mañana personal de la Prefectura Santiago Occidente de Carabineros llegó al campamento con un carro lanza aguas, comunicando por un alta voz que las familias debían retirarse del lugar pues la ocupación era ilegal y la Intendencia Regional Metropolitana ordenaba su desalojo. Fue un trabajo sencillo para los 100 Carabineros que llegaron al lugar, debido a que no hubo mayor resistencia. Tras el desalojo, según informó la institución, hubo cinco detenidos por porte de armas, receptación y ordenes de detención pendiente.

“Vecina pero cómo pagaste tanto”, le dijeron a Vilma luego que esta contó cuanto había pagado por el sitio. Tan amargada estaba que tampoco se preocupó de los ladrillos que tenía en su lote. Los hombres que la estafaron jamás volvieron a contestarle el teléfono. Vilma abandonó el lugar entre lágrimas.

El terreno donde se emplazaba el campamento es propiedad de Gonzalo Alarcón Lavín y otra parte del Ministerio de Obras Públicas. Allí se pretende construir el túnel Lo Ruiz que busca unir Renca con Quilicura.

Los campamentos

Vilma llegó el 2017 a Chile de la mano de su hija que en ese entonces tenía cuatro años. Huyó de su pareja, un hombre que define como violento y que no aportaba económicamente a su hogar. Pese a que él la siguió y la visitó varias veces para convencerla de devolverse a su país, ella se quedó en Santiago en búsqueda de nuevas oportunidades.

En Bolivia terminó la carrera de Planificación del Territorio y Medio Ambiente, pero no alcanzó a titularse; tampoco a ejercer. Al ver las condiciones del terreno del Cerro Renca pensó en acercarse a la Municipalidad para ofrecer sus servicios. “Este puede ser un asentamiento bonito, solo hace falta planificarlo”, dice Vilma.

La toma del Cerro Renca se sumó, según el último Catastro Nacional de Campamentos de 2019, a un largo listado de 802 campamentos en el país. Un 30,3% de ellos es ocupado por migrantes. La región de Valparaíso es la que más concentra campamentos en el país.

Desolojo Toma Cerro Renca. Foto ©Rodrigo Saavedra – elradarrenca.cl

El abogado Rodolfo Noriega de la Coordinadora Nacional de Migrantes, explica que algunos migrantes “alcanzan a arrendar piezas, otros a hacinarse, otros en guetos verticales, buscan distintas opciones y una de ellas son las tomas. De repente implica tener una mejor calidad de vida, pese a lo precario de las construcciones, carencias de servicios básicos, el tema de tener un espacio más amplio dignifica un poco más su residencia en el país”.

La diferencia es que ahora se hace más evidente en la capital, pero es una práctica común en otras ciudades del norte del país y en comunas de la región metropolitana como Cerro Navia, Colina, Lampa o Peñalolén.

Antes del desalojo, la Municipalidad de Renca tomó contacto con 60 familias de la toma que conforman el Comité Renca Dignidad, orientándolos para iniciar el largo proceso de postulación a subsidios habitacionales otorgados por el Serviu.

Vilma no quedó en contacto con nadie de la toma. Algunas personas dicen que ella fue la única que alcanzó a pagar por los lotes, sin embargo las ofertas de venta estuvieron abiertas durante varios días e incluso se viralizaron avisos por Facebook.

«Ahora pienso buscar otro lugar, pero no sé que hacer. Con mi hermana estamos pensando en ir a denunciar a Carabineros, pero primero queremos encontrar a los hombres que le pagamos el terreno», dice Vilma en un último intento por recuperar, en parte, algo del dinero perdido.

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