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Clarisa Hardy sobre impacto de megaelección: «Espero que el resultado permita dar alguna racionalidad a las distintas oposiciones»

Por: Meritxell Freixas @MeritxellFr | Publicado: 16.05.2021
Clarisa Hardy sobre impacto de megaelección: «Espero que el resultado permita dar alguna racionalidad a las distintas oposiciones» A_UNO_clarisa hardy | / agenciaUno.
La presidenta del Instituto Igualdad revisa en El Desconcierto el impacto y los alcances de la superelección de este fin de semana para Chile y para la región.

Probablemente este sea el fin de semana más relevante de 2021, políticamente hablando. Cuatro elecciones simultáneas se celebran este sábado y domingo: alcaldes y concejales, las más tradicionales que hay en juego; gobernadores, una elección nueva que supone un cambio relevante en la estructura política de los cargos intermedios (hasta ahora designados por el Ejecutivo); y los y las 155 constituyentes a cargo de escribir la nueva Constitución. Siete meses después del plebiscito en el que Chile votó por un cambio de su marco normativo, finalmente, y tras una campaña marcada por las restricciones de la pandemia, ha llegado el momento de elegir a los encargados de llevarlo a cabo.

Nada de lo que ocurra durante esta megaelección será irrelevante. ¿Cómo habrá que leer los resultados de estos comicios? ¿Qué impacto tendrán en las negociaciones de las primarias presidenciales? ¿Cómo afectará una eventual disminución de la participación? Ante la trascendencia histórica de esta cita electoral, El Desconcierto conversa con Clarisa Hardy, presidenta del Instituto Igualdad (centro de pensamiento del PS), y ex ministra de Planificación del primer gobierno de Michelle Bachelet.

¿Estamos ante unas elecciones que habrá que leer en clave de bloque?

Me cuesta imaginar que así sea. La última encuesta Ipsos menciona que solo el 43% de los chilenos saben que hay cuatro elecciones distintas. Ha habido una deuda en la información pública por la escasa difusión, propaganda y conocimiento frente a la opinión pública de todo esto. Muchas personas ignoran todo lo que se elegirá este fin de semana. Es probable que en su imaginario esté la lógica «gobierno u oposición». Se combinan elecciones que no son parte de la lógica tradicional con la que suelen enfrentarse políticamente las votaciones. Las elecciones municipales tradicionales, que no son una señal clara del pulso político nacional (tienen más que ver con la realidad local), se combinan con la que es la madre de todas las batallas, la Convención Constitucional y, además, se suma esa figura nueva [del gobernador] que la Ipsos confirma que muy poca gente sabe de qué se trata. Nos vamos a encontrar, probablemente, que hay más votos en un tipo de papeletas que en otras porque, posiblemente, la gente haga opciones. Si hay más opciones por la Constituyente, sí creo que será una votación más enfocada en el pulso político más global.

¿Entonces solo la Convención se enmarcaría en una votación en clave de bloques?

No sé si la palabra es bloque o una votación más nacional, de pronunciamiento político, porque el tema de los bloques es parte de la incógnita. De pronto, los bloques tradicionales son aquellos a los que no les va como pensaban y hay un fuerte impacto de los independientes. Por el sistema electoral, es difícil que las listas de independientes reflejen en el número de electos el caudal de votos que van a recibir, pero muchos independientes están yendo en listas de pactos y, en ese sentido, va a haber que mirar mucho para entender qué pasó en cada elección.

¿Los independientes pueden ayudar a dar más legitimidad al proceso?

El grado de legitimidad de la Convención Constitucional va a estar dado, sin duda, por la capacidad de movilización del electorado y esto es tanto o más decidor que los propios independientes. La figura del independiente, más que darle legitimidad, canaliza una votación que de otra manera tal vez habría sido menos atractiva para los electores no militantes, que son la mayoría. Sin embargo, se va a dar la paradoja de que, finalmente, por el sistema electoral, va a pesar más el número de electos por listas de pactos de partidos. Las listas independientes pueden sumar muchos votos en la diversidad, pero pueden no tener suficiente votación para elegir a su candidatura. Entonces, será muy difícil, salvo que evaluáramos al interior de pactos de partidos cómo se repartió el voto entre figuras políticas propiamente y figuras independientes que fueron convocadas por los pactos.

Los expertos pronostican una participación menor que en el plebiscito, por la pandemia o por tratarse de una elección más tradicional que el plebiscito. ¿Coincide?

Había la aprehensión de que fuera muy baja la participación porque fue muy crítica la situación de pandemia. Ahora se respira un aire de mayor control de la contagiosidad, aunque sigue siendo alta. Esto pudiera ser un incentivo a participar. Chile venía con una tasa de participación decreciente en el tiempo y logró remontar un poco para el plebiscito, cuando votó el 51% del padrón. Es una cifra modesta respecto a comparaciones internacionales, pero es importante respecto a Chile. El plebiscito tenía dos características que esta elección no tiene: era binario –Apruebo o Rechazo–, con una idea detrás y no con candidatos, y eso es muy movilizador. Lo segundo es que se movilizó a mucha gente joven, que tradicionalmente no vota y, proporcionalmente, votó menos la población adulta mayor por temor al contagio. Hoy el grueso de la población de adultos mayores está vacunado y eso pudiera hacer que disminuya el temor al contagio y que acudan a las urnas. El interrogante de hoy para conservar el estándar del plebiscito es la población joven: si mantiene su interés, habremos conservado o incluso levantado el nivel de participación. Sin embargo, mi impresión es que será menor que para el plebiscito.

¿Entonces, la clave de la participación serán los jóvenes?

La clave está en ellos, en dos sentidos. Primero, en que haya mayor participación y, segundo, porque cuanto más rejuvenecido es el padrón, más incierto es el resultado. Es más predecible con los adultos mayores, que tienen un voto más tradicional, de pactos políticos y de partidos.

¿Si la participación es baja, podríamos ver una sobrerrepresentación de la derecha?

Todos pensamos eso hasta que el Gobierno se vino a pique. La primera gran preocupación que tuvimos quienes insistimos majaderamente en que la unidad estaba por sobre de todo –yo me inscribo en este grupo– fue que la derecha, que quería ser la piedra de tope del cambio constitucional, maximice sus resultados por ir en una lista unitaria. Pero lo que uno no previó es que el Gobierno se fuera tan a pique en este último período. La adhesión al Presidente es la mas baja que se registra históricamente en democracia en Chile, comparable con la que tuvo [Michel] Temer en Brasil en su declive, o [Alejandro] Toledo en su mandato. Las listas oficialistas pueden recibir un castigo muy muy fuerte, no tanto en la elección municipal, que tiene otra lógica, pero sí en convencionales y gobernadores. Yo abrigo la esperanza de que no lleguen al tercio.

Esta semana, el director de la encuesta Criteria decía que la oposición superará “con creces» al oficialismo, pero que será tan «multicolor» que no se podrá llamar como “una oposición”. ¿Cómo impactarán los resultados a lo que ocurra post elecciones, considerando que el miércoles próximo hay que inscribir las listas de primarias y este es el gran pendiente, ahora, de la oposición?

Eso ‘multicolor’ de la oposición podría ser la gran contribución en la nueva Constitución. La pluralidad de miradas de cambio puede ser muy enriquecedora. Sin embargo, eso que es muy estimulante del punto de vista de quienes van a redactar la Constitución pudiera ser, en cambio, un lío del punto de vista de las definiciones que vienen para las elecciones futuras. Hay demasiada expectativa puesta en esperar el resultado para ver cómo viene el panorama de presidenciales y parlamentarias. La lectura puede ser muy compleja, con resultados que no se parecen a los históricos. La pluralidad de la oposición se va a expresar en la Convención porque en las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales, básicamente, están corriendo los bloques que históricamente ha habido en Chile. Lo que ocurra a nivel de estas tres elecciones sí puede ser muy aleccionador de cómo se ordena el panorama presidencial y parlamentario. Hacia allá van a mirar los partidos para redefinir las negociaciones que vienen ahora.

Entonces, ¿qué impacto concreto tendrán en las primarias los resultados de gobernadores, alcaldes y concejales ?

Las mediciones de fuerza en general se hacen con las concejalías, basadas en cómo se distribuyen. Podría vaticinar que por el reparto que hubo de gobernadores y por la distribución, a la DC le puede ir muy bien, pero eso no es decidor de cómo le puede ir a la candidatura presidencial de la DC. Esto tiene que ver con cómo se distribuyó la Unidad Constituyente las distintas gobernaciones a lo largo del país. Unidad Constituyente, probablemente, va a tomar más en cuenta la elección de concejales para las decisiones sobre las primarias. Así ha sido en el pasado.

Si se considera de las que apuestan por la unidad, ¿Qué opina respecto a las decisión del PPD de ir a primarias sin PC ni FA?

Para ser franca, solo queda el PS reclamando la unidad de las primarias lo más amplia posible. Me temo que somos una minoría porque cuando los propios socios no quieren ir –tanto la DC como el PPD– se ve enormemente difícil materializarlo. Por otro lado, las declaraciones de Daniel Jadue no ayudan. No puedes estar, por un lado, pidiendo primarias y, por el otro, diciendo que hay que deshacerse de esta manga de neoliberales. Más allá de que es injusto para el país y para el pueblo, es irracional y, políticamente, es de una irresponsabilidad enorme hacer este gallito de fuerzas identitario. Pero, por otro lado, advierto que esta es la realidad. Espero que el resultado de este fin de semana permita dar alguna racionalidad a las distintas oposiciones y entender que lo que se está jugando en Chile es la necesidad de una mayoría política y social por el cambio. Eso no lo logras con la fragmentación que tenemos hoy.

¿Qué opina sobre esta tendencia de farandulizar la política que estamos viendo? Más allá de Pamela Jiles y Pablo Maltés, ahora aparecen empresas de encuestas que introducen a personajes como Julio César Rodríguez.

Es el éxito de la antipolítica, ni siquiera de la farandulización. Ambos –Julio César Rodríguez y Pamela Jiles– son personas que le dieron contenido político a la farándula, pero efectivamente no son identificados como del ‘mundo de la política’. Jiles tiene la inteligencia y la astucia de ser parte del Parlamento pero aparecer fuera de eso. Es una persona que está dentro del establishment y le habla al país como si estuviera fuera de él. Logra generar esta disociación. Podrás ganar elecciones así, pero la pregunta es ¿Cómo gobiernas un país así? ¿Cómo organizas la capacidad de interlocución y diálogo como la que hay hoy entre la oposición y el Ejecutivo, por ejemplo, acerca de los “mínimos comunes”? Ahí tienes bloques políticos comprometidos. Pueden tener muy poca adhesión, hay mucha desconfianza ciudadana, pero tienes instrumentos que permiten institucionalizar las formas de interlocución y de gobernar. Este tipo de liderazgos estrictamente personalizados no tienen detrás fuerza política alguna. Incluso, está en riesgo la imagen que uno tiene del funcionamiento democrático de este país.

Esta semana la BBC ha publicado una entrevista al experto constitucionalista Bruce Ackerman, de la Universidad de Yale, que dice que lo que ocurrirá en Chile puede ser “una esperanza” para el resto de América Latina, en un momento convulso en la región. ¿Lo comparte?

Lo que se juega este país en estas elecciones es en la Convención Constitucional. Qué paradoja que, a pesar del desprestigio del sistema político –las últimas encuestas son lapidarias con el Congreso y los partidos políticos– fue capaz de generar un camino y un proceso que en el resto de América Latina no existe. Hubo racionalidad política y una capacidad de conducir y canalizar la crisis que teníamos a través de este mecanismo. Hacer algo que en el pasado era impensable, como transformar y tener una nueva Constitución. Además, con algo tan inédito como la paridad no solo en las postulaciones, sino también en el número de electos a la Convención misma, y también los escaños reservados [a pueblos originarios]. Es un salto. El fenómeno mismo de la Convención resume los cambios que podría tener esta Constitución. La propia composición de la Convención es un preludio de lo que podría ser la nueva Constitución. Abrigo, como Ackerman, la sensación de que este podría ser un hecho inédito, no solo con esta elección, sino en el curso y debate de la Convención. Esto podría inaugurar un camino más racional para la política de los próximos meses.

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