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La ruta al despeñadero del Grupo Saieh: Así son la “cascada” y operaciones que lo tienen en bancarrota

Por: Héctor Cárcamo | Publicado: 01.07.2021
La ruta al despeñadero del Grupo Saieh: Así son la “cascada” y operaciones que lo tienen en bancarrota Álvaro Saieh, dueño de Copesa S. A. | Fuente: Agencia Uno.
Como si fuera una película de acción, un grupo de firmas financieras, que son líderes en Sanhattan, persigue las transferencias hechas por el multimillonario dueño de SMU y el grupo de medios Copesa, a sociedades relacionadas. Las cuentas llegan hasta 2013, cuando aparecen operaciones en una estructura societaria en forma de cascada de la familia Saieh, similar a la que ocupa el polémico empresario Julio Ponce. La que sigue, es la historia de un escándalo financiero que podría barrer con gran parte de la fortuna y reputación empresarial del magnate de los medios, retail y la banca.

El martes 6 de septiembre de 2010, Álvaro Saieh Bendeck tuvo una de sus apariciones mediáticas más luminosas. Era, entre los multimillonarios chilenos, de los pocos que se sentaba a debatir con políticos en seminarios. Así también conversaba con la prensa y dedicaba largo rato al off the record, o conversaciones fuera de micrófono, informales. Pero ese día estaba particularmente extrovertido, dispuesto a hablar abiertamente con la prensa y pavonear de sus negocios. “En nuestras compañías principales, banco, seguros, SMU, Copesa, el flujo en utilidades este año es de US$440 millones, y el próximo año, conservadoramente estaremos en US$500 millones. Entonces, tenemos un problema. ¿Qué hacemos con las lucas?”, dijo a los diarios, exultante, tras participar en una reunión del Club Monetario de la Universidad Finis Terrae, con la que tenía buenas relaciones.

En esos años de gloria controlaba CorpBanca, uno de los de mayor rentabilidad del mercado, y estaba creando un holding de supermercados (SMU) a partir de Unimarc, adquiriendo cadenas regionales por todo el país. Completaba el triángulo una de las mayores compañías de seguros de vida en el negocio de rentas vitalicias (pensiones), CorpVida, para lo cual pujó con los grandes aseguradores y AFP de América Latina. Hasta su grupo de medios Copesa, según contó ese día, ganaba US$20 millones, algo así como $14.700 millones de hoy.

Pero esos fueron sus últimos años de éxito. Por ese mismo periodo ya había partido una escalada de inversiones con gran endeudamiento que hizo dinamitar la salud financiera del grupo y que lo tiene hoy, 10 años después, pidiendo su quiebra en los Tribunales de Justicia de Estados Unidos. ¿La razón concreta que impulsó esta desesperada acción? El no pago (default) de un bono de US$ 500 millones, cuyas cuotas comenzó a incumplir en septiembre de 2020 y que hoy lo tienen en la mira de una manada de empresarios y ejecutivos de alto vuelo de Sanhattan que quedaron clavados en sus asientos, pensando que perderán millones producto de sus inversiones en el quebrado holding.

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“Me retiro de los negocios. Mis hijos tienen la llave de todo”.

El 3 de mayo del año pasado, Saieh Bendek cumplió con el protocolo de los multimillonarios que abandonan la responsabilidad sobre sus negocios en favor de sus hijos: anunció en portada de El Mercurio su salida definitiva de los directorios, de todas las empresas del grupo. Dijo que llevaba 12 años preparando a su descendencia y que sólo estaría disponible como asesor de inversiones de SMU y para “cualquier consejo que mis hijos me pidan”.

En esos días, su holding Corp Group Banking (CGB) terminaba las últimas 3 de 18 operaciones de transferencia de recursos a sociedades relacionadas en una estructura de cascada, que desde 2014 venía llevando a cabo. Según los acreedores del bono de US$500 millones, literalmente los Saieh “vaciaron” de recursos a CGB, holding que hoy no tiene para pagar la deuda de dicho bono. Según sus acreedores chilenos (que compraron la mitad del bono), Saieh cometió “fraude” financiero desde 2014, “vaciando” a la sociedad de casi US$400 millones transferidos a otras relacionadas con “nula racionalidad económica”.

Jorge Saieh junto a Ignacio Cueto, de LATAM Airlines / Imagen de archivo – Agencia Uno

Así, al menos, lo deja ver la suma de las operaciones detalladas en las medidas precautorias que han presentado en tribunales locales esos mismos acreedores, las cuales amenazan con llevar a Saieh incluso a instancias penales, algo inédito dado su calado patrimonial y su potencial impacto en cadena en la economía y el sistema financiero.

La autoridad que debe supervigilar a las empresas de Saieh es la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), pero CGB no está inscrito en sus registros desde hace algunos años, por lo que formalmente no es parte del “perímetro regulatorio”. Es decir, la autoridad no fiscaliza a dicha sociedad.

“CGB no se encuentra dentro del perímetro de supervisión de la CMF, sino que corresponde a un accionista no controlador de Banco Itaú Chile. Sin perjuicio de lo anterior, la Comisión realiza un monitoreo permanente tanto respecto de las entidades supervisadas que son titulares de la deuda de CGB como también de los efectos que producto de ello se pudiesen generar en los mercados fiscalizados por la Comisión”, dijo la CMF en una respuesta que le hizo llegar a El Desconcierto, tras consultas sobre su rol en este caso.

La cascada de Saieh

El 23 de marzo de 2021 los acreedores que persiguen a Saieh por el bono de US$ 500 millones -adquirido en 2013 y que vence en 2023- acudieron al 22° Juzgado Civil de Santiago para denunciar las operaciones cuestionadas. La acción, presentada por el grupo Consorcio (banco, aseguradoras), las corredoras y fondos de inversión de MBI, Compass, Larraín Vial y Fratelly Investment (de la familia Solari Donaggio, accionista de Falabella), entre otros, fue refrendada el pasado 23 de junio, pero esta vez pedía medidas mayores: designar a un interventor en CGB. En otras palabras, buscaban intervenir el buque insigne de la familia Saieh.

Fue precisamente esa última solicitud la que gatilló que el castillo de naipes de los Saieh se resquebrajara. Al menos, públicamente, pues una fuente de Sanhattan que habló con El Desconcierto y que conoce de cerca los negocios del magnate, dice que las pérdidas de SMU, que rondaron los US$1.000 millones en su momento, fueron un golpe lento, pero definitivo. “Nadie se levanta de algo así. Saieh nunca pudo recuperarse realmente y era cosa de tiempo para que su quiebra se hiciera real y finalmente pública”, dice el ejecutivo consultado. Los acreedores del bono vieron aquello también y por eso pidieron intervenir el holding ese 23 de junio. Pero al día siguiente Saieh los volvió a dejar clavados en sus asientos y se refugió en la Ley de Quiebras -Capítulo 11- de Estados Unidos, apostando a detener la persecución en tribunales chilenos y la capacidad de esos bonistas de recuperar algo.

La cascada de sociedades del Grupo Saieh / Gráfica El Desconcierto, con información de la demanda, con información de bonistas.

Esa acción desesperada corrió el velo y dejó ver públicamente la delicada situación financiera de Saieh, pero le ha permitido momentáneamente salvar algunos muebles y evitar la llegada de un interventor que venda y remate todo. Esa es la estrategia actual del grupo, mientras medio Sanhattan mira atónito cómo importantes empresas y ejecutivos van tras él, sus bienes y reputación.

La precautoria de marzo, no obstante, no es solo un pedazo de papel que busca cobrar cuentas con Saieh; también es un documento que escudriña en la última década de operaciones financieras de la sociedad del grupo con distintas firmas relacionadas presentes en su cascada y que explicaría su terminal situación financiera.

La encrucijada que enfrenta Saieh es, al menos, paradojal, pues CorpBanca fue uno de los mayores financista de las sociedades con que Julio Ponce controla SQM, otro empresario experto en estas estructuras de propiedad y con las que defraudó a AFP e inversionistas locales en el llamado Caso Cascada, que estalló en 2013 y por el cual fue multado por la CMF y que aún mantiene abierta una arista penal en su contra.

La demanda de los bonistas ataca a cuatro sociedades: CGB, Interhold, Saga y Gasa. Aunque no figuran detalles de su rol en las transacciones, Gasa, la controladora del grupo de medios Copesa -dueña de La Tercera y Radio Duna, entre otros medios de comunicación- es una de las cuatro sociedades demandadas, según la cascada bosquejada por el equipo que lidera el abogado Paulo Larraín. Saga, en tanto, es la sociedad a través de la cual CGB maneja el 12% de CorpBanca Colombia. La última involucrada, Corp Group Interhold, es la que está más arriba en la cascada, pues controla a CGB.

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“Que hagan las cosas por la satisfacción de hacer las cosas bien y no solo enfocados en ir ganando posiciones, ir ganando mayor control o mayor poder o más dinero. Eso va a ser solo si hacen las cosas bien, responsablemente y son confiables”.

El consejo de Saieh Bendeck, en mayo de 2013, a estudiantes de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), resuena fuerte en estos días en que su holding de inversiones Corp Group Banking, está, en boca de sus acreedores, definitivamente “desahuciado”.

Porque fue a inicios de ese mismo año cuando CGB emitió el famoso bono de US$500 millones que hoy la tiene en la quiebra. Entre los años de gloria, de 2010 al 2013, Saieh había multiplicado su apuesta por crecer. El apetito fue tal, que agregó a su portfolio de empresas al holding de supermercados de Southern Cross -Supermercados del Sur- en 2011 (puso además otros US$215 millones) y el mismo año pagó US$1.200 millones por el Banco Santander Colombia. Al año siguiente duplicó su fe en Colombia con la compra del Helm Bank.

En pocos años había enfrentado inversiones por más de US$ 3.000 millones. La línea de crédito había aumentado dramáticamente para CGB y el resto de la cascada. La deuda se transformaría en insostenible y la forma de pagarla, a través de las utilidades del banco y la cadena de supermercados, se volvería un caos cuando las ganancias de esas empresas comenzaron a achicarse.

Pero cuando aún era 2013, aquel año que marcó un punto de inflexión en la expansión y deuda de sus negocios, comenzaron a aparecer otras sorpresas. En junio de ese año se conoció una triangulación de recursos (US$120 millones) desde CorpBanca a SMU, a través de un fondo de inversión llamado Sinergia, que venía desde 2010. El precio de la acción de CorpBanca se desplomó, por el temor a que hubiera más contagio, y las AFP comenzaron a retirar sus inversiones en los depósitos a plazo del banco, lo que impactó en su liquidez y su capacidad de cumplir con sus compromisos financieros. A fines de noviembre de ese año, sin embargo, caía un salvavidas. Saieh anunció que estaba en negociaciones para fusionar su banco con la operación chilena del brasileño Itaú. El magnate cedía el control del banco, pero hacía caja y obtenía jugosos créditos de su nuevo socio.

En medio de todo, SMU enfrentaría una severa disputa entre el controlador y Southern Cross por las irregularidades detectadas en los contratos de arrendamiento que tenía la empresa con sociedades inmobiliarias ligadas a Saieh. Ese 2013, SMU terminaría con pérdidas contables por más de US$1.000 millones, las mismas que dicen en Sanhattan que marcaron el comienzo del fin.

Aunque hoy la cadena de supermercados parece que finalmente está sana y no arroja pérdidas, no se espera que arroje grandes flujos al Grupo Saieh, pues también está endeudada. Del grupo, además de Copesa y otro polémico negocio, VivoCorp, sólo queda el 26,5% de acciones del Banco Itaú Chile, entidad que ya no controla, aunque su hijo, Jorge Andrés Saieh Guzmán, es el presidente del directorio.

CGB controla ese 26,5% del Banco Itaú Chile y esas acciones garantizan el bono de US$ 500 millones. Con los dividendos del banco que llegaban a CGB, se debía pagar dicho bono. Pero esos dividendos no llegaron en 2020 y dejaron al magnate sin dinero para pagarle a sus bonistas y agravaron la situación, haciendo evidente el castillo de naipes.

La demanda revela lo que no conocían en detalle los acreedores hasta ahora y que se ha transformado en el centro del escándalo que azota al grupo empresarial. Desde el año 2014, luego de firmar el millonario bono, Saieh comenzó a transferir grandes sumas de dinero a sus sociedades relacionadas.

Entre el 29 de septiembre de 2014 y el 16 de marzo de 2016, CGB pagó a su sociedad controladora Corp Group Interhold unos $142 mil millones por 90 mil millones de acciones de CG Financial Chile Dos SpA, la sociedad que es dueña del 12% de las acciones de CorpBanca Colombia.

En 2016, además, CGB pagó aumentos de capital, es decir, la compra de nuevas acciones, de Saga, la sociedad que justamente posee las acciones de CG Financial Dos SpA, por más de $100 mil millones. Haría lo propio entre 2018 y 2019, desembolsando unos $15 mil millones. Finalmente, en marzo, junio y julio de 2020, CGB gastó otros $41 mil millones para comprar nuevas acciones de Saga.

Es decir, aunque desde marzo de 2020 CGB tenía problemas para pagar los intereses del bono, continuó transfiriendo grandes sumas de dinero hasta julio de 2020 a sociedades relacionadas, las cuales no tienen la responsabilidad de pagar el polémico bono. Por eso los acreedores del bono hablan de un “vaciamiento” de CGB.

El análisis del abogado Larraín abarca operaciones desde 2013, pues uno de los créditos que pidió Saieh en su loca carrera de compras hace una década fue con una sociedad ligada a Itaú (Itaú Nassau) y que tiene importancia hoy. Pero lo hizo a través del controlador ‘aguas arriba’ de CGB: Corp Group Interhold, fuera de CGB.

Además, el 30 de enero de 2014 CGB anunció el acuerdo de fusión de CorpBanca con los brasileños. Pero tres meses antes, el 28 de octubre de 2013, según la demanda de los acreedores, le otorgó un crédito (Préstamo Nuevo) para concurrir a un millonario aumento de capital de SMU y rescatarla de su crisis. Y el 29 de enero de 2014, un día antes de anunciar la fusión, Itaú Nassau le dio otro jugoso préstamo a Interhold por US$1.200 millones, que destinó a sus múltiples frentes de negocios.

Todos estos préstamos, los dueños de Interhold (la familia Saieh) los garantizaron, o prendaron, con las acciones de Saga, dueña a su vez de CF Financial Dos Spa, que en paralelo compraban con el dinero de CGB. Se trató, en el fondo, de un círculo que partía y terminaba donde mismo y que, a su vez, trasladaba el dinero desde CGB hacia otras sociedades del Grupo Saieh que no estaban relacionadas ni obligadas con los acreedores del bono.

Así, dicen esos acreedores, se dañó a CGB llevando por años los dineros provenientes de dividendos (ganancias) de Itaú-CorpBanca a sociedades ‘aguas arriba’, es decir, a Interhold. Pero también los aportes a Saga, que es dueña del 12% de CorpBanca Colombia. Si bien Saga es parte del patrimonio de CGB, las acciones compradas por CGB están prendadas para cubrir los créditos del buque madre Interhold. Los acreedores de CGB no pueden reclamarlas y eso, más la solicitud de quiebra en Estados Unidos, le da algo de tiempo a Saieh para seguir pensando qué hacer para evitar que gran parte de su patrimonio termine de hacerse humo.

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