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«Esta memoria que ha sido oculta»: Las emotivas jornadas de relatos históricos de los pueblos originarios y afrodescendientes en la Convención

Por: Ruben Escobar | Publicado: 11.08.2021
«Esta memoria que ha sido oculta»: Las emotivas jornadas de relatos históricos de los pueblos originarios y afrodescendientes en la Convención Wiphala (referencial). |
«Es difícil decir quién soy, porque el Estado no nos reconoce», fue parte del relato que entregó entre lágrimas José Vásquez Chogue, representante del pueblo Selk’nam, que conmovió a la Convención Constitucional. Entre el martes y miércoles de esta semana, la Comisión de Derechos Humanos recibió a representantes de pueblos originarios y descendientes de pueblos afrotribales para que expresen su verdad histórica y se sienten las bases para la reparación.

«Entender la presencia africana en esta zona tiene que ver con entender esta memoria que ha sido oculta», sostuvo en su intervención Cristian Báez, afrodescendiente chileno. Su relato se sumó al de representantes de pueblos originarios en la Convención Constitucional, en dos jornadas que fueron catalogadas como emotivas e históricas.

Desde la tarde del pasado martes y este miércoles, la Comisión de Derechos Humanos del órgano constitucional recibió a representantes de diversos pueblos originarios y descendientes de pueblos afrotribales. En la instancia, tuvieron la oportunidad de exhibir sus verdades históricas y dialogar sobre las bases de reparación.

En total estuvieron citados los pueblos Rapa Nui, Colla, Aymara, Diaguita, Quechua, Tribal afrodescendiente, Likanantay, Kawésqar, Yagan, Selk’nam y Mapuche.

Durante la jornada de ayer expuso en el caso del pueblo Rapa Nui, el historiador Cristian Moreno, quien dio cuenta de cómo el Acuerdo de Voluntades, firmado entre el Estado de Chile y el pueblo Rapa Nui en 1888, representó una tratado comercial y no la cesión de la propiedad del territorio ni su anexión al país.

«Lo esencial es el reconocimiento del acuerdo de voluntades con el pueblo Rapa Nui y de los resultados de la comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato. Partiendo de esa base, las medidas de reparación se pueden conversar, pero es fundamental resolver lo pendiente», afirmó Moreno.

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Como representante del pueblo Colla, Violeta Palacio relató que «nuestro pueblo no nace con la Ley Indígena ni llegamos acá con la guerra del Pacífico. Tenemos una historia que viene del Alto Perú, nacimos al sur del Titicaca, somos un pueblo andino, tenemos una cosmovisión y una cosmología. Ocupamos el corredor andino y nos desarrollamos en la ganadería y la pequeña minería. Y desde la conquista que vivimos en negación: siempre nos han negado. Se nos borra el nombre, se nos asimila a otros grupos, otras culturas. Hemos vivido el anonimato y sobrevivido el genocidio del Estado».

De igual forma, Ercilia Araya, también Colla, testimonió que «somos perseguidos por las empresas y por el Estado de Chile. No nos consultan, nos atropellan, no tenemos derechos humanos. Nos amenazan los mismos dirigentes de otras comunidades, nos quitan el agua y somos una comunidad de territorios que vienen de generaciones».

«El litio es peligroso y la explotación va a dañar nuestros ecosistemas sagrados. El Estado con Codelco se llevan el agua y no nos dejan vivir, nuestros animales se mueren de sed y hambre», relató.

También, Bárbara Quenaya, del pueblo Aymara, expuso sobre los conceptos del Sumak Qamaña y Sumak Kawsay como principios del vivir bien que se contraponen al extractivismo. «El vivir bien es el estar permanente, consumir no más de lo que el ecosistema te puede entregar. Se enfrenta directamente al individualismo capitalista», sostuvo.

«Es difícil decir quién soy, porque el Estado no nos reconoce»

El momento más emotivo y de reflexión que se dio este miércoles, ocurrió con la intervención de José Luis Vásquez Chogue, secretario de la corporación Selk’nam. «Me emociona estar aquí enfrente de ustedes», sostuvo entre lágrimas.

«El joven que ven en la lámina es mi abuelo», relató y explicó cómo su ancestro fue despojado de su nombre indígena para ser bautizado como Carmelo. «En 1899 junto con su madre y tres de sus hermanos habitaron con cerca de mil indígenas la misión salesiana», contó.

«Fueron parte de los 25 que sobrevivieron al genocidio. Una vez que mi abuelo abandona la misión salesiana en 1911, es entregado en adopción a una familia de colonos. Mi apellido Chogue es de origen de francés, siempre se me preguntó en el colegio de dónde era mi apellido, de dónde era yo. Y yo siempre dije que era un Selk’nam, un Ona», continuó.

«Crecí en el colegio y hoy en día nuestros hijos, los nietos, los bisnietos y los tataranietos de Carmelo seguimos en los colegios escuchando que estamos muertos. Es muy doloroso», sostuvo Vásquez.

«Es difícil decir aquí quien soy, porque este Estado no nos reconoce. No puedo decir quien soy con la frente en alto, quisiéramos nosotros caminar libres. Hoy en día nosotros hemos crecido junto a ustedes, hemos caminado trabajado, levantando también a este país. Pero este este Estado nos niega y se ríe de nosotros», testimonió.

«Este actual gobierno tiene truncado nuestro proceso de reconocimiento. Es irrisoria la cantidad de dinero que se necesita para nuestro estudio, pero el gobierno no quiere darlo para hacer nuestros estudios correspondientes y ser reconocidos como un pueblo indígena».

Detalló que «Carmelo fue entregado posteriormente al Ejército. Apareció en Iquique haciendo el servicio militar. Después fue integrado al cuerpo de Carabineros de Chile. Posteriormente su estado de salud comenzó a decaer y pidió su baja. Llegó acá a Santiago y se incorporó a la compañía de transportes de Chile, fue conductor y cobrador de los trolebuses».

«Viví con él hasta los 10 años y heredé su nobleza, me siento orgulloso de eso y de poder representar a mis hermanos y hermanas que no pueden estar aquí, especialmente de los jóvenes que siguen en las aulas, estudiando y escuchando que nosotros estamos muertos», afirmó.

«Estoy aquí presente confiando en ustedes, en cada uno de ustedes, independiente de los colores políticos, que sabrán hacer justicia y reconocer lo que el Estado avaló contra uno de sus pueblos originarios», cerró ante los aplausos de los presentes.

«El racismo estructural nació cuando nuestros antepasados obtuvieron la libertad»

Esta misma jornada, expuso Cristian Báez, afrodescendiente chileno. «La reparación histórica siempre estaba vinculada a la dictadura. Después apareció la indígena y con nuestros hermanos afrodescendientes pensamos: ¿por qué nosotros no?», sostuvo.

«Trajeron personas especializadas con su conocimientos para enriquecer a los reinos. Los puertos chilenos fueron las rutas de desembarque de nuestros ancestros. Todos dicen la chimba en la cuarta región, ahí vivían los negros libres. Chimba es un término del reino Congo», explicó.

«Entender la presencia africana en esta zona tiene que ver con entender esta memoria que ha sido oculta. Y cuando se inicia esta independencia y libertad desde hace 200 años. Pero los Estados repararon a los amos», afirmó Báez y agregó que luego de la abolición de la esclavitud «éramos 35 mil y sin contar Arica, de Copiapó hacia el sur. Y en 10 años desaparecieron, porque el Estado chileno empezó a invisibilizar. Empezaron a decirnos mestizos, criollos, ha sido una exclusión».

De igual forma, Mabel López Castillo, recalcó que «el racismo estructural nació cuando nuestros antepasados obtuvieron la libertad, del enojo de que las elites ya no podrían tener nuestro trabajo de manera gratuita».

Por su parte, Marcos Llerena, enfatizó en que piden el «reconocimiento de que somos pre-existentes al Estado Nación, que somos parte de territorio nacional, parte relevante de la construcción de la república de Chile», junto con que se les entregue «participación efectiva en esta Convención Constitucional».

«Hoy tenemos una oportunidad histórica»

El convencional y miembro de la Comisión de DD.HH., Adolfo Millabur, en su intervención recalcó su pesar por la no inclusión de los pueblos afrodescendientes en los escaños reservados. «Tengo la desdicha de ser testigo de cuando los afrodescendientes fueron excluidos de esta Convención un cuarto para las cinco de la mañana. Donde los senadores y diputados de derecha, entre ellos Ebensperger y Coloma, se opusieron. Nosotros, trasnochadamente en la casa, en silencio, nos quedamos con esa amargura, porque las primeras naciones han vivido lo mismo que ustedes», sostuvo.

«No podemos construir hacia adelante sin mirar la verdad histórica no solo de los Rapa Nui, los Mapuche, los pueblos originarios y los Afrodescendientes . Necesitamos mirar la verdad histórica del pueblo de Chile», afirmó. «Estimados hermanos, compañeros afrodescendiente de tragedia y de sueños, espero que cuando el pueblo de Chile se pronuncie por una nueva Constitución ustedes estén también con el justo derecho en esta mesa», dijo.

En esa misma línea, al finalizar la jornada, la convencional Manuela Royo realizó un punto de prensa: «Como Comisión de derechos humanos hemos vivido un avance enorme y una jornada absolutamente histórica. Tuvimos la oportunidad, ayer en la tarde y el día de hoy, de escuchar a los pueblos originarios, su historia, hemos escuchado la negación de los derechos de los pueblos descendientes afrotribales. Hemos escuchado cómo a la gente Selk’nam se les ha negado de que existen, la historia de despojo hacia el pueblo mapuche, las historias de asimilación».

«Hoy tenemos la oportunidad histórica con los pueblos originarios y una responsabilidad de reconocer una verdad histórica y de garantías de no repetición. Se abre un nuevo momento para Chile porque por primera vez se ha escuchado a todos los pueblos originarios presentes en la Convención, escuchar su relato, la memoria y la historia de quienes históricamente han sido excluidos, de quienes han sido los vencidos y las vencidas, pero creemos que la historia la escriben las pueblos«, afirmó.

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