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Héctor Carvacho y el estado de ánimo previo al Plebiscito: “Hay un debilitamiento emocional”

Por: Talía Llanos Chacón | Publicado: 15.08.2022
Héctor Carvacho y el estado de ánimo previo al Plebiscito: “Hay un debilitamiento emocional” Héctor Carvacho García |
Héctor Carvacho, postdoctorado en psicología de Harvard, analiza los sentimientos que despierta en la población la campaña por el Apruebo y el Rechazo. También evalúa la incidencia de las fake news, las redes sociales y la franja televisiva. Sobre esta última, advierte: «Mientras más apretada sea la campaña, más importante va a ser».

A medida que se acerca el Plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre, los ánimos en torno al proceso constituyente están cada vez más caldeados. Apelar a las emociones, según Héctor Carvacho García, postdoctorado en Psicología de la Universidad de Harvard, juega un importante rol en la forma en que las personas procesan tanto la información como la desinformación, y son claves para la toma de decisiones.

En conversación con El Desconcierto, el académico de la Escuela de Psicología de la UC ahonda en la relación que existe entre los procesos electorales, las emociones en la propaganda, y las fake news. Asimismo, comenta los programas televisivos que usan la confrontación como estrategia.

Estado de ánimo del país

-¿Qué concepto utilizaría para definir el ambiente previo al Plebiscito? ¿Cuál es el estado de ánimo que tiene el país a su juicio?

Creo que hay varias emociones compitiendo por espacio. Por un lado emociones positivas, en algunos grupos, de esperanza, enfoque de futuro se podría decir, y otras emociones negativas, asociadas al temor y la incertidumbre. Por otro lado, hay un debilitamiento emocional asociado a que estamos acercándonos a algo importante, y las sensibilidades están más elevadas, y las emociones grupales se empiezan a poner más intensas. Diría eso, que hay emociones mezcladas en distintos grupos y segmentos de la población.

-En redes sociales uno puede ver mucha crispación entre los adherentes de ambas opciones, sobre todo en Twitter. ¿Eso traspasa a la vida real? ¿O en la cotidianeidad la gente se lo toma con mucha más calma?

Sabemos que en redes sociales las personas son mucho más extremas en su expresiones, no sólo de emociones, sino que también de ideas y de conductas agresivas; la gente hace en redes sociales cosas que no haría en persona. Eso no es específico al Plebiscito, es siempre así. Y cuando hay cosas más importantes, eso parece agudizarse. La gente ocupa otro lenguaje que el que ocupa en persona, entonces lo que ocurre en redes sociales no es que se vaya a transferir al mundo offline, pero también es cierto que las redes sociales han aumentado nuestra realidad.

Son espacios donde efectivamente hay interacción humana, y las personas tienen emociones genuinas a propósito de lo que viven las redes sociales. Entonces, si hay alguien que los amenaza por redes sociales, por ejemplo, las personas se sienten genuinamente amenazadas offline. Aún cuando sabemos que es un lenguaje y un tono que no refleja lo que está pasando afuera, ese tono y ese lenguaje tienen impacto en lo que pasa afuera.

Franja electoral

-Las franjas televisivas han estado apelando mucho a la emocionalidad. De lo que ha podido ver,  ¿qué sentimientos cree que despiertan, tanto el Apruebo como el Rechazo?

Primero hay que decir que las franjas televisivas apelan mucho al componente emocional porque es un espacio muy reducido, donde es difícil elaborar documentos más sofisticados. Usa un lenguaje que se juega primariamente en lo afectivo. Ambas campañas intentan construir mensajes que inundan de positividad el lado propio, y sugieren, directa o indirectamente, negatividad respecto al otro lado.

En ese sentido, la campaña del Rechazo abiertamente ha sugerido y mostrado negatividad respecto al otro lado, y la campaña del Apruebo más sutil e indirectamente, pero ambas están tratando de transmitir una emoción positiva respecto de la propia opción.

El Apruebo más en la línea de la esperanza, de expectativas positivas hacia un futuro mejor, y el Rechazo con emociones más asociadas a recuperar la certeza en el fondo, la tranquilidad, como en oposición al temor.

-¿Cree que inciden realmente en la población?

En la mayoría, no. La mayoría de las personas tienen posiciones que no se van a mover sustantivamente por lo que pueda pasar en la campaña, pero mientras más apretada sea la campaña, más importante va a ser la franja, porque puede incidir justamente, y a lo que las dos franjas están apuntando, en los indecisos, los votantes que podrían estar fluctuando entre una y otra cosa, a la gente que pueda estar desafectada del proceso, tratar de convocarlos. Estamos hablando de un porcentaje menor, pero tampoco tan pequeño, de votantes cuyo voto no conocemos y pueden definir la elección.

Si esta elección se define por un par de puntos, la franja televisiva puede haber jugado un rol importante. Ahora, si se decide por más de 10 puntos, va a dar lo mismo lo que haya hecho la campaña en la franja.

-En particular, la campaña del Rechazo ha relevado los conceptos de “amor” y “rabia”. ¿Qué cree que están buscando con esta narrativa? ¿Tendrá el efecto esperado?

La campaña del Rechazo está tratando de evitar cometer errores del pasado, cuando el mensaje que se quiere transmitir es un mensaje de oposición, en el fondo. El mensaje básico es “nos oponemos a la propuesta”, entonces tratar de convertir esa postura inicial en una postura constructiva, positiva, que afirma cosas, es difícil. Creo que es lo que están tratando de hacer con la idea del mensaje del “amor”, y sin perder otra cosa que es tradicional en las campañas políticas, que es la idea de levantar el temor hacia aquellas cuestiones del otro lado que generan incertidumbre, duda, etcétera.

Si va a tener resultados, es difícil saber. Ya quisieran saber ellos si va a tener resultado. Creo que, desde el punto de vista estratégico, es una buena idea tratar de tener una campaña que, más bien, comulgue.

Creo que las elecciones de la campaña del Plebiscito del “Sí” y el “No” es lo que está predominando en ambos. Uno ve la campaña del Apruebo y tiene mucha reminiscencia de la campaña del “No”, y la campaña del Rechazo está evidentemente distanciándose de lo que fue la campaña del “Sí” en el tono emocional.

Fake news y medios

-En la campaña se ha difundido mucha desinformación o noticias falsas, algo que efectivamente ha dado resultados electorales, desde el “Chilezuela” que llevó a Piñera a La Moneda en 2017 hasta lo que pasó con Donald Trump o el Brexit en Inglaterra. ¿Cómo impactan realmente en una elección?

Es difícil saberlo. No atribuiría directamente a las campañas que estén elaborando noticias falsas. Obviamente que, dentro de los equipos de campaña, o de quienes apoyan a la campaña, sabemos de casos que han surgido, pero creo que ninguna de las dos campañas va a estar dispuesta a poner en riesgo su éxito, montando una campaña sobre noticias falsas, cosa que sí ha ocurrido en otras elecciones.

El fenómeno de las noticias falsas no es específico de las campañas políticas, como sabemos, pero las campañas políticas no son inmunes a su impacto. Las redes sociales tienen un rol gigantesco, porque transmiten información sin filtro con una densidad muy grande, incluso medios tradicionales han sido víctimas de esto, por lo rápido que se mueven y lo difícil que es poder encontrar con qué contrastarlas.

En ese sentido, entre esas noticias falsas, que surgen muchas veces de grupos que pueden estar apoyando a un lado u otro, que tienen una ética más liviana, por decirlo de alguna forma, no tienen problemas en generar material, pero fuera de la campaña oficial, y esos materiales lo que hacen es apuntar a aquellas cuestiones que generan más miedo respecto a los grupos opuestos, y exageran cuestiones o evidentemente mienten, con cosas extremadamente difíciles de probar, especulativas.

– ¿Pero cómo impactan en la mente de las personas?

Puede ayudar a que se tergiverse el ambiente, particularmente en dos tipos de personas. Primero, en las personas que se informan primariamente a través de redes sociales; ese grupo de personas está más expuesto a lo que se ha denominado cámara de resonancia, que es básicamente por las redes sociales, donde uno elige con quién está conectado, y luego los algoritmos que alimentan esas redes sociales generan información que va a ser interesante para ese grupo de personas, que terminan ofreciendo o haciendo más disponible información que es consistente con las creencias previas de ese grupo.

En el fondo, si soy alguien del Rechazo, o del Apruebo, lo más probable es que la mayoría de mis redes estén por esa opción, y que me empiece a llegar más información que reafirme mi posición de Rechazo, y eso hace que lo único que escuche sea eso, y eso incluye estas noticias falsas o visiones más extremas, y no está expuesto a los matices de la discusión, a otras visiones.

Las personas que están primariamente informándose a través de redes sociales están súper vulnerables a estas cámaras de resonancia, donde quedan aisladas de otras miradas, discursos y fuentes de información que les permita contrastar con lo que están escuchando, entonces no tienen de dónde saber que lo que están leyendo es falso. Esto se ha estudiado harto, sobre todo durante la presidencia de Trump y la conformación de grupos más extremos.

El segundo grupo que es más vulnerable son los más desinformados, que no tienen una cultura de contrastar la información con otras fuentes, de chequear múltiples fuentes de información, que creen poco en los medios tradicionales, que por lo mucho que estén vapuleados por la opinión pública, son los únicos que tienen políticas establecidas de control de calidad, control editorial, etcétera. Y en estos grupos más desinformados hay desconocimiento de eso, y muchas veces no están las herramientas para ser más escépticos con la información de uno recibe, y por ende contrastarla.

-¿Cómo decodifican las personas las mentiras? ¿Es cierto que hay mentiras que la población “prefiere” creer?

Hay algo que se llama “cognición motivada”, que es que las personas tendemos a darle más atención a las cosas que son consistentes con nuestras creencias previas. Además de prestarles más atención, tendemos a creer más en, y recordar más, las cosas que son concordantes con nuestras creencias previas.

Entonces, tenemos sesgos psicológicos que llevan a que le demos más credibilidad a aquellas cosas que coinciden con lo que creemos, sin que tengan ningún atributo que las hagan más creíbles. Combatir esos sesgos hacia confirmar lo que uno que cree, en vez de tratar de buscar información que vaya a probar lo contrario, que sería lo adecuado desde el punto de vista de la búsqueda de la verdad.

Es como un método científico, en el fondo lo que uno hace es asumir que uno no tiene la razón, y tratar de probar lo contrario. Esa forma de pensar va en contra de cómo automáticamente funciona nuestro cerebro, que es esta visión motivada para confirmar lo que uno ya creía de antes. Sin que sea voluntario, uno termina escuchando lo que quiere escuchar, y no escuchando aquellas cosas que se oponen a lo que uno quiere.

-En la televisión, se han destacado los programas que utilizan la estrategia de la confrontación. ¿Cuál es su lectura de estos programas? ¿Cuánto le sirven a la ciudadanía para tomar una decisión informada?

Pasa un poco lo que decía antes. La gente ve lo que quiere ver, y la confrontación normalmente tiene un efecto clave, que hace que la gente se involucre más con lo que está escuchando. Típicamente, la gente consume televisión con bajos niveles de atención, no es que uno esté tratando de pensar y analizar lo que se está diciendo, entonces estas cosas que tienen un tono emocional más elevado, hace que uno preste más atención, pero una atención bien volátil.

Es difícil que la gente esté realmente involucrada con los debates que se puedan estar viendo, de hecho si uno mira los programas en que hay debates más elevados, en términos de contenido, tienen bajísimo rating, porque requieren que uno preste más atención. La mayoría de la gente ve la tele para relajarse un poco, sin la necesidad de estar concentrados. Entonces, apelan al tono emocional de la discusión como una estrategia de capturar al televidente, y la mayor parte del tiempo, lo que la gente hace es reafirmar lo que ya cree, y un porcentaje muy disminuido va a cambiar su opinión por lo que ve en la tele.

El post-Plebiscito

-¿Qué sentimiento cree que provocará un eventual triunfo del Rechazo?

No va a provocar un sentimiento homogéneo. Alguna gente, que haya votado por el Rechazo, va a sentir alivio, van a sentir que estos “temores” van a disminuir, y probablemente van a tratar de buscar cuestiones que les permita emocionalmente dar vuelta la página. Así como “ya pasamos por esto, tratemos de mirar el futuro y salgamos de esto”.

Para otra gente, ver que gana el Rechazo le va a generar temor. En el fondo pensarán en qué pasará ahora, tendrán incertidumbre sobre si habrá otro estallido social una vez que termine la elección, si es que los grupos que ganen la elección van a conformarse con el resultado o no. Igualmente desde el Apruebo, probablemente van a haber sentimientos de tristeza, frustración, desesperanza, más bien una actitud de derrota, como que no haya valido la pena.

Habrán otros, por el contrario, que van a estar más movilizados, diciendo que “esto no ha terminado”, “hay que seguir”, “hay que tratar de generar una nueva Convención Constituyente”, en fin. Más movilizados, pensando que esto es un traspié, “que no nos detengan”, van a tratar de conseguir más gente. Creo que va a ser una mezcla bien diversa de emociones, y es súper difícil predecir cuáles van a prevalecer y cuáles van a tener más impacto en el discurso social.

Los liderazgos van a ser cruciales. Que hayan políticos que logren convocar para construir una hoja de ruta para lo que viene después, y esto es cierto en ambos casos, si es que gana el Rechazo o gana el Apruebo.

-¿Crees que podría producirse una crisis social, como afirman algunos constituyentes, o cree que reinará la desilusión?

No sé qué querrán decir con eso. Creo que el Plebiscito va a ser un hito, es un proceso mucho más largo que puede durar años todavía, o sea este tema se va a estar discutiendo y buscando modos de encontrar acuerdos en la sociedad que vamos a vivir por los próximos años, y esto va a ser así independiente del resultado del Plebiscito.

No importa lo que pase, esto no se ha acabado. El país entró, y va a seguir por varios años más, en un proceso de ajuste, y eso puede ser en la forma de la Constitución, o de las leyes que se vayan a discutir, o de otras reformas constitucionales que vengan a continuación. En el fondo, va a ocurrir lo que ocurre normalmente cuando se hacen estos procesos, estamos en el mismo escenario sin importar cuál sea el resultado del Plebiscito.

Pensar que esto va a generar una crisis, en el sentido de la definición clásica de crisis —que nuestros recursos no son suficientes para resolver los problemas que tenemos— no estoy de acuerdo con eso, pero que el resultado del Plebiscito no va a hacer que el país vuelva a un estado de certidumbre, y de calma, y que estamos todos de acuerdo, o que disminuya la cantidad de eventos relevantes… eso no va a pasar. Van a seguir pasando cosas importantes por varios años más.

-Decía que el panorama iba a ser el mismo si gana el Apruebo…

Creo que es lo mismo, van a haber sentimientos mezclados. Los que ganaron van a ser triunfalistas, o pensar en seguir avanzando en la agenda de reformas, otros con mayor moderación, que apunten a tratar de construir los acuerdos que permitan la implementación de los cambios que vienen incorporados en la nueva Constitución. Y los del Rechazo lo mismo que mencioné, la gente va a estar más bien asustada, va a generar temores e incertidumbre. Habrán otras personas que van a estar con sentimientos más moderados, buscando construir un diálogo, tratar de generar más estabilidad.

En ambos escenarios es súper parecido. Los liderazgos, y cómo se logre generar acuerdos respecto a una ruta a seguir, va a condicionar mucho las emociones que van a seguir prevaleciendo, ya no después del día del Plebiscito, pero las semanas después y los meses después.

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