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Diario de un preso del estallido: Las memorias carcelarias de Omar Jerez

Por: Daniel Lillo y José Vásquez | Publicado: 18.10.2022
Diario de un preso del estallido: Las memorias carcelarias de Omar Jerez Omar Jerez | Joaquín Zúñiga
El incendio en la estación del Metro La Granja fue uno de los casos emblemáticos del estallido social. Las dos personas acusadas del siniestro fueron absueltas de este delito tras 16 meses en prisión preventiva en la Cárcel de Máxima Seguridad de Santiago. Durante este tiempo, una historia paralela se escribió a puño y letra en distintos cuadernos. A tres años de lo ocurrido, Omar Jerez (36) reflexiona por primera vez sobre los manuscritos que redactó mientras estaba preso por un delito que no cometió. Además, aseguró que se hará cargo de lo que le pasó y que buscará por todos los medios alcanzar la anhelada justicia.

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“Que te culpen de un delito del que no participaste, pero que presenciaste, es el temor de todos quienes se ven por algún motivo expuestos a una situación así. Puede, por ejemplo, que vayas caminando por alguna calle donde se acaba de cometer un asalto, ves a los ladrones correr en alguna dirección, pero tú estás tranquilo, sabes que viste algo pero no participaste de forma alguna, pero por el hecho de estar cerca del suceso se te confunde y (se) te imputa como autor del asalto… Sé que soy inocente de lo que se me imputa, sé también que estuve ahí cuando el delito ya estaba perpetrado, pero esto que me pasa a mí es completamente desmesurado”.

 (Memorias carcelarias de Omar Jerez)

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El personal de Gendarmería llevó a Omar Jerez hasta la celda en que debía vivir (o sobrevivir) mientras se resolvía su caso. El desolador paisaje reducido a cuatro metros carecía de todo: no había luz, ni agua y apenas tenía una colchoneta con una frazada en pésimas condiciones. Pese a todo, se recostó y se dispuso a dormir en un estrecho rincón. “El primer paso era soportar la primera noche”, recuerda. Nunca antes había pisado un recinto penal.

El día anterior, las cámaras de televisión captaron el momento en el que Omar fue detenido en las inmediaciones de su hogar tras ser sindicado como uno de los sospechosos del incendio de la estación La Granja, de la Línea 4A de la red de Metro de Santiago.

“El contingente era ridículo, cerraron todo el pasaje. Los pacos andaban con metralleta en mano y equipos tácticos. Yo que vivo aquí en la San Gregorio, pocas veces he visto allanamientos así a narcos o ladrones avezados. No hacen el show que hicieron conmigo”, rememora sobre el momento en el que lo tomaron detenido.

Por esos días las protestas estaban en pleno apogeo. Los detenidos producto del estallido social, según información del INDH, sumaban 6.362, los heridos 2.381 y 217 personas habían sido víctimas de trauma ocular. Los esfuerzos de las autoridades de gobierno estaban centrados en perseguir los actos de violencia registrados en las manifestaciones.

Aquel 7 de noviembre de 2019, la Fiscalía y las fuerzas policiales anotaron su primer resultado positivo en relación con la persecución de los delitos vinculados al estallido social. Efectivos de Carabineros y de la Policía de Investigaciones (PDI) detuvieron a dos personas vinculadas con los incendios que afectaron a la red del transporte subterráneo, el pasado 18 de octubre de 2019.

Cerca de las 15:00 detuvieron al menor de edad de iniciales B.E.S.M (16) por la quema de la estación Pedrero. Solo unas horas más tarde, hicieron lo propio con Omar Jerez a un par de cuadras de su casa. Ambos detenidos eran residentes de la comuna de La Granja.

En la formalización de cargos, el 12° Juzgado de Garantía de Santiago determinó que Omar Jerez era un “peligro para la sociedad”, dictaminando la medida cautelar más estricta del sistema judicial chileno: la prisión preventiva.

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“Hoy hablando al paso con un capitán que está a cargo del penal, quizás tratando de consolarme o ilustrarme, me dijo que «la prisión preventiva» es quizás el peor castigo en el sistema penal, obviamente antes de una eventual condena punitiva, porque esta medida cautelar te priva de absolutamente todo cuanto tienes en tu vida «normal»: libertad, comunicación, familia, sexualidad, etc. Y por la chucha que es cierto, te ves sometido a regímenes de horarios muy estrictos, tu libertad de movimiento se reduce a unos cuantos metros cuadrados. El tiempo y los momentos en que ves a tus seres queridos son definidos, limitados y controlados en todo momento”.

(Memorias carcelarias de Omar Jerez)

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Joaquín Zúñiga

Durante los primeros meses en la cárcel, Omar pudo recibir a su familia y amigos dos veces a la semana. Pero tras la llegada de la pandemia, su conexión con el mundo exterior se esfumó.

Los días entonces se hicieron infinitos. El régimen carcelario establecido en el recinto penal ordenaba 21 horas de encierro en las celdas y tres horas de esparcimiento en el patio de las instalaciones. Para ocupar el tiempo, Omar se dedicó a estudiar, hacer ejercicio y leer hasta el hartazgo. “Había semanas que no leía ningún libro, pero había días donde leía dos, incluso cinco libros a la semana”, asegura.

Las primeras obras que tomó fueron novelas. Luego pasó a otros géneros como filosofía, humanidades, poesía, e incluso textos sobre política y economía. Según sus cálculos, alcanzó a leer cerca de 150 libros durante los 505 días que permaneció privado de libertad. “Yo dije ‘les gano el tiempo a estos locos, no se los regalo’, todo el tiempo que tuve me lo di para mí, me lo expropié”.

Biblioteca de Omar Jerez en la actualidad (Foto: Joaquín Zúñiga)

Pasar de los libros a la escritura fue un tránsito prácticamente natural. Amarillo, naranjo y rojo son los colores de tres cuadernos en los que Omar Jerez plasmó sus vivencias, reflexiones y sentimientos dentro de la Cárcel de Máxima Seguridad.

A tres semanas de ingresar al penal para cumplir con la prisión preventiva, Omar se recostó en el catre de su celda para redactar los primeros pensamientos que lo asaltaban. Empezó a escribir en un cuaderno amarillo de apenas 56 páginas, que llenó desde noviembre hasta un día antes de la víspera de la Navidad de ese mismo año. Luego siguió el naranjo, en el que se dedicó a crear cuentos, poesía y hacer uno que otro dibujo. Y, por último, el cuaderno rojo donde desarrollaba sus críticas hacia el actual sistema político y ahondaba en el concepto de la prisión política.

Las hojas que faltan en sus cuadernos, fueron arrancadas para redactar los petitorios y demandas de los internos del módulo, así como para escribir las cartas que le dedicaba a Daniela, su pareja.

El gusto por la escritura comenzó cuando Omar era muy pequeño. Desde niño escribía cuentos, historias, cartas y poesías. “Volver a escribir fue rico para mí igual, porque no sabía que todavía tenía esa facilidad, me daba emoción agarrar el lápiz y fluir”, cuenta.

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“Escribo porque de esta manera puedo eludir el tiempo tras las rejas, me di cuenta de esto al escribir para mi novia, y ahora tomo este cuaderno para plasmar mi experiencia y matar el tiempo. No sé si hablé mucho sobre lo extremo de esto, porque mi experiencia no debe ser muy distinta a la de cualquier persona que se enfrenta a la cárcel por primera vez. Quiero dejar evidencia de mis procesos internos, de mis pensamientos y sentimientos, sé que alguien -en algún momento- se interesará en leerlos. Serán las primeras memorias de mi vida llevadas el papel. Exteriorizar mis pensamientos en un ejercicio para calmar la angustia que siento”.

(Memorias carcelarias de Omar Jerez)

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Omar Jerez sostiene los tres cuadernos en los que plasmó sus memorias al interior de la Cárcel de Máxima Seguridad (Foto: Joaquín Zúñiga)

Pero no todo fue lectura y escritura. Omar también tuvo que aprender a desenvolverse, —o caminar, como dice él— en el hostil ambiente carcelario. Pese a que asegura que no vivió experiencias violentas, sí debió hacerse parte de la dinámica que llevaban los presos.

En los pasillos de la Cárcel de Máxima Seguridad se sabía que Omar era bueno para reparar cualquier cosa. “No me quedé en los puros libros, hacía de todo. Armé unos ajedrez con basura o cosas que encontraba. Después todos me pedían que les arreglara cosas. Arreglé desde el aire acondicionado del alcaide hasta las cañerías rotas de otros presos”, recuerda.

Esa nueva “función” al interior del penal le otorgó ciertos beneficios, como tener algunas horas extras en el patio o poder moverse con más libertad.

“La astucia es permitida en todos lados”. Esa fue una de las enseñanzas que le quedó marcada de su periodo privado de libertad. Quizás esa misma astucia fue lo que le permitió tener una estadía “tranquila” al interior de uno de los penales más violentos del país.

“Yo no la pasé tan mal, no tuve problemas ni experiencias violentas. Tuve un montón de experiencias raras, porque yo estaba en una condición distinta. Hice mi propio camino en la cana… bueno, en la vida también está el dicho que la astucia está permitida y la cárcel está lleno de astutos”, reflexiona.

Muchos sentimientos lo embargaron en el encierro. El hecho de estar encarcelado por un delito que no cometió lo agobiaba casi tanto como saber que afuera de la cárcel aún se desarrollaban manifestaciones que exigían mayor justicia social.

En el módulo al que fue destinado, también estaba Jeremy, el segundo inculpado por el incendio de la estación La Granja, quien llegó un mes después que Omar. Junto a ellos, había otros tres acusados de cometer delitos en el marco del estallido social.

Aunque fue una situación casi fortuita, en su módulo también convivió con otras personas reconocidas dentro del penal como Mauricio Hernández Norambuena -‘Comandante Ramiro’- exmiembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez condenado por el asesinato de Jaime Guzmán y el secuestro de Cristián Edwards.

Además, pudo conocer a Roberto Campos Weiss, conocido como el ‘profesor del torniquete’, quien estuvo 56 días en esta cárcel bajo prisión preventiva por los destrozos en la estación San Joaquín. El primero le regaló un libro autografiado antes de salir del penal.

Libro que regaló ‘Comandante Ramiro` a Omar Jerez con el mensaje «Pedazo de memoria de otras luchas. Que siempre es la misma de hoy» (Foto: Joaquín Zúñiga)

El 5 de diciembre de 2019, Omar junto a otros compañeros que estaban encarcelados por estar inculpados por delitos relacionados al estallido social, comenzaron una huelga de hambre seca con el objetivo de exigir garantías sobre su integridad y denunciar que eran “prisioneros políticos”.

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“Somos presos políticos utilizados para asustar a la población que se manifiesta, es un show montado y manipulado por ellos. No les basta con 30 años de sometimiento y opresión institucionalizada, también necesitan acallar las voces del cambio, demostrar fuerza y firmeza de un modelo que comenzó a caérseles a pedazos, por abusadores y ambiciosos. Haremos de nuestra prisión una trinchera, no lograrán aminorar nuestros gritos de justicia. No se trata de libertad para unos cuantos, se trata de libertad y equidad para un pueblo, los cambios profundos requieren de sacrificios y nosotros estamos dispuestos a inmolarnos para conseguirlo”.

(Memorias carcelarias de Omar Jerez)

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Tras 505 días privado de libertad, el 27 de marzo de 2021 Omar volvió a ser un hombre libre. En el primer juicio que enfrentó, el tribunal lo condenó a 800 días de presidio por el delito de incendio en “grado tentativo”. La pena consideró el abono de los días que cumplió en prisión preventiva y fue sustituida por arresto domiciliario total.

Ese sábado, Omar y Jeremy llegaron juntos a la población San Gregorio. Un grupo de vecinas y vecinos montaron una recepción para celebrar el retorno a sus hogares. Cuando Omar llegó a su casa, su familia estaba adentro y después de un rato llegaron otras personas que él no conocía y quienes se presentaron como integrantes de la Agrupación de Familiares de Presos Políticos de La Granja. Este colectivo organizó múltiples actividades para apoyar a las familias y aportarles con las encomiendas.

Para la Fiscalía, sin embargo, no fue suficiente el castigo que impuso el Séptimo Tribunal Oral en lo Penal de Santiago, por lo que solicitó anular el juicio para repetirlo en busca de conseguir una sanción más elevada. La institución persecutora solicitaba 18 años de prisión efectiva para Omar Jerez y Jeremy Ramírez.

En el segundo juicio oral, que emitió el Sexto Tribunal Oral en lo Penal, el resultado fue aún más contundente en cuanto a la responsabilidad de Omar en el incendio del Metro: fue absuelto de todos los cargos que se le imputaron. Alcanzó a estar más de 16 meses preso por un delito que no cometió.

Retrato de las manos de Omar Jerez (Foto: Joaquín Zúñiga)

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«Resignación. Qué gran palabra, cuánta profundidad en una palabra que escrita es como bonita, casi elegante. Cuántas historias podría contar la humanidad completa tras evocar recuerdos con esta palabra, cuántos olvidos voluntarios de situaciones vividas al evocar su significado, ¿quién querría toparse con esta palabra? Vivirla, sentirla, abrazarla…»

(Memorias carcelarias de Omar Jerez)

A pocos días de que se cumplan tres años del estallido social, Omar Jerez está sentado en el living de su hogar. Cuenta que hace poco volvió a su casa, que se levantó temprano y salió en su bicicleta. “Ando viviendo”, dice.

Admite que hablar del periodo que pasó en prisión “no es grato de recordar” y que aún hay “procesos internos que tampoco se han cerrado”. Pese a ello, siente que todo lo sucedido también es parte de su vida.

Desde que salió en libertad Omar ha vivido muchas cosas. De hecho, confiesa que hasta le ofrecieron una candidatura como parlamentario, pero la rechazó. “Me ofrecieron un cupo y toda la candidatura pagada para que fuera candidato, pero no me interesa. Para qué ahora. Han pasado tres años, pero hace un año y medio salí de la cárcel. Es poco para revivir una experiencia que nadie quiere vivir”, afirma.

En agosto de 2022, expuso ante la Comisión Investigadora que levantó la Cámara de Diputadas y Diputados que busca indagar las acciones de los órganos del gobierno, las policías y la empresa de transportes Metro S.A. por los incendios ocurridos en octubre de 2019. La diputada Helia Molina, quien aseguró que trabaja con un grupo de pobladoras de La Granja, fue quien invitó a Omar y Jeremy a la sexta sesión de la instancia parlamentaria.

En la reunión telemática, Omar se expresó a favor de que los diputados iniciaran la comisión y que esperaba “ojalá resultados positivos, porque al final lo que nosotros planteamos con Jeremy siempre fue la verdad. Y esa verdad fue la que nos mantuvo tranquilos en la cárcel y nos sacó de allí”.

Por otro lado, asegura que pretende llegar hasta las últimas instancias con tal de exigir justicia, para ello está preparando una querella contra el Estado junto a sus abogados.

“Yo tengo que hacerme cargo de lo que me pasó e ir a buscar lo que corresponda: justicia. O, al menos, dar testimonio de que esto fue injusto y esta es la primera instancia para hacerlo de manera oficial”, reflexiona.

Tampoco ha estado ajeno a la contingencia nacional. Sobre el resultado del último plebiscito, asegura que fue un golpe duro de digerir. “Yo desde el plebiscito para acá no me he sentado a conversar con nadie del fracaso o de lo que se perdió, (…) Para mí tiene una carga emocional muy grande. Me la tengo que comer callado. El plebiscito de salida era la instancia, ahí terminaba la pelea, ahí se ganaba o se perdía. Y se perdió”, asegura.

Respecto a la demanda por la liberación de los presos de la revuelta, asegura que “está duro” y comparte una postura crítica respecto del compromiso del gobierno. “Yo espero que a los cabros les vaya bien porque apoyo político ya no hay, y seguir reclamando a Boric que haga algo por los presos… ya cachamos que no hizo nada, solo un saludo a la bandera”.

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“Estamos condenados de antemano, basta con cometer el más mínimo error y te tiran el lazo. Por el contrario, los que ostentan el poder y los medios están absueltos de todo lo que puedan llegar a hacer incluso antes de que lo hagan, y si su cagada es muy grande y mediática, tendrán una condena sustitutiva que no les impedirá de forma alguna seguir prosperando en sus acomodadas vidas».

(Memorias carcelarias de Omar Jerez)

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