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Caravana de la Muerte: Las mujeres de Calama que araron el desierto por verdad y justicia

Por: Daniel Lillo | Publicado: 19.10.2022
Caravana de la Muerte: Las mujeres de Calama que araron el desierto por verdad y justicia Leonilda Rivas, Violeta Berríos y Victoria Saavedra buscando los restos de sus familiares ejecutados (Fotografía de Paula Allen) | Centro de Memoria Miguel Enríquez
Por años las mujeres de Calama salieron a diario al desierto para buscar incansablemente los restos de sus familiares asesinados por la dictadura de Augusto Pinochet. A casi cinco décadas de lo acontecido, estas mujeres comparten con El Desconcierto su historia que estuvo marcada por la impunidad, la búsqueda autogestionada de los restos de los ejecutados y la lucha por la justicia tan esquiva.

Lorena Hoyos tenía 9 años cuando una vecina llegó hasta su casa para contarle la trágica noticia. “A su papito lo mataron, me dijo», cuenta la mujer de 56 años sobre el momento en que se enteró que militares habían fusilado a su padre José Rolando Hoyos Salazar, en el marco de la denominada “Caravana de la Muerte”. «Me desmayé de inmediato”, rememora.

El 19 de octubre de 1973, funcionarios del Ejército —comandados por Sergio Arellano Stark— llegaron en un helicóptero “Puma” para retirar a 26 prisioneros de la Cárcel Pública de Calama para posteriormente fusilarlos y desaparecer sus restos.

Lorena cuenta que la última vez que vio a su padre fue días antes de su asesinato en una comisaría de la comuna. “Su cabeza se le iba para atrás y su cuerpo estaba muy moreteado. Hoy en día entiendo que lo que le había pasado a mi padre era tortura”, reflexiona a pocos días de que se cumplan 49 años del trágico episodio.

A medida que fueron transcurriendo los años se dio cuenta de la magnitud de lo que había vivido. De la tristeza por la tragedia ocurrida, pasó a la lucha, proceso que vivió junto a otras madres, hermanas y parejas de los ejecutados cuyos restos fueron arrojados en el desierto.

Con un colador y con un rastrillo, las mujeres de Calama persiguieron los restos, para establecer la verdad desde los propias vías posteriores a la ejecución hasta la actualidad”, cuenta Karinna Fernández, abogada que representó a 19 familias de los prisioneros ejecutados en el proceso judicial que culminó el pasado 24 de septiembre cuando la Corte Suprema dictó sentencia definitiva contra los culpables de los delitos cometidos por la Caravana de la Muerte.

Por casi 20 años las mujeres de Calama salieron a diario al desierto para buscar incansablemente los restos de sus familiares asesinados por la dictadura de Augusto Pinochet. A casi cinco décadas de lo acontecido, estas mujeres comparten con El Desconcierto su historia que estuvo marcada por la impunidad, la búsqueda autogestionada de los restos de los ejecutados y la lucha por la justicia tan esquiva, que ha tardado décadas en responder por los crímenes perpetrados por la “Caravana de la Muerte” en Calama.

Arar el desierto por verdad, arar los tribunales por justicia

Violeta Berríos tiene 85 años. En el año 73 convivía con Mario Argüelles Toro, uno de los ejecutados de Calama. “Yo estuve con él hasta las seis y media de la tarde del 18 (de octubre) y al otro día me dijeron que habían matado a los 26 que habían sacado de la cárcel ”, cuenta sobre aquel momento.

Mario, pareja de Violeta, tenía 34 años cuando fue ejecutado. Era dirigente del Partido Socialista y taxista, oficio con el que sustentaba su hogar.

Cuando se enteró de la noticia, Violeta recuerda que sonrió, porque no entendía lo que le estaba pasando. De un día para otro ya no tenía pareja, no tenía casa, ya no tenía la misma vida. “Yo era una mujer de casa, no tenía trabajo, y de la noche a la mañana quedé en la calle como quedaron varias. Pero hubo que asumir lo que nos pasaba”, relata.

Pese a su difícil situación, no pasó mucho tiempo hasta que junto a otras mujeres de Calama comenzaron a organizarse para salir al desierto y buscar los cuerpos o restos de sus familiares que habían sido asesinados.

De lunes a domingo, desde la mañana, hasta el último vestigio de sol —incluso después— y sin importar el clima, las mujeres buscaron incansablemente por largos años los restos de sus seres queridos. “Para nosotras no había viento, no había frío, no había calor, no había hambre. La lucha fue intensa. Se dejó a la familia de lado, aunque yo ya no la tenía”, dice Violeta sobre su búsqueda que duró casi 20 años.

Sobre aquellos días, rememora cómo recorrió la pampa año tras año. “De día nos veníamos con la cabeza debajo de la tierra, pero en la noche nos dábamos fuerza para salir nuevamente”, explica.

Para Violeta fueron años extremadamente duros. Asegura que cuando cumplió 60 años no se dio cuenta, porque había pasado gran parte de su vida en el desierto arando por la verdad que en esos años la justicia no se molestaba en buscar. “Fueron años en que uno se olvida de vivir. Tenía 35 años cuando ocurrió esto y no me día cuenta cuando ya tenía 60. No supe cuando cumplí 60 años, me vi vieja, me di cuenta que no había vivido”, afirma a sus 85 años.

Una experiencia similar fue la que vivió la madre de Lorena Hoyos, que en ese entonces era una niña de nueve años que presenció los esfuerzos de su madre. “Yo fui pocas veces al desierto, porque estaba estudiando. Una de las veces que acompañé a las mujeres que salían me di cuenta que era horrible cómo se cansaban y cómo rasguñaban el desierto, porque la verdad es que rasguñaban con la vida”, asegura Lorena.

Según recuerda, al correr de los años el ánimo de las mujeres comenzó a decaer, pero relata que “nunca perdieron la fuerza de seguir buscando y buscando”.

Lorena Hoyos sostiene cartel con la foto de su padre.

Tras más de 17 años, la búsqueda comenzaba a llegar a su fin. En 1990, se encontró en la Quebrada del Buitre fragmentos óseos, piezas molares y otro tipo restos que daban cuenta de que en ese lugar habían sido enterrados los ejecutados

“Unos compañeros comunistas encontraron la fosa. Ahí no sentí descanso, porque hubiese sentido descanso si hubiésemos encontrado los cuerpos, pero eran pedacitos, los restos de los restos”, comenta Violeta sobre el momento en que supo que se habían encontrado la fosa.

Según da cuenta la sentencia de la Corte Suprema, en la Quebrada del Buitre, y posteriormente en la Quebrada de Moctezuma, se encontraron los restos de 21 ejecutados entre los años 1990 y 2003, quedando cinco víctimas sin conocer su paradero.

Tras el hallazgo, comenzó una siguiente etapa: la búsqueda de justicia, proceso que ha demorado casi cinco décadas desde el paso de la “Caravana de la Muerte” por Calama.

La década de los 90’ estuvo fuertemente influenciada por las políticas transicionales heredadas de la dictadura y por el miedo de que las Fuerzas Armadas arremetieran nuevamente para hacerse del poder. Dicho escenario mermó toda posibilidad de lograr que los militares culpables de asesinatos, torturas y desapariciones forzadas comparecieran ante tribunales y respondieran por los crímenes cometidos contra los derechos humanos

Pese a estas dificultades, Violeta, Lorena y otras mujeres de Calama insistieron por 30 años en tribunales para lograr una sentencia y posterior condena contra los miembros del Ejército que participaron en los crímenes.

Karinna Fernández, abogada especialista en derechos humanos, comenta que el caso estuvo marcado por el “poderío femenino”, no solo por la búsqueda de los restos en el desierto, sino que también por la insistencia en tribunales en la búsqueda de justicia.

“En los países que han enfrentado procesos transicionales, el rol de la mujer siempre es muy protagónico porque las mujeres buscan al hijo, al padre, al hermano, al cónyuge, por eso en nuestra región vemos esas figuras femeninas siempre muy poderosa en materia de la búsqueda, sobre todo en la desaparición y la muerte”, afirma Fernández.

“Justicia tan tardía es casi denegación de justicia”

Luego de conocerse el dictamen definitivo de la Corte Suprema, la diputada Carmen Hertz (PC), quien fue esposa de Carlos Berguer Guralnik, uno de los 26 ejecutados de Calama, compartió una reflexión sobre la condena: “Justicia tan tardía, es casi una denegación de justicia”.

El sentimiento de Hertz no es ajeno a las otras mujeres de Calama, que pese a la resolución condenatoria, alegan que, tras tantos años transcurridos y el hecho de que muchos perpetradores de crímenes de lesa humanidad murieron sin enfrentar a los tribunales, la justicia impartida no alcanza a ser una “justicia completa”.

“Esperamos 49 años para que nosotras pudiésemos ver algo de justicia, porque no hay una justicia completa. Además muchos se fueron sin ser condenados. Para mí eso no justicia”, asegura Lorena.

Por su parte, Violeta comenta que tras los largos años de espera para que los culpables de las ejecuciones pisen la cárcel, el sentimiento que tiene es de injusticia. “Para mí la justicia ha sido injusta, no solo con los familiares de Calama, sino que con los familiares de Chile, porque en todo el país hay un desaparecido que está enterrado en la pampa, en un cerro o en un fundo. No es posible que se demoren esa cantidad de tiempo. Nosotros tuvimos que esperar 40 años ¿Es justo eso?”, reflexiona.

Karinna Fernández, pese a valorar el fallo del máximo tribunal en términos de la reparación vía compensaciones económicas a las víctimas de la Caravana de la Muerte, admite que el derecho penal enfrenta “muchos límites” en casos de esta naturaleza.

“Creo que el derecho penal tiene muchos límites. Seguramente a casi 50 años del golpe nos estamos enfrentando a varios de esos límites, que tiene que ver principalmente con la impunidad biológica”, explica.

En ese sentido, Fernández asegura que la justicia transicional es un diseño impuesto que no tomó en consideración a las víctimas, situación que provocó que el proceso judicial tuviera una resolución definitiva recién este 2022.

De acuerdo a la sentencia, Violeta, Lorena y los otros familiares de las víctimas deberán recibir una indemnización por los hechos ocurridos hace casi cincuenta años. Pese a esto, Lorena admite que la tristeza y las secuelas psicológicas generadas por lo ocurrido la acompañan hasta el día de hoy. “Es un dolor que no se me va a quitar y que llevaré hasta los últimos días de mi vida. Cuando hice mi primera comunión él no estaba, cuando hice mi confirmación él no estaba, cuando me casé, no me pudo llevar al altar y cuando nació mi hija no la pudo conocer (…) El sentimiento de horror de lo que pasó todavía está”, confiesa.

Al día siguiente de conocerse la sentencia, el domingo 25 de septiembre, Violeta cuenta que se levantó confundida, no sabía cómo sentirse. Tras años de búsqueda de justicia, por fin había una resolución final al caso que se extendió a lo largo de cinco décadas. “El domingo amanecí y no sabía si estaba contenta o enojada, tenía una confusión. Estaba contenta porque se iban a ir a la cárcel, aunque sea un par de meses, porque están viejos y se van a morir pronto, pero sí me conformo con que no se van a ir como blancas palomas, se van a ir como asesinos”, relata.

Mujer de Calama

En los primeros años de la búsqueda de los restos, Violeta junto a Victoria Saavedra, crearon la organización que ahora lleva el nombre de Agrupación de Familiares de Ejecutados y Detenidos Desaparecidos Políticos de Calama, colectivo que perdura hasta el día de hoy.

Lorena también fue presidenta, secretaria y representante de la organización que reúne a las mujeres de Calama que han luchado estas casi cinco décadas que han transcurrido desde la ejecución de los 26 prisioneros. “Esta es la única agrupación ha seguido y persistido en el tiempo unida y estamos todos los ejecutados y los detenidos desaparecido”, afirma con orgullo la mujer.

Además, destaca los logros que han conseguido la agrupación a través de los años, de la cual se ha alejado debido a problemas personales que ha enfrentado. Pese a esto, asegura que más allá del dolor que viven, el reunirse y avanzar en distintos proyectos que ha levantado el colectivo, es algo positivo dentro del horror que han vivido.

Mujeres de Calama con carteles con rostros de Detenidos Desaparecidos (DD.DD) en la conmemoración a los 41 años del paso de la Caravana de la Muerte por Calama (Agencia Uno)

Documentales, premios en el extranjero y hasta una canción del cantautor español Víctor Manuel, han sido realizados en homenaje a las mujeres por su lucha, que ha sido reconocida en diversas ocasiones.

“Mujer de Calama con tu memoria haremos la siembra para la historia. Mujer de Calama cerca del fuego, tejiendo madejas con los recuerdos. Mujer de Calama dile a tu sombra que, aunque no lo crea, nunca está sola”, reza parte de la letra de la canción del artista español, que dedicó a las mujeres que nunca dejaron de buscar en la pampa la verdad tan esquiva.

Ahora, Lorena asegura que junto a las otras mujeres de la comunidad están pensando en escribir un libro que relate todas las vivencias que pasaron desde la ejecución de sus familiares y cercanos. “Nosotras queremos escribir un libro, pero que no lo haga otra persona. Violeta siempre ha querido que eso exista. Nosotras le decimos que escriba, porque tiene buena pluma y muchas más vivencias y que nosotras la ayudamos con nuestros relatos”, comenta con ilusión Lorena.

Por estos días, la comunidad se prepara para una nueva conmemoración del trágico episodio que enluta hasta el día de hoy a Calama. En el Parque para la Preservación de la Memoria Histórica de la comuna, los y las familiares se reúnen todos los años el 19 de octubre en el lugar que está en medio del desierto, para rendir homenaje a los 26 prisioneros que fueron ejecutados.

Pese al dolor que significa recordar año a año lo que ocurrió, las mujeres aseguran que es un ejercicio necesario: recordar y continuar con la lucha.

Vista general del memorial durante la conmemoración a los 41 años del paso de la Caravana de la Muerte por Calama (Agencia Uno)

 

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