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Eduardo Santa Cruz, sociólogo: «El público del Mundial es más boutique»

Por: Joaquín Castro Mauro | Publicado: 26.11.2022
Eduardo Santa Cruz, sociólogo: «El público del Mundial es más boutique» Eduardo Santa Cruz | Captura: Youtube
Qatar 2022 no le viene ni va. El académico, investigador e hincha de Magallanes dice que «a quienes nos gusta el fútbol nacional es más importante la definición de la liguilla de segunda división que los partidos del Mundial». Además, hace una radiografía del nuevo tipo de hincha chileno y descuera a la ANFP: «Es una mesa redonda de señores feudales».

El académico de la Universidad de Chile, Eduardo Santa Cruz Achurra (72) se ha dedicado por más de 30 años al estudio de las industrias culturales en Chile. Entre ellos, el fútbol y su impacto en la identidad nacional, que quedó resumido en Crónica de un encuentro: Fútbol y cultura popular (1991), un clásico para los estudiosos de este deporte.

Aprovechando el contexto de Qatar 2022, el sociólogo y periodista analiza cómo han cambiado las cosas desde entonces, y los roles que han jugado actores como la FIFA, las selecciones y los hinchas. 

– ¿Cuál es el significado real de que un país como Qatar sea la sede del Mundial?

Desde fines del siglo XX, los mundiales vienen siendo cada vez más un espectáculo de una gran trascendencia internacional más que una muestra futbolística. 

Esto se debe a que la FIFA se ha convertido en una gran industria y los equipos que van a la Copa del Mundo ya no son la expresión del fútbol de un país. Hay que pensar que la FIFA no es un país, pero tiene bastante más poder que muchos países. Sin embargo, no tiene territorio, entonces tiene que hacer el Mundial en alguna parte.

Entonces decide darle el campeonato a Qatar sabiendo que es una un país con una monarquía absoluta, donde no se respeta los derechos de las diversidades sexuales, ni de las mujeres, ni de los trabajadores, ni de nadie ¿Te fijas? Solo porque la cantidad de dinero que se maneja es gigantesca.

El Mundial es un negocio y, en ese sentido, que el país tenga o no tenga una tradición futbolística importa bastante poco porque, además, estamos frente a un fenómeno donde el fútbol mundializado es fundamentalmente mediático y atrae gente solo con los nombres.

– ¿Cuándo cambió el enfoque de los mundiales?

No se puede establecer una fecha exacta de cuándo empezó esto. Pero más o menos a partir del Mundial del 98, porque comenzamos a ver que había más cosas aparte del fútbol, que era una experiencia total.

Los hinchas comenzaron a desplazarse por el mundo e ir a cualquier parte. Un nuevo grupo humano que tiene una capacidad de consumo más allá de lo normal. 

El neo-hincha

– ¿Ha cambiado el tipo de hincha que va a los mundiales?

Sí, estamos hablando de un público más boutique, que es un consumidor de espectáculo, que tiene plata. Ir desde Ecuador hasta Qatar no creo que sea fácil para cualquier trabajador común, y no creo que haya mucho trabajador ecuatoriano allá.

Vienen de determinadas capas de consumidores que llenan los estadios, y por eso no me extraña que la FIFA determine países cada vez más exóticos.

Si es que hay alguno de clase media aspiracional, tuvo que endeudarse hasta la pared del frente para poder viajar. Entonces esa es la dualidad de quienes viajan a los mundiales.

En el 2014 hablé con un académico brasileño poco tiempo después del 7-1 con Alemania y por entonces la idea del Maracanazo estaba rondando. Pero él me dijo que el Maracanazo es uno solo y es el del año 50, porque en ese partido estaba presente el pueblo brasileño en la tribuna. En el Mundial del 2014, en las imágenes de las tribunas no habían negros y suponer que el público brasileño es un público blanco es es una monstruosidad.

– ¿Y en Chile?

La marea roja es una capa social, un hincha exclusivo de la selección al que no le interesa el fútbol chileno porque lo encuentra muy malo. En cambio, le interesa la Champions League o la liga inglesa.

Además, tiene el poder económico suficiente para ir a ver a la selección de local, porque esos partidos son mucho más caros. Incluso puede seguirla por el continente.

Si nosotros llegábamos al Mundial, habría una cantidad de chilenos allá impresionante. Muchos endeudándose para ir, tal como lo hizo el Cereza (José Soza) un personaje de la teleserie La Fiera que fue a Francia 98, usando la tarjeta de crédito hasta reventar y que después no podía pagar. Entonces tuvo que refugiarse en Chiloé, porque le debía plata a todo el mundo en Santiago. 

El cereza, personaje interpretado por José Soza en La Fiera

El Cereza, representación pionera del nuevo hincha chileno. Captura: Youtube

– ¿Ganar la Copa América nos nubló el juicio?

El aura de campeón internacional tiene un cierto nivel, pero eso hizo que se abriera un portal a otra realidad y no sabemos cuánto tiempo vamos a estar con la cabeza allá. Porque hay que volver a la historia de nuestra selección. 

– ¿Cuál es la realidad del fútbol en el contexto mundial?

La FIFA tiene el poder normativo que tiene hasta sobre el más humilde equipo de fútbol del mundo Si un pequeño club no le hace caso a su reglamento, no se puede jugar. Esto llega incluso al fútbol amateur, de eso se trata la instrumentalización del fútbol con un ente que va más allá de los deportivo, se vuelve una industria.

Esto comienza en los días previos al mundial de Alemania 74, cuando el congreso de la FIFA elige a João Havelange como presidente, quien era un brasileño, sostenedor y amigo de la dictadura brasileña, que dice que aquí se está perdiendo un gran un negocio y que nadie lo explota digamos.

Entonces, pasamos de tener un organismo que juntaba federaciones y que solo buscaba subir el nivel social a sus integrantes, que eran en su mayoría lores ingleses, a uno que se hace con las riendas del fútbol a nivel mundial y observa cada movimiento.  

Los contrastes del fútbol nacional

– Pasando al plano local, el Mundial está jugándose con Chile afuera. Nos toca verlo trágicamente por la tele…

Es probable que a la mayor parte de los componentes la marea roja les interese mayormente. Pero a quienes nos gusta el fútbol nacional es más importante la definición de la liguilla de segunda división que los partidos del Mundial. 

Si uno en el fútbol ve un fenómeno sociocultural donde se expresan identidades regionales y sociales. Es donde afloran las aspiraciones y sueños. Esto porque hay una historia detrás de cada club y eso nos hace tener una cercanía emocional, por ende, nos conectamos en varios sentidos y nuestro club pasa a ser parte de nuestra vida. 

– ¿Y qué significado tiene para estos nuevos hinchas quedar fuera del Mundial?

Una buena parte de la masa social de estos nuevos hinchas no sienten tanta identificación con su club. En cambio, prefieren ver partidos de la liga inglesa, con equipos de los que no conocen su historia, la clase social que representan o cómo se manejan.

Estos nuevos grupos de consumidores tienen otra visión del mundo. Entonces, les interesa otras cosas en vez de que Chile no vaya al Mundial. 

A pesar de esto, tiene repercusiones en el ánimo de las personas porque la época de la Copa del Mundo tiene una mística distinta, con los equipos de prensa desplegados, haciendo despachos, siguiendo a la selección y toda la emoción previa a los partidos.

Viéndolo desde otra perspectiva, sin Chile en el Mundial hay menos pega, porque salen menos revistas, suplementos, programas de radio y no se vende tanto el álbum de figuritas. 

– En estos días también vivimos el ascenso de Magallanes tras 36 años, equipo del cual es hincha. ¿Qué significa para usted?

Es un poco difícil saber lo que va a significar. Puede ser una figura de excepción histórica, ojalá que no. Quizás esté un año en primera y en cinco años más esté en tercera división de nuevo, porque eso es propio del fútbol.

Está la situación de los hinchas, porque hay personas que se toman como algo de vida o muerte los resultados de su equipo. Eso es absurdo, el fútbol es como todas las competencias, donde se gana, pierde o empata.

Como campeón, Magallanes tiene que revalidar esto y mantenerse, después de 36 años fuera de primera. Pero puede ser una cuestión puramente excepcional, porque llegó un grupo de jugadores sobrecapacitados para la competencia en que estaban jugando y no está muy claro que se pueda sostener tal un año que viene. 

– ¿Cuál es la clave para mantenerse en primera división?

Mantener cierto nivel del juego que te permita salvarse del descenso e ir peleando cosas parecido a lo que han logrado los equipos de colonia, como la Unión Española o Audax Italiano, que bajaron en la década del 90 y subieron rápidamente. 

Luego se supieron mantener a un buen nivel, e incluso la Unión salió campeón en algunas ocasiones y Audax ha llegado a varios torneos internacionales. Esa es la clave para Magallanes.

– ¿Qué cree que le falta al fútbol chileno para dar un salto de calidad?

Iniciar nuevos procesos y tener paciencia. Por ejemplo, la Sub-20 que el fin de semana pasado le ganó a Brasil. Eso hace años era impensado, pero hay una buena camada de jóvenes para construir una buena base. No solo hay que depender de que «tengo a este jugador o a este otro». Basamos todo en tirarles la pelota.

Un ejemplo de un proceso bien hecho es el de la Católica, que ha tenido buenos años con jugadores buenos formados en casa. Ha sido un proceso largo y, si eso se puede replicar a nivel de selecciones, puede traer buenos resultados. Pero acá hay un despelote en la organización del fútbol chileno. 

– ¿Debería cambiar el modelo de propiedad en el fútbol nacional?

Totalmente, porque no se puede confiar en el esquema actual del fútbol privatizado. En el caso de Magallanes, por ejemplo, hay una corporación que le entregó su gestión a una sociedad anónima, que tiene el mismo nombre. 

Lo que hace que se confunda la gente y crea que es una sola cosa. A diferencia de Colo Colo o la U, que son sociedades que se transan en bolsas, Magallanes es una sociedad cerrada en la que una sola persona tiene más de 90% de la propiedad. 

El dueño puede tener las mejores intenciones del mundo, pero si tiene un accidente o se enferma, pasará lo mismo que en los 80, cuando el propietario tenía un convenio con una empresa pública y le fue bien a Magallanes, pero tiempo después le dio un ataque al corazón y al año siguiente bajaron a segunda división. 

Por ende, es una situación muy volátil y, para los equipos que se transan en bolsa, un remezón económico puede mandarlos a piso y que se queden sin dinero para gestionar todo.

– ¿Y cómo cree que se maneja la ANFP? 

La ANFP en estos últimos años se ha convertido en una caja pagadora. Además, tiene un grave problema: no se modernizó. Al proceso de privatización de los clubes no le siguió la generación de una estructura directiva impersonalizada profesional.

La ANFP es una mesa redonda donde se juntan los señores feudales dueños de cada club y tratan de obtener la mayor cantidad de beneficios posibles. Este manejo faculta todo tipo de corrupción que vienen desde la época de Sergio Jadue, y siguieron estando en una lógica de funcionamiento exactamente igual. 

El Consejo de presidentes tiene el poder absoluto y cada dueño de su club hacen los reglamentos que los van a regir sin ninguna clase de Contraloría que revise sus acciones. Además, no tienen un parlamento que los fiscalice, ellos tienen el poder absoluto.

Entonces, hasta ahora, la ANFP es profeta de un producto llamado selección y que lo exprimen hasta más no poder.

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