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Un ataúd detrás del escenario: La masiva conferencia de los libertarios con David Friedman

Por: Claudio Pizarro | Publicado: 26.11.2022
Un ataúd detrás del escenario: La masiva conferencia de los libertarios con David Friedman |
El hijo de Milton Friedman, padre del neoliberalismo y los Chicago Boys, vino a Chile invitado por la Fundación para el Progreso. Acá conversó con Axel Kaiser sobre el calentamiento global, la desigualdad, el uso de drogas y el éxito liberal de Chile coartado por los planes de nueva Constitución. El Desconcierto estuvo allí y esto fue lo que observó.

Son las nueve de la mañana y el Teatro Municipal de Las Condes está prácticamente lleno. Hay desayuno disponible para los asistentes. Jugo y café de grano. Galletas y sándwiches. Aprovecho de comer, mientras observo la fauna alrededor.

La mayoría de los asistentes son hombres. Camisa celeste y pantalones pinzados. Esa mezcla inconfundible de Polo y Dockers. Hay ejecutivos de compañías transnacionales, dueños de startups, estudiantes de escuelas de negocios y toda clase de emprendedores. Un poco más allá, dos tipos comentan que el próximo invitado debería ser Javier Milei.

Son los mismos que han escuchado antes las conferencias de Mario Vargas Llosa, Jason Brennan, María Blanco y Diego Sánchez de la Cruz. Íconos del mundo liberal que la Fundación para el Progreso (FPP), think thank que organizó el evento, ha procurado acercar al país para aleccionar a sus huestes.

Hoy, casi un millar de ellos está aquí para escuchar a David Friedman, el hijo rebelde de Milton, padre del neoliberalismo y de los Chicago Boys. El hombre que promovió el modelo que llevó a Chile a convertirse en el “jaguar” de Latinoamérica y, a su vez, en uno de los países más desiguales del mundo. La paradoja del modelo, le llaman algunos.

Hace 47 años atrás el padre de David visitó el país y se reunió con Pinochet para convencerlo de aplicar la doctrina del shock, una serie de cambios drásticos en materia económica que, entre otras cosas, provocarían reacciones sicológicas en la gente. Esta vez es el turno de su hijo, un economista con doctorado en física y uno de los principales teóricos del anarcocapitalismo, doctrina que busca una sociedad libre sin injerencia del Estado, donde los bienes y servicios, incluida la ley, pueden ser producidos por el mercado. Teoría desarrollada en su obra más famosa: La Maquinaria de la Libertad, publicada en 1973.

La conferencia está punto de empezar. Los últimos en llegar se acomodan en los palcos, se apagan las luces y tras una breve presentación, entran a escena Axel Kaiser y David Friedman. La ovación es total. El hombre que lleva cerca de un año encabezando el listado de libros más leídos de El Mercurio (“El Economista Callejero”), parte comentando algo que observó tras bambalinas: “detrás de este escenario hay una ataúd”, dice, como si la charla de hoy día, sobre la eventual muerte del neoliberalismo, estuviese encarnada en un objeto de utilería.

Friedman es un hombre bajo, de rostro afable y cabello alborotado, viste jeans y camisa roja. Se disculpa por no hablar castellano y se apresta a responder las seis o siete preguntas que Kaiser le hará durante el transcurso de una hora. Un compendio de ideas que a ratos parecen extravagantes, pero que a muchos aquí les hace sentido. Por ejemplo:

1) “Si no estamos seguros de los efectos que tendrá (el calentamiento global), es mejor no hacer nada, solo observar”.

2) “No debería importar la desigualdad, sino que todos se hagan más ricos

3) “La solución es que si las personas quieren consumir heroína (droga), debería ser legal y asegurar su calidad”.

4) “Lo positivo del aumento del CO2 es que permite que las plantas crezcan de una mejor manera y existan menos número de muertes en invierno por el frío”.

5) “Hay personas que dicen que creen en el socialismo, pero ninguno de ellos quiere que el Gobierno tome control de General Motors”.

El momento de la visita de Friedman no es casual. La misma Fundación reconoció que el economista venía a Chile en un plan de contrapeso, intentando equilibrar el escenario tras las visitas del Premio Nobel Joseph Stiglitz, la economista Mariana Mazzucato y la filósofa Elizabeth Anderson.

“Sin duda la visita de este economista es un saludable contrapeso y una buena dosis de una visión alternativa de la economía y del orden social, que bien podría enriquecer nuestro empobrecido debate público en torno a lo público, al Estado y al vilipendiado “neoliberalismo”’, escribió Pablo Paniagua, investigador senior de la FPP en El Mostrador.

“Es una batalla cultural”, explicaría después Gonzalo de la Carrera al ser consultado por la importancia del evento. Una suerte de “salida del clóset” donde buscan mostrarse tal cual son. “El problema es que no hemos defendido nuestras ideas. Debemos reconstruir la verdad histórica de Chile para contextualizarla y que la gente sepa cuales son los ideales que defendemos. Está despertando un sentimiento patriótico, no queremos ser súbditos del Estado, si no que cada uno sea responsable de sí mismo y haga con su libertad lo que quiera”.

Antes de terminar la charla, Friedman dice que Chile fue un éxito en la sociedad liberal, pero que al pasar de ser líderes del libre mercado a perder el apoyo de los partidos, no está seguro si el país se va “a convertir en Chilezuela”.

Kaiser, a modo de conclusión, asegura que “para enterrar algo, primero hay que matarlo”. El neoliberalismo en el fondo no ha muerto, aunque  al otro lado de las cortinas haya un ataúd esperándolo.

Es la hora de las fotos y firmas de libros. El escenario se repleta de fanáticos que esperan inmortalizar el momento con Friedman, entre ellos decenas de jóvenes que participarán este fin de semana en un encuentro de líderes latinoamericanos. Uno de los organizadores me comenta que en sus 10 años de vida la Fundación ha formado a más de 9 mil jóvenes y que el costo lo asume el mismo organismo, creado en el año 2012 por el ex dueño de Líder, Nicolás Ibáñez.

Según un estudio de La Bot, hasta diciembre de 2017 la fundación contaba con un patrimonio de $818 millones y que el directorio, además de Ibáñez, lo integraban los empresarios Dag von Appen, presidente de Ultramar, y Francisco Pérez Mackenna, gerente general de Quiñenco, matriz del grupo Luksic. Tres cercanos al organismo, acusado de operar como un partido político, fueron incluso miembros del primer gabinete ministerial de Piñera en su último periodo

Lucas Blaset, ex militante de Amplitud y actual presidente del recién fundado partido Libres, asegura que la visita del economista es importante porque en la historia de Chile el apellido Friedman “pesa”. “Reformas más, reformas menos, es quien crea el modelo económico que funciona hasta hoy en el país. Es el heredero intelectual de su padre, con ideas muchos más radicales que él, pero con una sensatez en el mundo libertario que lo hace mucho más razonable que gran parte de la fanaticada”.

-¿Los libertarios son kastistas?

Yo me considero liberal libertario y soy antikastista. Mucha ultraderecha conservadora se ha tomado el concepto libertario para no decir que son conservadores o paleoconservadores, alimentando una caricatura que le ha hecho mucho daño al grupo. Kast es un conservador de tomo y lomo. Si alguien se siente libertario y apoya a Kast, para mí tiene una disonancia cognitiva no menor.

Para la panelista de Sin Filtro, Magdalena Merbilhaa, las definiciones son complejas. En su caso, asegura que en algún momento pensó que era libertaria, pero que luego entendió que tenía varios matices. “Pienso que el Estado debe existir en su mínima expresión, que todo lo podrías tercerizar y pagar. Suscribo completamente las ideas de la libertad, pero luego de leer a Roger Scruton llegué a la conclusión que soy conservadora. Porque tengo súper claro lo que quiero cambiar y también lo quiero conservar y por qué quiero hacerlo”, sostiene.

En un mesón, ubicado a la salida del teatro, se reparten folletos con parte de las ideas que profesa la Fundación. Hay un manual constitucional con los derechos más importantes para los libertarios: derecho a la vida, a la libertad personal y la propiedad.

Otro libro dedicado a ilustres ciudadanos incluye a Adolfo Ibáñez, Federico Santa María y Gabriela Mistral. De esta última destacan una desconocida frase que la haría una de las más férreas defensoras de la “libertad de educación”: “El Estado docente no es más que un monopolio para la manufactura unánime de las conciencias. Algún día los gobiernos no habrán sino de dar recursos a las instituciones y los particulares que prueben abundantemente su eficacia en la educación”.

La joya de los pasquines es un pequeño “Decálogo del Feminismo Liberal” que incluye frases de la ajedrecista Anna Muzychuk, la escritora Camille Paglia y la doctora en economía María Blanco, entre otras. Los puntos más destacados son que el feminismo liberal considera a mujeres y hombres igualmente dignos, que el entendimiento entre ambos es contrario a la lucha de géneros, que la cultura de la autonomía y el respeto está sobre la victimización y que el libre mercado es el mejor aliado para el progreso de la mujer.

Antes de retirarme recojo algunos ejemplares, pasando a llevar sin querer a un tipo con el hombro. Le pido disculpas y luego me sonríe comentando con sorna: “socialista”. Ambos reímos. Yo simulando y él a todo pulmón.

El ataúd continúa detrás del escenario.

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