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Ministro Ávila: «Es muy difícil ponerse nota, pero yo diría que sobre un 6»

Por: Camilo Espinoza | Publicado: 21.01.2023
Ministro Ávila: «Es muy difícil ponerse nota, pero yo diría que sobre un 6» Marco Antonio Ávila, ministro de Educación | Foto: Agencia UNO
En diálogo con El Desconcierto, el ministro de Educación hace su propia autoevaluación del 2022, con una interpelación que lo espera en marzo y un plan de reactivación escolar en ciernes. Además, adelanta que el 2023 será un año en el que empezarán la reflexión para cambiar el currículum escolar.

Marco Antonio Ávila (45) se complica con la pregunta. Pese a ser profesor, se resiste a hacer una autoevaluación de su primer año al mando del Ministerio de Educación y evita ponerse una calificación. «Creo más en las evaluaciones cualitativas», dice nervioso.

Hasta que decide dar el paso y transmitiendo conformidad señala: «Es muy difícil ponerse nota, pero en el contexto de que uno puede mejorar su gestión, yo diría que sobre un 6. Creo que hemos hecho todos los esfuerzos necesarios».

En diálogo con El Desconcierto, el ministro argumenta que este año «pusimos en el foco los temas de reactivación, hicimos un buen presupuesto garantizando la subvención y la alimentación. Hemos mejorado el sistema de licitaciones de Junaeb, con una directora que tiene otro nivel de compromiso. Yo, al menos, creo que debería tener una buena nota«.

«Si usted se fija, terminamos el año con una relación bastante sana con todos los gremios. No tuve grandes manifestaciones, porque atendimos rápidamente requerimientos de mejoramiento a la infraestructura, aumentamos la BAES en 5 mil pesos este año y el próximo lo vamos a reajustar. Somos un gobierno preocupado de tener un saludable diálogo con todos los actores del sistema», agrega.

– La última encuesta CEP tiene a la educación está entre los cuatro temas que más preocupan a la ciudadanía. ¿Por qué cree que tiene la atención de la ciudadanía?

Los ministros de Educación siempre estamos en el ojo, bajo observación. La evaluación de la cartera es permanente. No me parece que sea incorrecto de la ciudadanía nos pida explicaciones por lo que hacemos y yo creo que, en este año, educación va a ser fundamental.

De hecho, yo creo que ya lo fue durante todo el año en las comunidades y nosotros tuvimos muy presente ahí. Sin embargo, los medios de comunicación muchas veces no.

Me parece muy interesante que, una vez que publiqué el dato de los 51.529 estudiantes desescolarizados, el sector educativo apareció. Pero esa es una cifra con la que nosotros veníamos trabajando desde el principio de año, cuando asumimos el gobierno. Al menos a mí me sorprendió un poco, no digo el repentino interés, pero que el foco empezaran a colocarlo desde ese minuto, cuando ya había una clara orientación del quehacer del Ministerio.

Ir a buscar a los estudiantes a la casa

– ¿Qué explica que tengamos 51.529 estudiantes fuera del sistema educativo? ¿Solo la pandemia?

A ver, si tomo los datos de los últimos 10 o 12 años, Chile siempre tuvo cifras bien altas. Por ejemplo, el 2011 había sobre 80 mil estudiantes desescolarizados. Si bien uno esperaba que pudiera ser mucho mayor, porque era algo que ya se advertía en otros países de la región, y el número asusta porque es muy grande, la verdad es que está dentro de los efectos que uno pudiera esperar de la pandemia.

Hay evidencia de que la desescolarización en los primeros niveles de educación, de 1°, 2° y 3° básico, tiene que ver mucho con la sensación de riesgo que las familias seguían advirtiendo durante el año respecto al Covid.

En el caso de los estudiantes de niveles terminales de educación, de 3° y 4° medio, su salida tiene relación con que comenzaron a realizar labores de cuidado. También hubo jóvenes que se incorporaron al mundo laboral para apoyar a sus familias, fundamentalmente del mundo técnico-profesional, que son las familias más pobres.

Entonces, estos 51.529 estudiantes no son el número más alto de los últimos años, pero sí es superior a la última medición antes de la pandemia, que eran 41 mil.

– La Defensora de la Niñez, por ejemplo, dijo que esto era una «tragedia» para el país. ¿Usted no ocuparía la misma palabra?

A mí me pasa que, cuando la gente habla de terremoto educativo, son palabras o conceptos que están bien inspirados. Yo no advertiría mala fe en eso, sino que más bien buscan poner un sentido de urgencia y preocupación. Pero ese sentido de urgencia nosotros lo tuvimos desde el primer minuto en el gobierno.

Cuando asumimos, nosotros llegamos con un programa que incorporaba, en sus primeras líneas, precisamente la reactivación educativa.

– Una de sus líneas de acción son justamente los equipos de revinculadores, que básicamente van a buscar al niño o al adolescente a su casa. Esos equipos actualmente existen, pero la duda es: ¿Cómo se fortalece su trabajo?

A ver, primero yo partiría por el dato. Fíjese que de los 51 mil estudiantes, un 26% está inscrito para rendir exámenes libres. Podríamos decir que ahí hay un porcentaje importante de estudiantes que no necesariamente están desvinculados, sino que están optando por no hacer su trayectoria educativa en escuelas y liceos. Eso igualmente es preocupante porque significa que la escuela ha perdido valor en términos de entenderlo como espacio de socialización, de aprendizaje y de convivencia.

Sobre el resto, la escuela tiene la primera tarea que implica diseñar una estrategia, con su dupla psicosocial o su equipo directivo, para ir en busca de esos estudiantes.

A eso sumamos equipos de revinculadores o gestores territoriales, que van a estar en los municipios y en los departamentos provinciales, estableciendo una relación con las organizaciones de base, como clubes deportivos, juntas de vecinos, centros de madres, etc. que les permitan saber desde ahí qué familiar, qué niño y qué joven tiene su trayectoria educativa interrumpida.

– ¿Cuál es su labor concretamente?

Derechamente implica ir, golpear la puerta y decir: «Miren, tenemos antecedentes que en esta casa viven dos niños que no están yendo a la escuela y queremos decirle que aquí se está vulnerando un derecho, que es el derecho a la educación, y que la oferta educativa de su comuna son este y este colegio o liceo. Entonces lo que queremos es que el niño vuelva».

Ese ejercicio es algo que, como usted bien señalaba, ya se hace en Chile, por lo tanto, hay experiencia acumulada, hay protocolos y hay técnicas para enfrentarse a familias que ciertamente han tomado la decisión de que sus hijos no sigan yendo a la escuela por distintos motivos.

La idea no es hacer un juicio de esto, sino más bien decirle a esas familias la importancia que tiene la educación. Yo sería feliz si no hubiese ningún niño fuera de las escuelas. Pero sabemos que eso no va a ser tan así, al menos durante un tiempo. Yo estaría más tranquilo si, al menos, recuperáramos los indicadores pre pandémicos, teniendo claro que Chile tenía unos datos impresionantes hace 10 años, no más que eso.

2023: el año del cambio curricular

– Ministro, más allá de los números, da la impresión que, tal como usted señalaba, la escuela ha perdido valor. Parece como si ahora ir al colegio ya no fuera algo tan importante, o al menos algo obligatorio. ¿Cree que hay un cambio cultural frente a la educación?

Yo distinguiría dos fenómenos. Uno es la pandemia propiamente tal, pero otra es una crisis global, que está instalada hace muchos años, respecto de lo significativo que termina siendo la escuela en la medida en que no necesariamente tiene una conexión más directa con los intereses de los estudiantes, especialmente los jóvenes.

Ahí hay una combinación que es súper difícil de lograr, porque cómo se toma la escuela, que también es un espacio de transferencia cultural, que acumula toda la información que tiene la historia, que son los contenidos, y se van incorporando también algunos elementos nuevos que no necesariamente están en el currículum.

El otro día me tocó abrir el Congreso Futuro y planteaba cómo los currículum tenían que ser mucho más acotados, en términos de aprendizajes nucleares, más flexibles y además incorporar contenidos nuevos. En la escuela deberíamos estar tratando temas como cambio climático, sustentabilidad, cambios en el mundo del trabajo, desarrollo tecnológico, etc.

Yo me preguntaría cuántos profesores estamos haciendo esto, probablemente muchos, pero todavía tenemos un currículum que es un poquito rígido.

– ¿Cuál es el mensaje para esas familias que, por ejemplo, están optando por el home school y prefieren educar a sus hijos en su casa?

Que la escuela no solo es para las asignaturas, es para el proceso de socialización. Es donde se aprende la convivencia con otros y otras, donde el estudiante entiende que no es un ser único. Para mis padres yo puedo ser único, pero no para el profesor o para la educadora de párvulos, donde aprendo la convivencia democrática también.

La escuela tiene un valor en sí mismo como espacio único de la sociedad para el aprendizaje de las materias, las asignaturas, los aprendizajes, las habilidades, pero también la sociabilización, que es tan fundamental, ¿no? Por eso llegaron tan desregulados los chiquillos, como medio enojados, como peleando. Sin duda alguna que eso es consecuencia del distanciamiento.

– ¿Tiene pensado en su administración algún cambio curricular de peso? ¿Se va algún ramo, se integra otro?

Efectivamente, este es el momento para hacer una reforma curricular. El año 2023 vamos a desarrollar un congreso pedagógico curricular, que va a partir durante el primer semestre con espacios de reflexión dentro de las escuelas, con las familias, en las reuniones de apoderados, con mesas de expertos y la academia.

La idea es ir reflexionando en torno a cosas que nos parecen esenciales. Primero, qué nuevas materias deben entrar en el currículum y cuáles deben salir. Qué cosa es información que está absolutamente disponible y que no necesariamente tiene que convertirse en un contenido. Y sobre todo hacer la reflexión en torno a las habilidades.

– ¿Cómo se imagina un nuevo currículum?

Yo creo que los currículum tienen que ir avanzando para ser cada vez menos extensos, no como el nuestro, que es inabarcable. De eso hay evidencia hace muchos años. Yo no digo que tenga que ser un currículum más liviano, sino que contenga aprendizajes nucleares, que sean más robustos, centrales y esencialmente basados en habilidades.

Hace 20 años, cuando el internet no era tan masivo como ahora, el problema era que la información no estaba disponible. Entonces el espacio donde uno iba a adquirir esa información era a través de la transferencia que hacían los profesores. Usted es muy joven, pero en mi época la transferencia era fundamentalmente enciclopédica. Pero hoy día uno entra a Google y la información está disponible.

Eso igual tiene elementos de injusticia basal, porque no todo el mundo tiene acceso a lo mismo. No todos tienen equipamiento ni conectividad. Pero si pensamos que tenemos un país medianamente parecido en términos de acceso a la información, el gran desafío de la educación del siglo XXI es el uso y el manejo de la información.   

– ¿En qué se traduce eso, concretamente?

Hace unos días conversaba con alguien que está dedicado a la programación, y me decía que al final la programación no tiene un valor en sí mismo, sino en el desarrollo de habilidades mientras un estudiante programa. Probablemente, un estudiante que está lleno de información de videojuegos, plataformas virtuales, simuladores y redes sociales, lo que finalmente hay que hacer es no esquivar eso. No prohibir el uso del celular, sino que ponerlo al servicio del factor educativo.

Esta semana estuve en una escuela de talentos en la Universidad Católica del Norte y quedé sorprendidísimo porque dibujaban con una aplicación en el celular. Voy a parecer medio boomer, pero yo quedé loco.

Una interpelación en el horizonte

– En marzo lo espera una interpelación por el Sistema de Admisión Escolar y las filas que se generaron en algunos colegios. ¿Considera que las quejas son atendibles?

Yo soy demócrata, creo en las instituciones, en la República y me parece que entre las atribuciones de los diputados y diputadas están las tareas de fiscalización. Yo estoy constantemente dando cuenta en las sesiones en la Cámara, en el Senado, las comisiones, sobre todos los temas: los textos escolares, la violencia, la reactivación educativa, etc.

Nunca es una pérdida de tiempo poderle explicar al país lo que uno está haciendo. Yo ya fui interpelado una vez, y a lo mejor lo voy a volver a hacer. Ahora bien, mi foco hoy día es la reactivación educativa, es lo que el Presidente me ha mandatado.

– ¿Qué debería pasar con el SAE? 

El SAE siempre lo he valorado como un mínimo civilizatorio. Nos permitió como país eliminar las barreras de acceso y el factor discrecional que venían implementando las escuelas hace mucho rato.

Las filas en las escuelas son algo que ha pasado toda la vida. Antes la gente postulaba, miraban en la puerta de la escuela si el niño quedaba, y si no, se devolvían para su casa a buscar otro colegio. Hoy día eso ya no es así. Hay un sistema, un algoritmo, que permite bajo ciertas variables identificar demanda y oferta, y hacer esa vinculación. Nos parece fundamental que eso pueda mantenerse, esto ya fue aprobado, fue una discusión que dio el país hace ocho años atrás.

Ahora, donde sí yo estoy disponible y me parece que hay que tener apertura, es a precisamente hacer ajustes en la última etapa, que es donde se producen estas filas. Ojo, porque no es que las familias no tengan cupo, muchas de estas familias sí lo tienen. Lo que pasa es que tienen un cupo en un establecimiento que no es de su gusto. Entonces, es bien complejo, porque los establecimientos de alta demanda van a generar siempre este tipo de procesos.

– ¿Cómo se resuelve este tema?

Actualmente, para esta última etapa, el Ministerio sugiere que sea de manera digital. Ahora vamos a buscar un mecanismo para poder exigir que se haga una fila virtual. La solución sería a través de un libro digital que contemple a un 4% o 5% del total de postulantes que llegan a esta tercera etapa.

El CAE aún en espera

– El gobierno se comprometió a buscar fórmulas para condonar el CAE, pero siempre se ha dicho que es una política pública muy costosa. ¿Hay avances en esa materia o los estudiantes van a tener que seguir esperando?

Ciertamente es un compromiso de campaña. Nosotros estamos trabajando con el Ministerio de Hacienda y otros servicios del Estado, como el SII, en identificar a los deudores, las sumas, y creemos que esta reparación tiene que ser justa y gradual.

Pero hemos sido muy claros, tal como lo ha señalado el Presidente, esto está ligado a la reforma tributaria, que es la que nos va a permitir contar con los recursos para avanzar en esta reparación.

– ¿Cuáles serán los lineamientos de esa condonación?

Va a ser progresivo, gradual y justo. Tiene que estar asociado a estudiantes que terminaron sus carreras, los que no terminaron, los que tienen dos CAE, hay gente que ha ido pagando, hay gente que se desvinculó. En eso tiene que haber un ajuste.

Además, cualquier reforma que uno haga en educación, dado que son gastos permanentes, tienen que estar bajo una lógica de responsabilidad fiscal.

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