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Cristina Zárraga, escritora yagán: “Nuestro idioma sigue vivo”

Por: Felipe Sasso | Publicado: 18.02.2023
Cristina Zárraga, escritora yagán: “Nuestro idioma sigue vivo” Cristina Zárraga posa en su casa en Heidenheim, Alemania | Foto: Oliver Vogel
La autora se reconoce una continuadora del trabajo que realizó su abuela Cristina Calderón, considerada la última hablante nativa del yagán. A un año de su fallecimiento, Zárraga encabeza un proceso de revitalización de esta lengua, catalogada —erróneamente— de desaparecida. “Es tarea de todos los yaganes hablar lo que sabemos”, señala.

“Hai Wafa Cristina Zárraga. Hai yagankipa. Haua kuluana hakéa tuelanuti sina sikuta. Yar anči usinakudaulum hakéa tauko.  Sina kuta kamuta hóan héanskéa. Anuna skéa kuluana. Sina makutsaxipa Cristina”.

“Yo me llamo Cristina Zárraga, mujer yagán. Mi abuela me ha enseñado su idioma. Ahora ella desde el otro mundo me acompaña. Su palabra está aquí con nosotros. Te extraño abuela. Tu nieta Cristina”.

Hace un año, el 16 de febrero de 2022, Puerto Williams despidió a su vecina más reconocida. Cristina Calderón Harban, la querida “abuela Cristina”, falleció en Punta Arenas debido a complicaciones derivadas del COVID-19.

Su muerte golpeó fuerte a la comunidad yagán de Bahía Mejillones (Isla Navarino) y motivó una serie de homenajes en toda la Región de Magallanes. Una reacción esperable, ya que partía una figura clave para la difusión de las tradiciones y la cultura de este pueblo canoero, que había sido reconocida Tesoro Humano Vivo en 2009 y era considerada la última hablante nativa del idioma yagán, una condición única que se distancia de la actitud modesta que ella misma esgrimía en sus memorias, donde aseguraba no ser “la única, ni la última”.

Cristina Zárraga (Concepción, 1976) tenía veinte años cuando conoció a su abuela Cristina. Fue en Santiago, a más de 3.500 kilómetros de Róbalo y Navarino, la isla que vio nacer a la artesana en mayo de 1928. El encuentro no solo sirvió para que la escritora conociera más sobre su pasado yagán, sino que también para que aceptara la propuesta de su abuela de escribir la historia de su vida.

Cristina Zárraga y su abuela Cristina Calderón en su casa en Villa Ukika

Cristina Zárraga y su abuela Cristina Calderón en su casa en Villa Ukika. Foto: Oliver Vogel

Aquella empresa motivó el traslado de Zárraga a la Villa Ukika, Puerto Williams, en el punto habitado más austral del continente, donde vivió cerca de una década con Cristina Calderón, registrando sus memorias y aprendiendo el idioma yagán. El resultado de esta convivencia íntima fue Cristina Calderón. Memorias de mi abuela yagán, un libro publicado por Ediciones Pix en 2016 y que cobra cada vez más relevancia (fue reeditado por Liberalia Ediciones en 2022).

“Fueron muchos años, pero eso fue lo lindo, porque el libro tiene ese peso de las historias. Yo fui creciendo todos los años que viví con la abuela, madurando y se pudo lograr esos relatos donde prevalece sobre todo la voz de ella, con esa relación conmigo, donde ella me cuenta sus historias”, comenta Cristina Zárraga desde Heidenheim, Alemania, donde vive junto a su esposo y sus dos hijas.

Cristina Zárraga y su abuela Cristina Calderón recorren la Isla Navarino. Foto: Oliver Vogel

Cristina Zárraga y su abuela Cristina Calderón recorren la Isla Navarino. Foto: Oliver Vogel

Legado que se comparte

Gracias a lo aprendido junto a su abuela, Zárraga se ha encargado de impartir talleres de idioma yagán. Actualmente, trabaja junto a su esposo Oliver Vogel y dos lingüistas en la confección de una guía de aprendizaje, complementada con grabaciones y ejercicios, y que va dirigida a los educadores tradicionales que actualmente enseñan el idioma de sus antepasados en Cabo de Hornos.

Su tiempo también lo dedica a la escritura de un libro de relatos autobiográficos y otro de cuentos yaganes. De esta forma, la escritora se ha encargado de continuar con la tarea comenzada por Cristina Calderón.

“La abuela no está, así que la persona que ha tenido que hacer estas grabaciones soy yo. Ahí me he dado cuenta de que el yagán que tengo es el yagán de mi abuela, por lo tanto, siento muy vivo el idioma, aunque sea en mí en estos momentos. Yo creo que esa era mi tarea, mi labor y también la herencia que ella dejó y que me traspasó para que yo no lo dejara guardado, sino que para que también lo pudiera ir entregando, sobre todo a la comunidad”.

Cristina Zárraga y su abuela Cristina Calderón en Bahía Mejillones, Isla Navarino. Foto: Oliver Vogel.

Cristina Zárraga y su abuela Cristina Calderón en Bahía Mejillones, Isla Navarino. Foto: Oliver Vogel.

El renacer del idioma

Luego de la muerte de la abuela Cristina, varios medios de comunicación nacionales y extranjeros, señalaron erróneamente que el idioma yagán desaparecía junto a su hablante más reconocida. Sin embargo, el trabajo que realiza Zárraga desde Alemania, evidencia la vigencia de esta lengua que muchos no aceptan.

Así, enseñar un idioma que en ocasiones se creía desaparecido, parece ser un acto de resistencia, un hito reivindicativo frente a una tradición cultural que aún pretende invisibilizar a este pueblo procedente de los canales australes.

“Los medios dicen mucho y a veces saben poco.  Personalmente no puedo decir eso, pues mi abuela depositó en mí todo su saber, en diferentes aspectos y sobre todo en su idioma, por lo que, no puedo decir que ha desaparecido, más bien, nos ha dejado las bases para el renacer de este idioma, que ahora yo también manejo, por supuesto no como ella, nadie habla como otro.  Pero he aprendido y sigo aprendiendo y organizando materiales para el aprendizaje de este idioma, sobre todo para la comunidad yagán”.

Cristina Zárraga en su casa en Heidenheim, Alemania. Foto: Oliver Vogel.

Cristina Zárraga en su casa en Heidenheim, Alemania. Foto: Oliver Vogel.

A mediados del siglo XX, el establecimiento de una base naval en Puerto Williams forzó la gradual desaparición de la mayoría de las tradiciones yaganes. El idioma también se vio afectado, y varios hablantes nativos prefirieron no traspasarle la lengua a sus hijos, una suerte de medida de protección frente a la discriminación y humillación que ya sufrían por parte de los chilenos en Navarino.

El panorama fue distinto para los nietos y hoy, Cristina Zárraga está consciente de la responsabilidad que significa mantener vigente el idioma de sus ancestros. “Es tarea de todos los yaganes hablar lo que sabemos. Como dijo un día mi abuela en una clase de yagán en Ukika: Paf unusi  héan yapimata intienkuta / Nosotros no tenemos vergüenza de hablar el idioma yagán”.

Portada del libro "Cristina Calderón. Memorias de mi abuela yagán". Foto: Felipe Sasso.

Portada del libro «Cristina Calderón. Memorias de mi abuela yagán». Foto: Felipe Sasso.

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