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Jorge Schaulsohn y la última Cuenta Pública: “Boric le tiró la cadena al programa de gobierno”

Por: Claudio Pizarro | Publicado: 06.06.2023
Jorge Schaulsohn y la última Cuenta Pública: “Boric le tiró la cadena al programa de gobierno” |
Alejado del escenario político actual, pero muy activo en redes sociales, el exfundador del PPD ha devenido en una suerte de analista que comenta los vaivenes de la contingencia desde twitter y también a través de sus columnas. Acá habla de todo y desmenuza sin piedad a todo el espectro político nacional.

Hace años fue expulsado del PPD por hablar en una entrevista sobre la ideología de la corrupción. Hoy sigue díscolo, asegura, pero desde otra trinchera: twitter. Asegura que esta red social es una suerte de salvación para los políticos retirados, que antes se jubilaban y eran condenados al ostracismo.

“Ahora es como una especie de respiración artificial para una persona que está alejada de la primera línea política”, dice.

 -¿Cómo vive la política desde afuera?

Me interesa y la sigo muy de cerca. Escribo columnas y está twitter que es la salvación del político retirado, porque antiguamente cuando se salía del ruedo uno prácticamente moría. Entonces es como una especie de respiración artificial para una persona que está alejada de la primera línea política.

Hay varios en la misma situación que usted…

Hay bastantes, por eso te digo que gracias a Dios existe Twitter. Antes era el silencio y el ostracismo. Igual existe mucha basura y personas que te insultan y critican, como los que suben el video de mi pelea con Moreira. Lo que no me provoca nada, por cierto, aunque tuvo mucha repercusión en ese momento porque con el retorno de la democracia era inimaginable que ocurriera. Nosotros cuidábamos mucho el Congreso.

Los altercados ahora están de moda en la Cámara.

Desgraciadamente la Cámara de Diputados se ha degradado muchísimo, contrariamente a lo que pasa en el Senado que tiene un espíritu como del Club de la Unión. Se protege, por sobre todas las cosas, los intereses del Club, pero en la Cámara no.

-¿Encuentra que está muy “chacreada” la cámara de diputados?

Totalmente, y es una pena. Yo creo que es el afán de salir en los medios. Yo era bastante díscolo, muy polilla, y no tengo autoridad moral para criticar a los demás. Pero había un amor por la institución que hoy día se perdió. La Cámara es como el escenario del Teatro Caupolicán. Cada uno hace su número.

-No le dan ganas de volver a la política de repente…

No tendría energía ni interés para ser candidato, pero me interesa. La política es indispensable y lo más entretenido que uno puede hacer, sobre todo en el Congreso.

-¿Hay diferencia, a propósito de esto mismo, entre la antigua y la actual forma de hacer política?

Yo creo que esto de la nueva política es la frase más falaz que existe. Ese es un cuento Chino. No hay ningún demagogo que no propone una nueva forma de hacer política. La naturaleza de la política es contenciosa y siempre están en juego cosas importantes. Siempre ha sido igual. La batalla es por ideas. Entonces, esto de la nueva forma de hacer política es una frase más bien publicitaria. Se ha demostrado que no existe.

-¿ Se sintió interpelado, como exconcertacionista, por esa superioridad moral que planteo el Frente Amplio?

Bueno, ahí tienes un buen ejemplo. Al final eso no tiene asidero en la realidad. La Concertación hizo cosas muy buenas y muy malas, como todos, pero no veo ninguna diferencia moral entre el Frente Amplio y los partidos de la Concertación.

-Tanto así que ahora gobiernan juntos…

Y eso es muy legítimo. La política tiene una parte de confrontación, pero también debe existir respeto entre las personas que están ahí, porque todos fueron electos por la voluntad popular y tienen la misma legitimidad.

-¿Cómo ha visto la crisis del PPD, el partido que ayudó a fundar?

Yo creo que el PPD murió.

¿Por qué? 

Porque se desperfiló totalmente. Nuestro proyecto era ser un partido progresista, liberal y que no tuviera que lidiar con el karma de la Unidad Popular. Cada uno tenía su propia  aproximación. No nos sentíamos convocados a defender la gestión del gobierno de Allende, pero obviamente condenábamos el golpe y las violaciones a los derechos humanos. Hoy es un partido que no tiene una identidad propia. Dentro de toda la izquierda chilena es un hijo putativo del Partido Socialista.

¿Qué le ha parecido la gestión de Piergentilli? 

Creo que ella cometió un error en insistir en las dos listas, cuando el Partido Socialista le dijo que no. Y después de la derrota, que fue bastante humillante, no supo manejar las circunstancias, terminó humillada, pidiendo perdón y dando explicaciones. Y luego de un minuto a otro se cambió al caballo opuesto, porque ahora es partidaria de la unidad de toda la izquierda para enfrentar las elecciones municipales.

-¿Coincidió de alguna manera con la tesis de los “monos peludos”? 

O sea, yo me di cuenta para donde iba el asunto… a mí me expulsaron del PPD por una entrevista donde hablé de la ideología de la corrupción. Tengo perfecta conciencia de estas cosas. Y ella cometió un error, porque al final fue una descalificación muy brutal hacia sus compañeros de ruta. Y, además, estaban enojados con ella por haber armado las dos listas y no iban a tener la menor clemencia. Y eso fue lo que ocurrió. La historia del PPD es muy triste porque llegó muy arriba, incluso en un momento tuvimos más parlamentarios que el Partido Socialista y durante un tiempo éramos pares absolutos. Ahora el PPD no es nada.

“La paz del comité de expertos no es real”

-¿Cómo ha visto el liderazgo de Boric? 

No lo veo como un líder, pero tengo la mejor opinión de él como persona. Creo que es el presidente más sano que hemos tenido en años. Desde antes de la Concertación, incluso. Es una persona transparente, no tiene dobleces, aunque de repente puede ser un poco ingenuo. Es humilde y sabe escuchar. No es porfiado. Si el Presidente fuera otro político más tradicional, el país habría estado mucho menos estable. Boric ha tenido la capacidad de cambiar de rumbo, de aceptar y defender la institucionalidad. Ese es, para mí, el principal mérito que le encuentro.

-Aunque hace poco usted dijo que había demolido la credibilidad de la izquierda chilena.

Eso es verdad, ha hecho un mal gobierno. Lo que más daño le ha hecho a la izquierda es el estallido social, que explica mucho el auge de los republicanos y la derecha. Fue un hecho que revivió el ambiente que existía durante los meses finales del gobierno del Presidente Allende. Nunca habíamos visto, desde el inicio de la transición, tanto nivel de violencia realizada por gente de pensamiento de izquierda. Y eso destruyó la reconstrucción de la misma izquierda, como una alternativa tranquila y democrática. Hizo muchísimo daño.

-¿Faltó ponerle límite? 

Bueno, la izquierda democrática jamás debió haber participado en eso. No hay que olvidar que Adriana Muñoz invitó a la primera línea al Congreso para rendirle homenaje y Boric terminó indultando a personas que participaron activamente en el estallido social. Entonces, ¿qué credibilidad tiene el Presidente de la República para decir que le está entregando a Carabineros todo el apoyo?

-¿Cree que la última elección fue, en el fondo, una respuesta a esta gestión de Boric?

Por supuesto, fue un plebiscito sobre el gobierno de Gabriel Boric. La gente votó por los que parecían más lejanos al gobierno, esa es la verdad. ¿Y quienes son? Los republicanos. La política es una ruleta. Hay militantes que siempre van a ser leales y van a morir con las botas puestas, pero la abrumadora mayoría del electorado se declara independiente. Boric ganó la elección presidencial y luego el gobierno ha perdido dos elecciones. Nadie tiene la suerte comprada en política. Hay partidos que fueron muy grandes y que hoy día prácticamente no existen.

-¿Qué piensa de la derrota de los exconcentracionistas que se presentaron en la última elección?

Es parte de lo mismo. La gente no tuvo confianza. La Natalia Piergentilli, por ejemplo, fue vocera del Apruebo y la Carmen Frei también participó activamente. Y no salieron porque la gente no quería caer en lo mismo. Por eso digo que el estallido social y la Convención son hitos que han contribuido a destruir la credibilidad de la izquierda. ¿Quiénes son los votantes de la izquierda hoy día? Los mismos que en el gobierno de la Unidad Popular: un tercio.

-¿La disputa sigue siendo entonces el centro político?

El centro político en Chile no existe. Desapareció. Por eso hoy día el centro está ocupado más bien por la centro-derecha. Pero no hay centro-izquierda, porque no hay socialdemocracia. Lo que llaman socialismo democrático es un partido que está gobernando en la coalición. El centro está huérfano. ¿Y quién se beneficia? La derecha más moderada. Y los que son más radicales, anti-izquierda, votan por los republicanos.

¿Cómo ve el arribo de los republicanos al nuevo proceso constitucional?

Yo creo que tienen el cuchillo bajo el poncho.

¿O la sotana? 

O la sotana, claro. Yo creo que la paz y serenidad que salió del comité de expertos no es real. Los republicanos han llegado donde están por ser fundamentalistas. Es una derecha que no se achica, que no hace concesiones. Y el único factor mediador ahí son las ambiciones presidenciales de Kast que, naturalmente, entiende que tiene que jugar un papel constructivo para no quedar en una situación que complique sus ambiciones presidenciales. Entonces ellos tienen muchas cosas que plantear, porque el borrador es blando y hay muchos temas que prefirieron no tocar. Pensiones, salud, derechos reproductivos de la mujer y paridad.

¿Esa es la gran pelea que se viene ahora? 

Por supuesto, los republicanos van a hacer concesiones, pero van a usar su poder para poner cosas que para ellos son fundamentales. No van a dejar pasar esa oportunidad. Y el tema está en cómo se van a mover para hacer lo que piensan sin descapitalizarse.

¿Se va a aprobar o a rechazar el nuevo proyecto constitucional? 

Se va a aprobar de todas maneras, la gente no quiere más. Objetivamente hablando la nueva Constitución nunca estuvo entre las prioridades de las personas. Por eso cuando Bachelet hizo sus consejos fue un completo fracaso. La votación del 80% fue fruto del miedo, la gente no quería más guerra, entonces todos fueron a la urna y votaron sí, porque entendían que votar significaba que no siguieran quemando los parques, las calles y haciéndote bailar.

-¿Es partidario del voto obligatorio? 

Nunca ha sido partidario del voto obligatorio.

¿Por qué? 

Porque yo creo que el derecho a no participar es un derecho sagrado. Nadie puede ser obligado a pertenecer a alguna institución, sindicato, colegio profesional, junta de vecino o lo que sea. ¿Por qué estamos obligando, entonces, a ir a votar a la gente?

-¿Se arrepiente de haber votado por Piñera?

No, para nada. Yo creo que el primer gobierno de Piñera fue muy bueno. Además es una persona que no estuvo con Pinochet, no participó en las violaciones a los DDHH, es otro tipo de animal. Cuando vino la primera vuelta presidencial voté por la Provoste, aunque nunca pensé que iba a ganar. En el fondo no quería votar por Boric y menos por un candidato de derecha.

-¿Y en la última votó por Boric?

No, no fui a votar. No era obligatorio. Incluso escribí una columna diciendo que era primera vez en mi vida que no votaba.

 ¿Cuál es su domicilio político ahora? 

Me considero un liberal progresista, pero me siento completamente distanciado de la izquierda latinoamericana.

-¿Con qué izquierda se identifica? 

En España votaría por los socialistas. En Alemania también. En Estados Unidos votaría por los demócratas y en cualquier país europeo votaría por los partidos socialistas. Pero aquí, la izquierda latinoamericana tiene otro talante. Aquí el Partido Socialista se renovó y en su base tuvo una actitud crítica frente al gobierno de Allende y la Unidad Popular. Se reconoció que habíamos cometido errores, pero después empezó una involución y el partido empieza a reivindicar a Allende y la Unidad Popular.

-Es que se venían los 50 años del golpe.

Por lo mismo, a mí no me pareció mal lo que dijo Boric en la Cuenta Pública sobre los derechos humanos. Todo eso lo compro. Pero si vamos a conmemorar los 50 años del golpe y queremos realmente que haya un reencuentro, no podemos dejar de conversar sobre por qué se produjo el golpe.

¿Qué sería fundamental en ese diálogo? 

Lo fundamental es entender que la democracia la perdimos los civiles. Que los errores que cometimos los dirigentes, los militantes y los líderes de los partidos políticos, particularmente de la izquierda que no apoyaron a Allende y que no le permitieron llamar a un plebiscito. La idea era hacer una revolución siendo minoría, adoptando una posición puramente instrumental respecto al Estado de Derecho. En la Unidad Popular se respetó la libertad de prensa, no se violaron los derechos humanos, pero hubo un irrespeto por la legalidad, de eso no hay ninguna duda. Entonces el golpe se produjo, en parte, por cosas que hicimos nosotros. La izquierda.

-¿Piensa que hay un nombre más o menos serio de la izquierda para presentarse a la próxima elección? 

La izquierda está huérfana completamente de líderes. Es curioso que los líderes están en la derecha. No hay ningún alcalde de izquierda que se parezca en su capacidad de liderazgo a Carter. Y también es difícil predecir que va a pasar con los republicanos. La Carolina Tohá no tiene una capacidad de convocatoria amplia, pero todavía falta tiempo. A Bachelet no la conocía nadie hasta que sacó la cabeza del tanque y se transformó en un fenómeno. Anda a saber tú.

-¿Y Camila Vallejo?

Menos, nunca un comunista va a ser Presidente de Chile. No, eso no es posible. Alguien me dijo el otro día, analizando por qué se perdió la convención, que este país está más traumatizado con la Unidad Popular que con Pinochet. Y yo creo que eso es cierto. El estallido social permitió que las viejas y nuevas generaciones compartieran una vivencia similar. Los viejos diciéndole que así pasó en la UP y los más jóvenes, que nunca habían visto esa violencia, a lo mejor les encontraron razón.

“El gobierno se cambió de caballo”

-¿Qué le pareció la Cuenta Pública? 

Bueno, creo que el discurso duró más que la descripción de los logros. Pero hay una cosa muy importante: Boric hizo una opción estratégica por los acuerdos y el diálogo. Y le tiró la cadena al programa de gobierno. O sea, quedó claro para el que quisiera escuchar. Es un cambio muy grande.

-¿Eso es bueno o es malo?

Bueno, muy bueno.

-Habías dos focos importantes de la Cuenta Pública: seguridad y la migración. ¿Cómo vio estos temas? 

Bueno, yo creo que el gobierno está haciendo hartas cosas en el tema de seguridad. Ahora, todo lo que está haciendo es lo que dijo que no iba a hacer nunca. No se puede negar que el gobierno se cambió de caballo. Y, en el tema de inmigración, también. Hizo lo que había jurado de guata que jamás haría, que es llevar militares a la frontera. Y eso demuestra que Boric es flexible. Ese es uno de sus méritos.

-¿Tiene temor a una eventual llegada de Kast a La Moneda?

Bueno, la pregunta siempre se hace por la extrema derecha, pero nunca por la extrema izquierda. Porque el Boric de primera vuelta era de extrema izquierda, llegó al poder y se vio obligado a cambiar su programa que dejó de ser de extrema izquierda. ¿Por qué no puede pasar lo mismo con Kast? Ha demostrado ser un buen político y si no tiene mayoría en el Congreso va a estar obligado no más. Si al final se impone la realidad.

-¿Crees que existe un miedo mitificado de la extrema derecha?
O sea, yo creo que los republicanos son ultraconservadores. Esa es mi definición de ellos. Pero no creo que sean antidemocráticos. Ahora, no creen en los derechos de la diversidad sexual, son beatos, un montón de cosas que tampoco los transforman en fascistas, pero sí entran en la categoría de ultraconservadores.

-¿Cómo has visto a Boric en el concierto internacional?

En Brasil estuvo muy bien y eso demuestra que tiene un buen canciller, de experiencia. No es cualquier cosa pararle el carro a Lula. Pero lo hizo con convicción. Y eso muestra que Boric es una persona que realmente cree en la democracia. Él es una persona muy a la izquierda, pero democrático.

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