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La historia de la “abuelita narco” detenida con los computadores del ministerio de Jackson

Por: Claudio Pizarro | Publicado: 21.07.2023
La historia de la “abuelita narco” detenida con los computadores del ministerio de Jackson |
El Desconcierto le siguió la pista judicial a la mujer detenida por receptación de los computadores robados en el ministerio de Desarrollo Social, encontrándose con el perfil de una avezada distribuidora de drogas, con contactos internacionales, involucrada en el ingreso de más de 190 kilos de pasta base al país.

La historia pudo haber sido más cándida, pero la abuela tenía prontuario. Elena Rojas Crespo de 60 años, fue interceptada en la calle a las 2 de la tarde de ayer, trasladando 23 computadores sustraídos la noche anterior desde el edificio del Ministerio de Desarrollo Social. No era primera vez que la policía le seguía los pasos.

Miguel Apablaza Suárez, el Miguelito, su nieto, le había encargado reducir los artefactos tras engañar a uno de los guardias con “el cuento del tío” desde la cárcel de Puente Alto, haciéndose pasar por el mismísimo ministro Giorgio Jackson, según los primeros trascendidos policiales rescatados por la prensa.

El episodio fue catalogado como “sospechoso” pues se produjo en medio de investigaciones en el caso Convenios, indagaciones que buscan esclarecer los millonarios traspasos de fondos del Estados a distintas fundaciones vinculadas principalmente al Frente Amplio, varias de ellas ligadas al partido del ministro Jackson: Revolución Democrática.

El delito de recepción de especies se sumaría a otras condenas recibidas en años anteriores por robo y narcotráfico. El Desconcierto accedió a estas causas donde se perfila a una mujer vinculada a transacciones internacionales de cientos de kilos de pasta base de cocaína provenientes de Bolivia.

La destinataria

En una investigación de tráfico ilícito de drogas del año 2008, Eliana Rojas Crespo es descrita como una “distribuidora”, encargada de repartir la droga entre traficantes del sector poniente de Santiago, entre ellos José Gutiérrez Quinteros, conocido en Cerro Navia como el “Loco Pepe”.

La historia se remonta a julio del año 2008, cuando Miguel Contreras y José Ibáñez, fueron detenidos en la ruta 5 Norte, mientras eran seguidos por personal de la brigada Antinarcóticos del Aeropuerto de la PDI, tras ingresar al país un cargamento de 190 kilos de pasta base con dirección a la comuna de Renca, equivalente a unos 800 mil papelillos de droga.

Los delincuentes venían en distintos vehículos. Contreras trasladaba la mercancía, escoltado por Ibáñez. Ambos fueron detenidos en la carretera con una hora de diferencia. Al primero le encontraron dos celulares y 90 mil pesos y al otro los giros bancarios de unos depósitos de casi dos millones de pesos realizados por encargo de Elena Rojas Crespo.

Ibáñez utilizaba documentos de identidad bolivianos, debido a era requerido por otros delitos de tráfico en Chile. Esa era la única forma que tenía de ingresar al país. Empezó a trabajar con Contreras, luego de conocerlo en Mejillones mientras manejaba su radiotaxi.

Contreras declaró que Ibáñez le pidió que manejara una camioneta desde Antofagasta a Santiago a cambio de dos millones de pesos y que había aceptado el encargo porque tenía un hijo autista que debía operar de una pierna. Ambos sujetos «enchularon» una camioneta Chevrolet Aveo, color rojo, con un logo adhesivo en la puerta de “Guiñez Ingeniería”, simulando ser profesionales vinculados a la minería.

El vehículo fue interceptado por la policía en el kilómetro 1130 de la ruta 5 Norte, lo conducía Miguel Contreras y en su interior encontraron dos bolsos militares y un saco plástico que contenían 183 paquetes de pasta base. El inspector Mansilla, a cargo del operativo, planificó una entrega vigilada con el objeto de atrapar a Ibáñez.

En una estación de servicio Copec ubicada en Chañaral, alrededor de las 3 de la madrugada, la policía detuvo a Ibáñez tras realizar un intercambio de luces con Contreras. La idea de los detectives era usar la misma técnica con el blanco siguiente: Elena Rojas Crespo.

Horas más tarde, en otro servicentro en Santiago, apareció la destinataria final del cargamento. La mujer se estacionó al lado de un surtidos de bencina, rodeada por una decena de policías que esperaban el ansiado contacto. Elena Rojas observó a su alrededor y decidió marcharse del lugar. La investigación confirmó después que Ibáñez alcanzó a advertirle por teléfono sobre la presencia policial.

“A la señora Elena no se le practicó una detención, ya que no se realizó finalmente la entrega de la droga”, relató un detective. Pero en el curso de la investigación, un mes antes de la fallida entrega vigilada, los involucrados sí pudieron concretar el traspaso de 100 kilos a Elena Rojas, según pudo comprobarse a través de escuchas telefónicas. Por esta razón la fiscal a cargo del caso, Macarena Cañas, solicitó una orden de detención en su contra.

Debido a que no se pudo concretar la entrega de la droga a la principal distribuidora, la condena en contra de Elena Rojas fue en calidad de cómplice, contemplando 450 días de presidio menor los que finalmente fueron conmutados por una pena alternativa de remisión condicional, quedando al control de Gendarmería por dos años.

Casi una década después, en mayo del año 2019, nuevamente Elena Rojas se vio involucrada en una causa por drogas. La mujer fue detenida junto a Patricio Núñez y Julio Pérez, de nacionalidad boliviana, tras descubrir en un domicilio en Renca una suerte de laboratorio químico con pesas, coladores, cocinillas y una gran cantidad de precursores químicos.

En la ocasión se logró incautar sólo tres gramos de droga y  Elena Rojas se mantuvo con arresto domiciliario parcial nocturno. El 10 de mayo de ese mismo año, sin embargo, la fiscalía decidió no perseverar en su caso por “no haber reunido los antecedentes suficientes para fundar una acusación”.

Luego de tres años sin luces respecto a su destino, Elena Rojas Crespo acaba de volver a figurar en los registros policiales, esta vez como receptora de los computadores robados en el ministerio de Desarrollo Social, en uno de los casos más sorprendentes del «cuento del tío» que se tenga memoria.

De la caja fuerte robada, que contenía en su interior boletas de garantía y talonarios de cheques, aún no se sabe nada.

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