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Milei y la estrategia detrás de la violencia verbal que lo tiene a un paso de la Casa Rosada

Por: Felipe Avendaño | Publicado: 18.11.2023
Milei y la estrategia detrás de la violencia verbal que lo tiene a un paso de la Casa Rosada Javier Milei | Creative Commons (CC)
¿Cómo el candidato anti-derechos, cautivó al votante que exige más derechos? Analizamos aquí la táctica detrás del discurso cargado de gritos e insultos del líder de La Libertad Avanza, quien en sólo dos años consiguió el 30% de los votos y se instaló en la segunda vuelta de las elecciones argentinas más inciertas de los últimos 40 años. “Se están activando todas las ideologías y prejuicios que vienen de tiempos atávicos y eso es muy preocupante porque se pone en jaque los pactos que fundaron nuestra democracia”, dice Micaela Cuesta, doctora en Ciencias Sociales y académica de la Universidad de San Martín.

“No tengan miedo, somos superiores productivamente, somos superiores moralmente. Vayan y den la pelea. Esto no es para tibios, esto es para tomarlo de cara a los socialistas y ganar esta batalla. Viva la libertad, carajo».

Es octubre de 2022 y un eufórico Javier Milei cierra así su intervención en el evento organizado en Madrid por el partido nacionalista español Vox, donde miles de asistentes vitorean al líder y fundador de La Libertad Avanza, coalición política que en sólo dos años consiguió el 30% de los votos y se instaló en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales más inciertas de los últimos 40 años de democracia argentina.

Con un discurso cargado de insultos, violencia verbal, anti-derechos, negacionista y misógino, el economista promete «hacer volar el Banco Central», sacar a toda la “casta política repugnante” y a los «zurdos empobrecedores hijos de put…», a quienes acusa de ser los responsables de la crisis que vive Argentina, país que tiene una inflación de 140% interanual.

Milei, diputado de extrema derecha, apunta como causa del descontento a tres factores: la cuarentena del Coronavirus, la crisis económica y la batalla cultural.

El líder de La Libertad Avanza apela al descontento social y principalmente al sentimiento de insatisfacción, frustración y de rabia del votante joven, entre 18 y 24 años, quienes representan más del 50% de los votos conseguidos en primera vuelta y que por primera vez podrán sufragar. Este grupo siente que salieron de una crisis (política y económica) para entrar en otra (sanitaria por el Covid-19), con serios problemas de inserción laboral, trabajos precarizados, sin derechos mínimos y que no logran satisfacer sus necesidades ni obtener sueldos que les permitan llegar a fin de mes.

Sin embargo, para Micaela Cuesta, doctora en Ciencias Sociales y coordinadora del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) de la Universidad de San Martín, el surgimiento de figuras políticas de la ultraderecha alrededor del mundo no se debe a la pandemia, sino que a la crisis financiera de 2008, la que no es una crisis de la democracia, sino que un colapso del sistema neoliberal que impacta en las instituciones democráticas.

“Las instituciones de la democracia se ven imposibilitadas en incidir en los agentes que toman las decisiones, que son agentes económicos transnacionalizados, no sólo bancos y el mundo de las finanzas, sino que también de las empresas que forman la opinión pública, como Twitter o Facebook, que reconfiguran el mapa de los posibles en la esfera pública y actúan políticamente”, señala Cuesta en conversación con El Desconcierto.

“Alrededor del mundo hay figuras de la ultraderecha radical que después de 2008, en plena crisis hegemónica del sistema neoliberal, emergieron como una respuesta de derecha a una experiencia de sufrimiento, de padecimiento social que no encontró narrativas democráticas capaces de seducirlas o herramientas democráticas que pudiesen torcer los destinos de la pauperización de la vida de grandes poblaciones”, agrega.

Que se vayan todos. Que se rompa todo

«Que se vayan todos, que no quede ni uno solo», gritan los manifestantes encaramados en los pilares del Congreso de Argentina. Es diciembre de 2001 y los argentinos exigen la salida de la clase dirigente en medio del estallido social desencadenado por la imposición del “Corralito” tras tres años de recesión económica.

Es una de las imágenes que aparecen en “Pandenomics”, película protagonizada por Milei y que el economista libertario publicó en YouTube en diciembre de 2020, a sólo meses de iniciada la pandemia del Coronavirus. La producción audiovisual, -mezcla de documental y ficción con una estética y personajes que lucen como una parodia de los superhéroes de Marvel-, acusa a la cuarentena, la crisis económica y la batalla cultural como los responsables de los males que padece el pueblo argentino.

Pero resulta un tanto contradictorio que quienes reclaman tener problemas de inserción laboral y trabajos precarizados sin derechos mínimos, quieran votar por alguien que asegura recortará recursos y derechos sociales.

“Hay cierta irracionalidad en un votante que se queja por la falta de derechos y vota por alguien que lo va a dejar aún más sin derechos. Efectivamente hay esa dimensión de la ‘irracionalidad’, entonces hay que buscar la racionalización que esos votantes realizan”, señala Cuesta.

La académica de la Universidad de San Martín cree que la justificación a esas acciones de votar por un candidato como Milei está en la respuesta rápida a esa situación de desamparo, una interpelación eficaz que hace Milei de “bueno, yo estoy igual de enojado que vos, me identifico con tu desesperación”.

“Una primera respuesta es esa: ‘él me escucha, canaliza mi odio, lo expresa, aparecemos en la escena pública protagonizando un proceso que nos saca de la impotencia que sufrimos’. En muchos casos, antes de hacer una autocrítica, una reflexión de todas esas creencias neoliberales que nos construyeron subjetivamente, muchos deciden romperlo todo, que se rompa todo antes de romperme a mí mismo o antes de romper esa imagen de sí que uno construyó por años de neoliberalismo con mucho esfuerzo”, reflexiona Cuesta.

La docente cree que esa autocrítica y autorreflexión que podría habilitar una salida democrática es la que está obturada y queda imposibilitada. “Las ideologías, los prejuicios son duros de roer y ahora se están activando todas las ideologías, los lugares comunes, todos los prejuicios que vienen de tiempos atávicos y eso es muy preocupante porque se pone en jaque no sólo los pactos que fundaron nuestra democracia, sino que el porvenir de la democracia”

Redes sociales, cámaras de eco y construcción de lo inevitable

Algunos académicos señalan que actualmente vivimos en una “sociedad del fragmento”, donde los ciudadanos se informan a través de fragmentos de información, trozos de videos y discursos políticos, sin contexto ni sentido, donde hay pérdida de metarrelatos y de la verdad.

Internet y las redes sociales son el escenario ideal para esta información descontextualizada, con las llamadas “cámaras de eco” donde los usuarios escuchan sus propias ideas reforzadas y logran encontrar argumentos que hagan verosímil su creencia, sin importar si se acerquen o no a la verdad.

“Es lo que el filósofo y economista greco-francés, Cornelius Castoriadis, llamaba la teoría de los imaginarios sociales. Nosotros operamos con sedimentos socio imaginarios en nuestra mente los que nos hace creer en lo que creemos”, dice Luis Nitrihual, académico de la Universidad de La Frontera y doctor en Ciencias de la Información de la Universidad Complutense.

Son precisamente las redes sociales y las plataformas digitales las que han amplificado las ideas y discursos violentos de Milei, los que también han sido replicados por medios de comunicación tradicionales, quienes frente a la crisis que viven actualmente, se retroalimentan del contenido que vende en Internet. De hecho, los discursos de odio y ataques personales a periodistas, políticos y hasta el Papa Francisco, fueron dichos por Milei en televisión abierta, casi sin contrapesos ni cuestionamientos por parte de los conductores.

“Los medios de comunicación, el modelo de negocios de las redes sociales y los dueños de las plataformas digitales dejan correr a estos personajes, dejan correr los discursos de odio porque efectivamente redundan en un beneficio económico. Está comprobado que los contenidos intensos en términos afectivos generan más atención y por lo tanto mayores posibilidades de vender”, señala Cuesta sobre la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en la construcción y validación de personaje como Milei.

Además de los discursos de odio como método para encontrar a un “enemigo común” y apuntarlo como el responsable de todos los males, que puede ser migrantes, mujeres o la “casta”, dependiendo de los sentimientos que se quieran detonar en el votante, el discurso de Milei apela también a los anti cuarentena, los antivacunas y a los que desestiman todas las medidas de resguardo durante la pandemia.

«Argentina emprendió la cuarentena más estúpida del mundo. La más larga y la más profunda. Y no sólo eso, a pesar de destrozar la economía estamos en el lote del 10% de países con mayor cantidad de muertos por millón de habitantes. Con lo cual estás parado arriba de un volcán y está por hacer erupción y vamos a explotar todos», fueron las palabras de Milei el 14 de octubre de 2020 en el programa Terapia de noticias de La Nación.

Micaela Cuesta considera que hay una construcción de lo inevitable, intencional y en algunos casos ideológica. “Habría que trabajar en desmontar la idea de lo inevitable, porque es un pensamiento deshistorizante que lo único que abona es la reproducción, o sea, que todo siga existiendo tal cual porque como es inevitable no podemos cambiarlo, desasistiendo estrategias colectivas para modificarlo”.

“Cualquier ideología que busque la desihistorización de los hechos, en general, tiende a la reproducción del estatus quo y de una forma determinada de subordinación, dominación o de poder. Combatir la idea de lo inevitable me parece que es importante en término ético-político porque algo que hace la política es dar cuenta de la historicidad de las relaciones, de las situaciones, de la identidad de los pueblos y de las luchas y la posibilidad de transformarlas en un sentido más justo. Lo único que la condición humana tiene como inevitable es la muerte. Después de eso creo que no hay nada inevitable en la historia. Entonces, todo lo que aparezca como inevitable es un producto de una cosificación, de un trabajo ideológico. Cuando algo se establece como inevitable es la continuidad de una forma de dominio”, cierra Cuesta.

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