El miércoles de la próxima semana se espera el arribo a Santiago de Pedro Barrientos, exteniente del Ejército acusado de asesinar a Víctor Jara. A más de 50 años del crimen del cantautor nacional, Amanda Jara, su hija, aclara que pese a que existió un proceso de extradición, se trataría en rigor de una deportación.
A diferencia de otros casos de connotación pública -como el proceso de extradición de Galvarino Apablaza, involucrado en el asesinato de Jaime Guzmán-, Amanda Jara sostiene que el Estado no hizo lo suficiente en el caso de su padre. “Sólo fue una solicitud formal con unos papeles que no persiguieron”, dice.
“Se ha instalado la idea que el Estado de Chile ha movido su aparataje en cancillería y eso no ha sido así. Esto ha sido el esfuerzo de una ONG llamada Center for Justice & Accountability que persigue crímenes de lesa humanidad en todo el mundo y, gracias solicitado con mi hermana y mi madre el 2016, el departamento de Estado de Estados Unidos recogió evidencia para entender que Barrientos había mentido. Entonces el concepto es deportación”, comentó a El Desconcierto.
Respecto al desconocido vínculo familiar entre el recién confirmado auditor general del Ejército, Eduardo Rosso Barrientos, y el asesino material de su padre, Amanda Jara asegura que “nuevamente los asesores (del gobierno) han flaqueado”, pero que el hecho no es ninguna sorpresa para su familia.
“Las Fuerzas Armadas funcionan así, hacen lo que quieren. No es sorpresa para nosotras…yo creo que las asesorías también han flaqueado una vez más, porque han ascendido a torturadores. Pero eso ha sucedido siempre. Esto es un estado de impunidad de más de 50 años”.
- Amanda Jara
Lo único cierto es que con el arribo de Barrientos, añade Amanda, “se cierra un ciclo y se abre otro”. “Hay un sentimiento de que por fin va a llegar, pero todo tiene que pasar de nuevo por la justicia. Esto no ha terminado aún. Se abre un nuevo capítulo en el expediente”.
“El arte como herramienta de liberación”
Amanda se enfrenta a esta entrevista poco tiempo después de la muerte de su madre, Joan Jara, infatigable luchadora por los derechos humanos y una gran promotora del arte y la danza en Chile. Sobre su despedida, dice que fue una “fiesta popular, espontánea y grande”.
«Fue hermoso, lleno de amor y respeto. Maravilloso. Nosotros como hijas quedamos con toda esa energía para seguir adelante, porque el caso de Pedro Barrientos es una historia antigua que resulta increíble -pero increíble- que recién se empiece a resolver ahora”.
-Es increíble, pero además vergonzoso…
Sí, pero sabes qué. Yo que estoy a punto de cumplir 60 años, he vivido toda mi vida en esto. Y es en la acción donde una se libera de la rabia, porque no se puede vivir así siempre. No hay que quedarse en la vergüenza o en la frustración porque eso te inhabilita.
-¿Cuál fue el legado de tu madre a este país?
Yo creo que un gran aporte a la cultura popular. El legado de mi madre fue ensalzar o relevar el arte como una herramienta de expresión, liberación y transformación. En el velorio hubo varias generaciones de alumnos de ella. Fue tan bonito. Yo creo que ese es el legado de mi mamá, el arte como una forma de soltar, de liberar y de transformar. Eso era mi mamita, una mujer generosa que siempre entregaba.