En tiempos de Covid ¿Cuán justo es el transporte en tu ciudad o comuna? Ayúdanos a construir un ranking de ciudades chilenas

Por: Lake Sagaris / Laboratorio de Cambio Social | Publicado: 12.12.2020
En tiempos de Covid ¿Cuán justo es el transporte en tu ciudad o comuna? Ayúdanos a construir un ranking de ciudades chilenas / Agencia Uno
Con el retroceso de la Región Metropolitana y otras zonas chilenas a la Fase 2, con cuarentena de fin de semana, la vida al aire libre queda como clave para resguardar la salud y apoyar a los sectores más vulnerables. Aquí hablamos de cómo avanzar, como sea.

Desde la salud pública y la batalla contra el SIDA, aprendemos a utilizar estrategias de reducción de riesgo para resguardar la salud colectiva con medidas que permiten vivir humanamente. Vale la pena crear una estrategia equivalente frente a la situación actual de COVID-19. En el Barrio Bellavista y muchos otros barrios del país, sigue la paradoja de que — incluso con la gravedad de la situación actual — las autoridades se preocupan más por mantener las ventas de alcohol que por la salud de niñes y mayores.

Al eliminar las salidas de fin de semana, las mujeres que trabajamos quedamos aún peor de lo que ya estábamos, especialmente las madres y algunos padres, luchando por cumplir las responsabilidades familiares, realizar las compras, lograr las metas laborales. Las medidas convierten la vida en un malabarismo, que se agudiza cuando las empresas y las instituciones se mantienen abiertos o vuelven a abrir.

¿Desde cuándo solo importa “producir” en la economía del dinero, dejando sin apoyo la economía del cuidado? Para las personas que pueden, tendría más sentido convertir este fin de semana con encierre en días de trabajo, y empoderarse de los lunes y martes para salir a recrearse, realizar las compras y funcionar. Ayudaría contar con calles abiertas como la CicloRecreovía dos días de la semana, para moverse tanto por placer como por motivos de trabajo. Y en red, en toda la ciudad. Así lo están haciendo todos los días en ciudades más avanzadas, y más preocupadas por su gente.

Todo esto, no para evitar las medidas de resguardo, sino para potenciarlas, ya que ya tenemos evidencia contundente de que lo más seguro es realizar actividades al aire libre, con mascarilla y distanciamiento, lo que significa que el virus no alcanza acumular una carga viral suficiente para contagiar. Lo peor que se puede hacer es convivir y/o trabajar en lugares cerrados, con mala ventilación. Incluso, aunque no tenemos estudios chilenos, sí tenemos anuncios en los medios que indican que un 73% de los focos de contagio están ocurriendo — en los hogares. De estas contradicciones además surge la pregunta ¿por qué no tenemos estudios chilenos, ya? Otra debilidad de un sistema de testeo y trazado que no ha resultado suficiente para encerrar y prevenir contagios.

Encerrados de nuevo en los barrios, por lo menos los fines de semana, vemos como las autoridades se esmeran por mantener la “reapertura” de bares y restaurantes. Valoramos el comercio local y por sobre todo las actividades de las Ferias Libres y las PYMEs. Claramente hay negocios que aportan y otros que no. Incluso en el mismo rubro gastronómico, hay un mundo de diferencia entre un local donde se toma una copa de vino con comida, y un bar, donde lamentablemente vemos un porcentaje importante de clientes quienes abusan y toman en exceso, y locatarios que aprovechan y lucran con esto.

Un informe chileno indica que “El alcohol es el primer factor de riesgo que causa más muerte y discapacidad en Chile”. Priorizar la venta y consumo del alcohol por sobre otras posibilidades sugiere que los tomadores de decisión han entrado en la bancarrota en cuanto a su capacidad de responder.

No es menor el tema: antes del COVID-19 Chile tenía tasas de alcoholismo preocupantes, y ahora vemos como la economía de abuso del alcohol está primando por sobre actividades — ferias libres, escuelas y jardines infantiles, cultura y arte, recreación al aire libre, ferias callejeras — que sí minimizan riesgos y aportan sustancialmente al bienestar de toda la población. Las consecuencias se ven en las calles, en SoSafe y en las denuncias a Carabineros de riñas y peleas que son aún más peligrosos en tiempos de Covid.

En las últimas semanas en Bellavista, hemos vivido noche tras noche una “reapertura” con riñas violentas, hasta en los sectores residenciales, que son utilizados como estacionamiento, con estacionadores quienes también protagonizan riñas, y clientes que se van con gritos y peleas hasta que comience el toque de queda.

Lamentable que solo un toque de queda puede asegurar la tranquilidad necesaria para que la población pueda descansar, recrearse o dormir, como corresponde sin o con Covid. Al mismo tiempo, las autoridades nacionales continuan gobernando — con solo un 5% de apoyo según Pulso Ciudadano (Activa Research) — y sin los consensos necesarios. Sería tan sencillo sentarse con representantes de diversos actores, movilizar sus experticias diversas en pos del bien común. Algunos municipios ya lideran, colaborando con vecinos, vecinas y sus organizaciones, más que conscientes de que su salud está en riesgo no solo por COVID-19, sino también por los impactos negativos del encierro.

En estas condiciones, ¿qué podemos hacer?, porque quedarse sin actuar solo nos lleva a daños mayores.

Tomar la iniciativa desde el territorio

Ya que no nos han convocado las autoridades, desde Bellavista y con apoyo del Laboratorio del Cambio Social, estamos pasando a autoconvocarnos, invitando a las unidades municipales responsables a sentarse a trabajar en conjunto, poniendo la salud y el bienestar de vecines en primer lugar, y viendo como eliminar los montones de basura, mejorar la fiscalización, corregir el mal diseño de calles, y coordinarnos mejor frente a la creciente violencia delictual.

Para esto, esperamos un nuevo permiso para cambiar el día, hora y lugar del programa Bellavista Bakan que permite que les niñes, sus cuidadores y mayores puedan disfrutar del aire, el pedaleo y una reparación de sus bicis, sin temor a contagiarse. Esto es central puesto que, incluso antes del COVID-19, la obesidad y el sedentarismo ya cobraban un alto costo a las familias chilenas. Con COVID-19 ha aumentado el problema, agregando además la vulnerabilidad a la enfermedad por estas mismas condiciones.

La obesidad afecta a 38% de las mujeres y un 30% de los hombres, mientras un 35% de les niñes bajo los seis años sufren de sobrepeso u obesidad. El mismo artículo señala que estas condiciones están asociadas a baja autoestima, depresión y exclusión social, y con una mayor probabilidad de mortalidad cardiovascular más tarde en la vida.

En todo el mundo, uno de los patrones más preocupantes asociados al COVID-19 es la mayor mortalidad entre comunidades de bajo ingresos o de personas de razas, etnias u otras condiciones discriminadas. Claramente, las medidas de encierro impuestas por el gobierno tienen un impacto mucho mayor en estas familias, ya que viven en casas y departamentos más pequeños, a menudo con niveles de hacinamiento que ya eran problemático antes del COVID-19. Con Covid, estas condiciones se hacen aún más dañinos — es muy distinto poder juntarse con familiares en el patio de una casa grande, que apretujados en un living diminuto en uno de los muchos edificios que se han construido en años recientes.

Pero nuevamente, la discriminación y diferenciación territorial impacta por las inequidades. Mientras Vitacura aprovecha el río y el Cerro San Cristobal con un entramado de parques, senderos peatonales y ciclovías que serían la envidia de cualquier ciudad desarrollada, el resto de la ciudad sufre de carencias largamente documentadas y estudiadas: mientras menor los ingresos, menor las áreas verdes y parques.

Parques, senderos y ciclovías de excelencia: pero solo para Vitacura. ¿Qué pasó con el resto de la ciudad, que también rodea el Cerro San Cristobal? Y ¿qué de los barrios que no tienen cerro? Hay que devolver las calles a la vida, para mejorar la equidad y cuidar la salud con y sin Covid19. Fuente: © Laboratorio de Cambio Social.

Reconvertir las calles para ciudades más justas

De nuevo surge la imperiosa necesidad de rehabilitar las calles — lejos de encerrar a las personas el fin de semana, es central salir a correr, trotar, pedalear, patinar por calles abiertas que permiten el distanciamiento que las circunstancias requieren. También a sentarse, con distanciamiento, al aire libre, para compartir.

La calle surge una y otra vez como un espacio que podría proporcionar importantes soluciones a las urgencias que conllevan el COVID-19. Tanto investigadores como activistas y gente comprometida está tomando la bicicleta como “remedio” no solo para la movilidad sino también para la salud y reencuentros seguros, en tiempos de COVID-19.

En este sentido, queda claro cuan injusto son las medidas planteadas, y allí se asoman claves para entender porque no funcionan lo suficiente. Donde ya había planes de movilidad activa, desde París hasta Rancagua, las autoridades locales han respondido, generando espacios de salud, de movilidad y creatividad, más vitales que nunca. Lamentablemente, comunas como Santiago o Providencia, que antes brillaban por su liderazgo en estos temas, han ido quedando atrás. No queda claro por qué.

Los mezquinos kilómetros de ciclovías — que anunciaron el MTT después de protestas y cicletadas de miles de ciclistas en todo el país — no responden a la creciente crisis de salud pública reflejada en las muertes y lesiones graves por atropellos a ciclistas y peatones, y choques entre automóviles que también cuestan vidas.

Nuevamente estamos frente al abandono de las personas más vulnerables, en este caso frente a una violencia mortífera que caracteriza el sistema vial desde hace años. Lo que urge es una inversión a corto plazo de US$500 millones en planes y redes cicloviales y mejoras de las intersecciones de alto riesgo, identificados desde hace muchos años, sin remedio de parte de las autoridades.

En Chile hoy es más fácil salir a emborracharse que aprender a reparar o andar en bicicleta. Tardan los permisos para actividades que resguarden el bienestar de niñes y mayores, mientras priorizan el uso de las calles para un comercio que favorece el abuso del alcohol y otras sustancias. Fuente: Bellavista Bakan, programa para niñes y mayores en Barrio Bellavista. © Laboratorio de Cambio Social. 

Estas acciones deben reforzarse con la fiscalización con cámara que permitiría la Ley CATI, actualmente en la agenda del Congreso. Un programa de inversiones de esta naturaleza no solo salvaría vidas, sino crearía trabajo y, con criterio de género, podría mejorar las condiciones de mujeres jefas de hogar, junto con la situación de hombres cesantes.

¿Cómo avanzar? Un instrumento para demandar un transporte más justo en las próximas elecciones

Las noticias más fidedignas indican que incluso con vacuna, debemos mejorar sustancialmente los indicadores del COVID-19, para poder volver a encontrarnos. Un artículo científico y cobertura en la prensa comparan la efectividad de una vacuna a una manguera de bomberos: si bien la vacuna ayudaría a prevenir contagios o reducir la gravedad de la enfermedad, aplicarla en un país donde el virus está en pleno apogeo reducirá sus beneficios y hará muy lento los efectos positivos. Otros informes más locales sugieren que las vacunas podrían dar algún alivio en Chile recién a fines del próximo año.

Ayúdanos a crear un Ranking de Transporte Justo para ciudades chilenas: buscamos expertos del mundo ciudadano, académico y técnico para evaluar y generar una Agenda Ciudadana que exige compromisos medibles a les candidates en las próximas elecciones. Este ejemplo es de Copenhagenize, y ha ayudado a mejorar las condiciones cicloviales en el mundo. Fuente: https://copenhagenizeindex.eu

Mientras, la situación actual con Covid refleja problemas graves, existentes previo a la pandemia. Por lo mismo, es central movilizar ese 80% a favor del cambio de la constitución, y convertirlo en votaciones importantes a favor de otros cambios en las elecciones de abril y de noviembre el próximo año.

Para esto, académicos del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) y organizaciones ciudadanas de diversas ciudades chilenas, Muévete, y el Laboratorio de Cambio Social hemos desarrollado una encuesta para expertos — de la ciudadanía, técnicos y otros — para evaluar cuan justo es el transporte en su ciudad. Con los resultados, podremos generar un ranking que destaca donde se está avanzando y donde hace falta compromisos mayores entre nuestres representantes políticos y la ciudadanía.

Si tú te crees experta en estos temas, te invitamos a participar, AQUI y compartir con otras personas con conocimientos relevantes de discapacidad/acceso universal, caminabilidad y patrimonio, género, cicloinclusión, transporte público y gobernanza, especialmente participación ciudadana vinculante. También está la invitación a participar en una Agenda Ciudadana que permitirá evaluar candidates y marcar los ganadores según su desempeño programático.

Llegó la hora de votar por compromisos y logros, y no por caras bonitas, amigues o militantes de cualquier partido porque sí…


Lake SagarisPhD Planificación urbana y comunitaria, Profesora Ingeniería de Transporte e investigadora Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), Centro de Excelencia en Transporte Rápido BRT+, Pontificia Universidad Católica de Chile.

[Te puede interesar]: Análisis | Cuando fallan las autoridades, la ciudadanía responde

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.