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«Calendario» de Fernando Rivera: La simplicidad de lo único

Por: David Bustos | Publicado: 17.03.2019
«Calendario» de Fernando Rivera: La simplicidad de lo único Fernando Rivera |
Calendario es un libro que derrocha humor, y que tiene un sentido dramático que bordea la sátira. Poemas cortos, exactos, exentos de retórica, que aspiran a nociones concretas de la realidad, con la levedad del humor cotidiano. Un texto que me niego a guardar en el anaquel de mis libros, y que prefiero tener a mano, en caso de que necesite recordar que lo simple suele tener la locuacidad de lo único.

Desde que vivo en la playa, ya cinco años de ese despegue de Santiago, he descubierto la poesía de provincia. Y cuando digo provincia, siento que al decir provincia, esa poesía (no sé por qué razón) contara con menos prestigio que la capitalina. Como santiaguino puedo captar ese soterrado desdén, afincado quizás en la emigración campo-ciudad, momento histórico en que la migración se realizaba con la secreta ilusión de la prosperidad. De hecho mis abuelos y mi padre nacieron en provincia. Y hasta en términos estrictamente biográficos, comprendo que ese desplazamiento dice relación con huir de la pobreza. Todos esos antecedentes históricos y demográficos han hecho que la literatura chilena sufra una suerte de centralismo atávico; que la escena santiaguina “progresista” haya dado la espalda, en ocasiones (demasiadas tal vez), a la producción poética de regiones, y esto tiene un enorme asidero en el  prejuicio. Cuestión que en Argentina está cambiando, Selva Almada (Entre Ríos) y Leila Guerriero (Junín) son solo dos ejemplos de escrituras fascinantes que surgen fuera del polo de la metrópolis.

En Santiago, o entre el metro Los Héroes y Los Leones, se escribe la poesía chilena, suena exagerado, pero es un poco así. Basta leer algunos escritos que pretenden dar cuenta de la actualidad de la poesía chilena (V. Undurraga) como para que uno saque esas controvertidas conclusiones. Como si la escritura de regiones obligatoriamente estuviera a destiempo de lo que hay que escribir, totalmente ajena a los centros productivos culturales. Y lo que hay que escribir hoy pasa (obviamente) por la capitalización de los grandes centros culturales del mundo.

Bueno toda esa entelequia progresista de la poesía, ligada a la innovación, y la liberalidad de las herramientas escriturales, que en ocasiones celebro (C. Soto), se tensiona cuando alguien con un simple lápiz y papel vuelve a escribir un buen libro de poesía. Este es el caso de Calendario (Ediciones Inubicalistas, 2018) del poeta Fernando Rivera Lutz (Copiapó, 1955), a quien conozco solo por la foto de solapa. Cuento lo de la foto de solapa, como para que entendamos que habría que volver a restablecer esa vieja y sana costumbre de comentar libros sin que exista ningún tipo de relación con el autor. Que los libros tengan vida propia y no la respiración artificial del lobby.

Precisa, cotidiana, fotográfica, nimia, fresca, son algunos de los atributos de esta poesía, que por instantes me hace recordar a poetas como: Gonzalo Millán, Claudio Bertoni y Cecilia Casanova. Al leer las primeras páginas de Calendario, lo primero que se me vino a la cabeza fue June 30th, June 30th de Richard Brautigan, libro que está escrito a modo de diario (fechado), de cuando el poeta viajó por primera vez a Japón. Apuntes, notas-poemas, de alguien que descubre una cultura desde lo cotidiano, o lo cotidiano llevado al extremo del viaje.

 

30 de diciembre

La silla que está en mi escritorio

acumula ropa usada que no he lavado.

Es un alto enorme que crece a diario

cuando ya es de noche y apago la luz para dormir

la silueta que irrumpe de esa silla

Zeus devorando a sus hijos.

 

10 de junio

Me han crecido las uñas de los pies

ostensiblemente

y no había reparado en ello.

Mientras las corto

en el silencio de la noche

escucho

cuando chocan con el vidrio de la ventana.

 

Philippe Lejune, en los años setenta señala respecto a las obras autobiográficas que se trata de “un pacto de lectura, en que existe la creencia de que coinciden las identidades del autor, el narrador y el protagonista de la historia contada. En suma, el lector cree que el autor, el narrador, y el personaje principal son la misma persona”. Se podría aseverar que este libro, estructurado como un Calendario discontinuo, de cotidianidades, observaciones y microhistorias está basado en ese “pacto lector” y esa convención nos lleva necesariamente a un género híbrido, en que la poesía es licuada por la expresión del diario. Cada poema es una fecha sin año, pero con mes y día. La ausencia del año y la discontinuidad lineal, provoca que el libro sea permeable tanto por el contenido como por su singular estructura. La ausencia del año en Calendario, impide saber de qué día se trata, por lo que al fijar 10 de septiembre por ejemplo, sabemos que es un día (poema), y sus observaciones, nos remiten a un momento determinado, sin saber si ese momento son todos los 10 de septiembre o uno en particular. Lo que me deja pensando si este libro finalmente es un simulacro de diario y se trata de poemas cotidianos, apuntes del diario vivir.

18 de julio

Cuando estoy solo en casa

hay momentos absolutos:

ahora mismo estoy en la mesa del comedor

y sobre ella hay:

un frasco de mermelada de damasco

a medio vaciar

dos ceniceros, uno con forma de pelota de fútbol

tres torrejas de limón

la mantequillera sin tapa

un salero y un vaso

y me he quedado

mirando esos objetos

por largo rato

como si estuviera jugando ajedrez

y me tocara mover a mí.

 

Este espléndido poema que acabo de citar, perfectamente podría haber sido escrito por Charles Simic, no solo por la afición del poeta serbio al ajedrez, sino también por su obsesión hacia los objetos, y habría que agregar otro elemento en común con Rivera, que es el humor. Calendario es un libro que derrocha humor, y que tiene un sentido dramático que bordea la sátira. Poemas cortos, exactos, exentos de retórica, que aspiran a nociones concretas de la realidad, con la levedad del humor cotidiano. Un texto que me niego a guardar en el anaquel de mis libros, y que prefiero tener a mano, en caso de que necesite recordar que lo simple suele tener la locuacidad de lo único.

Calendario

Fernando Rivera

Ediciones Inubicalistas

47 páginas

Precio de referencia $4.000

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