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Hace falta releer a Marta Brunet

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 26.05.2019
Hace falta releer a Marta Brunet marta brunet | Foto: Archivo Bello de la Universidad de Chile
Cuentista y narradora, hija ilustre de Chillán, intelectual de indiscutible vocación pública, fue sin embargo, como ya lo había sido Mistral, relegada a la literatura infantil. Pero dicho menoscabo para ella nunca fue tal. Por el contrario, supo describir el paisaje, su soterrada violencia y la vida de la mujer chilena con profunda visión y perspectiva. Y a pesar ser valorada, como alguna vez señaló el crítico Alone, por «cierto rasgo masculino de su prosa», hoy resulta imposible no releerla en su condición de aventajada, incluso pionera en la producción literaria de subjetividades feministas.

Al fin llegó la hora de Marta Brunet. A la publicación de su Obra Narrativa (Ediciones UAH, 2014-2017) se ha sumado el renovado interés de cada vez más estudiosos, editores y aficionados. Cosa no menor si consideramos que se trata de una figura gravitante para entender la literatura chilena del S. XX. Cuentista y narradora, hija ilustre de Chillán, intelectual de indiscutible vocación pública, fue sin embargo, como ya lo había sido Mistral, relegada a la literatura infantil. Pero dicho menoscabo para ella nunca fue tal. Por el contrario, supo describir el paisaje, su soterrada violencia y la vida de la mujer chilena con profunda visión y perspectiva. Y a pesar ser valorada, como alguna vez señaló el crítico Alone, por «cierto rasgo masculino de su prosa», hoy resulta imposible no releerla en su condición de aventajada, incluso pionera en la producción literaria de subjetividades feministas. Lectura —se dirá— oportunista pero que, mirando en detalle, poco tiene de injustificada. Así al menos lo dejan en claro dos recientes publicaciones que se han propuesto recuperar una parte, hasta ahora marginal, de su legado.

Por un lado, Mandrágora Ediciones reeditó La hermanita hormiga, tratado de arte culinario inicialmente publicado por la autora, primero en entregas periódicas en la prensa de la época, y después recopilada bajo el sello de la mítica Editorial Nascimento. Con un prólogo del crítico gastronómico Ruperto de Nola, su reedición constituye no solo una hermosa rareza sino una recuperación patrimonial de alto impacto. Sopas, carnes, legumbres, tortillas, frituras, arroces, guisos, salsas, licores, pasteles. Se trata de un recetario con algo más de 1.600 platos de comida chilena, todas realizables hoy, y cuyo título remite a la misteriosa autora de estas recetas, personaje que Brunet conoció, acompañó, y a la que rinde debido homenaje, pues su trabajo en la cocina —paciente, laborioso, y sobre todo anónimo— se asemejaría al de una hormiga.

Y aunque solo diga ser la transcriptora, la chillaneja nos ofrece un libro de escritura fresca, generosa, cuyo principal rendimiento está menos en su lectura que en la puesta en práctica de los platos sugeridos. Mezcla influjos europeos, propios de una elite afrancesada, con la desbordante enjundia nativa. Entendía estar frente a un saber históricamente relegado al interior doméstico, oficio mayoritario de mujeres sin nombre, rostro, ni autoría, y cuya instrucción se ha traspasado generacionalmente en la intimidad de la cocina. Pues allí es donde la mujer campesina podía tener completo dominio de una serie de técnicas, imaginarios y repertorios que luego transformaría en recetas. Esa pieza del fondo, lugar usualmente reservado a la servidumbre, es donde se fragua una labor que se presume secundaria, casi siempre omitida pero imprescindible, tanto que se practica en cada mesa. De esta forma, Brunet rinde honores al arte de cocinar, quizás el único arte realmente digno de aprender.

Por otro lado, La Pollera Ediciones publicó Marta Brunet. Crónicas, columnas y entrevistas, una selección de textos periodísticos aparecidos en diversos medios entre 1921 y 1958 y que fueran compilados y prologados por Karim Gálvez. De entrada sorprende una fluida y muy cuidada prosa, que aunque llena de florituras, no deja de ser moderna y elegante. Así la autora se pasea describiendo la ciudad y sus rincones. Reconoce su afición por el cine y la literatura. Da consejos de cómo hacerse diestra en el arte de contarle cuentos a los niños, pero paralelamente sugiere desconfiar de Disney. Dialoga con ciertas personalidades de su tiempo y deja ver su faceta de americanista, que la hizo entrar en diálogo con lo más selecto del continente, lo que le valió incluso muy elogiosas palabras del reconocido crítico uruguayo Ángel Rama (Ed. Mímesis, 2018).

Aquí Brunet entra al debate público. Discute tanto de la intensa vida política de la época, como de asuntos domésticos, que lejos de parecerle menores, son parte indisociable de los avatares de una mujer en sociedad. De esta forma, elogia la soledad y su derecho a no sentirse obligada a cumplir el doble rol de esposa y madre. Ella misma se destacó por ser parte de un grupo de mujeres que a pesar del juicio público que recibieron, se negaron a la maternidad, no solo porque en ella vieron esclavitud, sino porque prefirieron la conquista del espacio público. No en vano, incluso se luce como activa defensora de los derechos laborales de la mujer exigiendo —ya en 1939— que a igual trabajo, igual salario.

Estamos sin duda frente a dos valiosos ejercicios editoriales. No solo relevan a una autora imprescindible, sino que también amplían su registro de lectura. Pues la estrecha caracterización que las élites santiaguinas hicieron de ella hablaron siempre de la cuentista infantil, la autora criollista, el emblema del repertorio folclórico, acaso el más cándido y turístico de nuestras letras. Aquí, por el contrario, se deja leer una escritora cuya gran fuente de rebeldía, sabiduría secular, profana, diríase incluso animista, es a la vez poderoso y frágil tesoro recogido de primera fuente de viejas ñañas que resguardaron, tras la oscuridad de su lenguaje, una forma de vincularse con la naturaleza, con su comunidad y al mismo tiempo de protegerse de la violencia de la urbe. Hace falta releer a Marta Brunet. Hace falta mirarla pero a la luz de otros ojos. Solo de esa forma veremos en esa oscura mirada algo deslumbrante pero que todavía desconocemos.

La hermanita hormiga

Marta Brunet

392 Páginas

Ed. Mandrágora, 2018

Precio Referencial: $23.000

Marta Brunet. Crónicas, columnas y entrevistas

Edición de Karim Gálvez

277 Páginas

Ed. La Pollera, 2019

Precio Referencial: $12.000

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