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Fundación para el Progreso: El Kidzania del neoliberalismo chileno

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 04.10.2019
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Entre el parque de juegos Kidzania y unos gimnasios de baile entretenido se desarrolló el encuentro de la fundación presidida por el empresario Nicolás Ibáñez. Los intelectuales convocados se reunieron este miércoles para definir los desafíos del liberalismo en el siglo XXI, instancia donde brillaron los razonamientos de los pesos pesados de la derecha local, como Axel Kaiser y Mauricio Rojas.

“Creemos que el progreso es el descubrimiento de aquello que aún no conocemos. Y ese descubrimiento solo puede darse en espacios de profunda libertad”, se podía leer en casi toda la papelería que entregaba Fundación para el Progreso (FPP), a la entrada del evento Gran Ágora que se realizó este miércoles en Centro Parque.

Para acceder a este progreso era necesario inscribirse, llenar una base datos, ser aceptado por la organización que preside el empresario Nicolás Ibáñez, subir al sector del Parque Araucano en Las Condes, validar un código QR con el teléfono, pasar por el control de acceso y los guardias del lugar. Una vez adentro –con el cuidado de no confundirse de locación y terminar en el mundo perfecto de Kidzania o en los gimnasios de baile entretenido– hay café gratis, comida gratis, libros gratis y conversaciones gratuitas.

Uno de quienes lideran en este ítem es el exministro de Cultura, Mauricio Rojas, que lejos del bochorno de ser la persona que menos ha durado en el desempeño de su cargo, se pasea a sus anchas y ríe fuerte en medio de dueños de empresas, gerentes, académicos, estudiantes universitarios y los infaltables ociosos que se pelean los pastelitos rellenos con arándanos y los sanguchitos de salmón. Con frases del tipo “el progreso no solo es progresar”, el historiador posa como un intelectual de peso y no como el sujeto que propicia el negacionismo sobre los crímenes de la dictadura de Pinochet. Aquí Rojas es una persona respetada y sus libros se venden junto a los del premio Nobel Mario Vargas Llosa en el mesón de ingreso.

Mauricio Rojas se reinventa

Por otro lado, Axel Kaiser, director ejecutivo e hijo pródigo de FPP, está vestido de impecable terno y una bufanda gris que la calefacción central no justifica. Mastica chicle con fuerza y la boca abierta, como un futbolista que está a segundos de salir a la cancha, y camina de un lado al otro por el pasillo que lleva al salón del encuentro Nuevos desafíos del liberalismo en el siglo XXI, donde está todo preparado al estilo de un set de televisión: cuatro pantallas que caen desde el techo, cuatro cámaras que transmiten el evento y un público de un aplauso tan fácil que ya lo quisiera un productor de algún programa de televisión.

Tres paneles de conversación, doce invitados (eso sí, Cristóbal Bellolio no llegó y su ausencia importó tanto, que envió un video de su ponencia y no lo exhibieron nunca) y dos coffee break, indicaba claramente el programa. Mucha cita a John Locke, Adam Smith, John Stuart Mill, Friedrich Hayek, Milton Friedman, y ejemplos en base a jugadas de rugby, para que la audiencia comprendiera mejor las ideas expuestas, según Leonidas Montes (director del Centro de Estudios Públicos).

Si en Kidzania, ubicado unos pisos más arriba de este encuentro, existe un perfecto mundo neoliberal donde los niños juegan a “entender el ciclo económico” con una invasión de marcas de empresas y sin ningún adulto a cargo; en el Gran Ágora la situación es similar: aquí todos juegan a hablar del futuro de un país que no conocen completamente, un país donde todo es bonito y bien iluminado como los supermercados que tenía el papi Ibáñez, que no asiste al encuentro porque sabe que sus chicos se portan bien en ese juego. 

La única excepción es el invitado Agustín Squella, al decir las cosas por su nombre, como pobres (y no excluidos), dictadura (y no gobierno militar), tortura (y no faltas), y definirse como un liberal socialista, el abogado probablemente no será invitado nuevamente a esta fiesta del liberalismo local.

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