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El martirio, una topología de la imaginación popular

Por: El Desconcierto | Publicado: 19.07.2021
El martirio, una topología de la imaginación popular Afiche evento |
El Doctorado de Comunicación que imparten la Universidad de la Frontera, cuyo director es Carlos del Valle y la Universidad Austral de Chile, a cargo de Rodrigo Browne, continúan con su ciclo de conferencias titulado «Más allá de lo identitario, imaginarios, narrativa y post-hegemonía».

La segunda conferencia estará a cargo de Rodrigo Karmy-Bolton, «El martirio. Una topología de la imaginación popular», y se llevará a cabo este jueves 22 de julio a las 15.00 horas. La convocatoria responde a una iniciativa de los estudiantes del primer año del doctorado de comunicación de ambas instituciones, convocando a toda la comunidad universitaria, y será transmitida en directo por la señal de El Desconcierto.   

Según Mauro Salazar, organizador del programa junto a Claudia Riquelme,  Katherine Barriga y Jaime Coloma (moderador del ciclo), los diálogos buscan fomentar preocupaciones transdisciplinarias y espacios de experimentación crítica. En el caso de Karmy-Bolton, uno de los teóricos más penetrantes de la revuelta chilena, abordará la noción de martirio que ha operado como un vector de la imaginación popular, estableciendo distinciones con la noción de sacrificio. A ello se suman las relaciones entre revuelta y emancipación, tipología y cartografía. De allí la exposición se abrirá al carácter destituyente (derogador) del martirio en las «formas de vida» y el uso de los cuerpos ante su confiscación oligárquico/rentista. El feminismo sería una potencia que impregna los cuerpos expuestos del mayo feminista (2018). La destitución (revuelta, 2019) no puede ser concebida como una negatividad radical, sino como una creación que abre la positividad de la revuelta y el ethos de las luchas múltiples que intenta ser administrado por la vía electoralista. 

En cambio, «la potencia destituyente», revoca toda ilusión y expone que no hay un sujeto supuesto saber detrás del orden, sino que ese orden no es otra cosa que la ilusión misma del orden. La potencia destituyente lanza fuera de sí a dicho orden y le expone en su «radical desnudez2. Solo así, la destitución posibilita el abrazo entre potencia y cuerpo, vida e imagen, el ethos de una vida activa que abre a un nuevo comienzo. En sus diferentes momentos de irrupción, la potencia destituyente activó el deseo de democratización de la sociedad chilena. La destitución de la democracia trajo consigo la democracia de la destitución: la experiencia destituyente será el momento en que una forma se sustrae al carácter soberano que articula la democracia como “régimen” y abraza la medialidad de una vida activa. Porque si la soberanía exige a la obediencia del trabajo capitalista, el fuera de sí de la destitución nos arroja a hacer nada, el comunismo en su fuerza desobrante. En este sentido, una democracia sin destitución termina indistinguible de ese fascismo del que hablaba Pier Paolo Pasolini: este ha sido el periplo mortal del Chile neoliberal como “forma elemental” del capitalismo global. 

 

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