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Tadashi Takaoka y sus siete pasos para entender si eres un innovador

Por: Giglia Vaccani | Publicado: 28.11.2022
Tadashi Takaoka y sus siete pasos para entender si eres un innovador Tadashi Takaoka | FOTO: El Desconcierto
Identificar un problema; después, probar muchas soluciones muy rápidas y de la forma más simple posible y, una vez que ya esté claro, saber quién está dispuesto a pagar. Este es el a,b,c que los innovadores chilenos deben considerar para lanzarse como emprendedores.

En temas de la economía del emprendimiento, Tadashi Takaoka se ha perfilado como uno de los influenciadores nacionales más seguidos en redes sociales. ¿Qué lo diferencia de otros referentes como el internauta Economista Flaite?: que más que opinar de las noticias de actualidad, enseña metodologías para orientar a los innovadores Made in Chile.

“Soy un admirador del economista flaite. Me gusta mucho cómo comunica sobre estos temas, pero lo mío más que la actualidad informativa, es la ruta de la innovación”, dice el antofagastino que ha dirigido desde la estrategia nacional de startup en Chile en Corfo hasta integrado directorios, como el de Metro, siempre con el objetivo de hallar mejoras metodológicas.

Tadashi Takaoka

FOTO: El Desconcierto

No ideas. Sí problemas

-Tus más de 42 mil seguidores en redes sociales ¿demuestran el pujante negocio de la innovación en Chile? ¿o la necesidad de reconvertirse por la crisis?

-Básicamente hay una necesidad de entender sobre negocios, finanzas, economía. Cuando fui gerente de Emprendimiento en la Corfo me di cuenta que muchas personas conversaban conmigo, de un negocio o un proyecto, y tenían super pocas bases de cómo abordarlo. Cosas súper básicas de innovación como no partir por la idea, sino por el problema. La misma gente me decía que no había mucho donde aprender, que la innovación era elitista, que muchas palabras y literatura especializada estaba en inglés, todos argumentos que generaban mucha distancia con la innovación. Cuando salí de la Corfo, decidí que una cruzada mía iba a ser ayudar a esa gente, entonces pensé que cualquier persona que quisiera preguntarme debía poder hacerlo en forma fácil y pegó súper bien. Respondiendo: creo que había una necesidad en el ambiente de que alguien que fuera experto en innovación y emprendimiento, y estuviera en redes sociales, no solo motivara, sino que pudiera hablarles de métodos. Y me fui por ahí.

-¿Cuáles son tus principios básicos metodológicos en esta comunicación?

-Nunca postear obviedades. Siempre mostrar a través de una experiencia o una metodología; sin poner mi currículum por delante para no generar barreras con personas. Mi objetivo es traer la innovación a la gente explicándola en simple, y diferenciarlo de las modas. Eso es muy importante teniendo claro que si el innovador no sabe del tema, tiene tope en el crecimiento.

Espíritu innovador

-¿Es solo coincidencia que Chile tenga tres unicornios tecnológicas, o podemos hablar de un espíritu innovador chileno?

– Totalmente. Hoy los resultados hablan de un trabajo de 30 años. Cuando miras la historia de los ecosistemas que se han desarrollado como Silicon Valley, en Estados Unidos, o Tel Aviv, en Israel, son historias de 40 años y cada una tiene la propia. Desde la adopción de científicos rusos escapando hasta la política de fondos de inversión, que es el modelo que copiamos en Chile. Y en el caso de Estados Unidos, desde la guerra armamentista y la Nasa, hasta la triada universidad, investigación militar y emprendedores que llevaban la tecnología a la calle.

-¿Y cómo ha sido el caso chileno?

– A partir de los ’90, cuando fracasa esta lógica de financiar emprendimientos e incubadoras como política para generar negocios sustentables en el tiempo, se crea una especie de cultura pro emprendimiento. A nuestra generación de joven, cuando nos decían que alguien era empresario, era mirar a un marciano porque seguro había nacido en un familia con plata y, por ende, era de una casta. Uno a lo sumo quería ser un empleado que ganara plata y viviera tranquilo. Hoy día, cualquier joven piensa que puede ser un emprendedor -palabra más amable que empresario-. Eso, gracias en parte, a esa cultura que obligó a asumir que se puede empezar por algo pequeño y luego pegarse un salto. Con eso en mente, Chile empezó a meterse mucho en innovación, financiando proyectos.

-¿Primer gran cambio identificado en este proceso?

– El primer cambio grande que hubo en Chile fue en 2010, cuando Startup Chile trae gente de otros países, de ecosistemas más avanzados. Eso permitió que la motivación que había por emprender pasara de una mirada de mercado interno a otra de mercado internacional. A nadie se le ocurría mirar hacia afuera porque se veía al resto de LATAM inestable y, a lo sumo, se iba a México. Hay que entender el contexto, claro está: no era tan natural viajar a otros países para vender; que era una acción vista para expertos y valientes porque había que salir con las patas y el buche y ¡en tiempos de teléfonos fijos! Eso marcó una tendencia chilena hacia la introspección. Si tú tenías éxito no era tan grande. Pero por suerte la Corfo y Sercotec armaron este ecosistema de innovación que hoy día es muy bullante.

-¿Según nosotros o los rankings internacionales?

– Según los ranking de innovación del mundo, Chile sale constantemente número 50, pero sale consistentemente número uno de Latinoamérica.

Siete consideraciones para innovar

-Como influenciador de los innovadores, ¿cuál es tu a, b, c, de recomendaciones?

A: la gente cree que para innovar lo primer es tener la idea, y eso es un error. Lo primer es identificar un problema. B: Entender bien el desafío a resolver, que es todo un arte porque requiere no dejarse guiar por las palabras: por ejemplo, si voy a hacer una solución para gente en situación de pobreza, la pregunta de prospectiva ¿a ti te gustaría participar en algo que ayude a la gente en situación de pobreza? puede ser confusa porque el 100% responderá que le gustaría. Entonces pregunta mejor ¿cuánto tiempo estás dedicando hoy a ayudar a esos niños?, porque así es más probables que te des cuenta que es poco probable que se consuma este producto. C: Entrevistar a personas vinculadas al problema que se identificó. Eso permite re chequear el problema. Así, de a poco, vas a dilucidar cuál es la solución más adecuada. D: Genera la versión más básica del producto mínimo viable. Digo, si quieres hacer una APP, no partas construyendo la APP altiro, sino una solución análoga, manual, que trate de probar que resuelve el problema que estás tratando de atacar. E: Crea muchas versiones muy básicas de tu solución y pruébalas con tu potencial cliente. F: No te preocupes de la plata todavía, del modelo de negocios. Ocúpate de entender bien si esta solución está conectando con el problema. Y G: Si encontraste algo que realmente resuelve mejor un problema que existe, piensa recién en el modelo de negocios, que no hay que confundir con ganar plata.

-Sobre el modelo de negocios: ¿cuáles son las preguntas fundamentales a hacerse como emprendedor?

-El modelo de negocio tiene que ver con entender el cómo voy a operar esto para que funcione; qué es lo que percibe la gente como valor; por qué me van a comprar; quién es mi cliente exacto; cuáles son los ingresos y los costos detrás de esto.

-¿Hacia dónde consideras que va la innovación en Chile?

-La Corfo y este gobierno han sido muy claros en eso: se ha vuelto un poco más “mazzucato” (economista Mariana Mazzucato), que habla de misiones. Una ya determinada es la energía 100% renovable para Chile. Entonces, creo que las innovaciones van por impulsar este modelo, que se diferencia del tradicional porque no busca acotarse a un presupuesto, sino más bien luchar por un mega sueño y, entremedio de ese camino, ir generando innovaciones laterales para llegar a eso. Por ejemplo, si quieres aprovechar realmente los paneles solares en el norte de Chile, probablemente se requiera capacidad de innovación y educación en esas problemáticas. Por ejemplo, identificando que el problema es mantenerlos más tiempo limpios para optimizar su productividad y que la solución puede ir por un líquido o un robot.

-¿En qué punto de la escala de la innovación está el país y hacia dónde debiera ir?

– Chile está en una etapa donde ya pudo copiar lo que hicieron otros países en cuanto al orden: masa crítica, cultura de innovación, financiamiento, ecosistema, incubadora, aceleradora, redes de ángeles, mentores, etc. Pero ya llegamos al punto en que se debe recorrer un propio camino. Definir en dónde queremos innovar. Tenemos que especializarnos en algunos temas, empujar algunas temáticas más importantes para el país, por ejemplo, turismo, que es mucho más importante para Chile en ciertas temáticas que fabricar chips.

-¿Qué pasa con las grandes compañías?

– Muy importante también. Por ahí incluiría la innovación abierta basada en startups y las grandes compañías que conectan con estos propósitos. Cada vez hay más casos de grandes compañías abiertas a la innovación. Hay hartos esfuerzos, aunque las planas ejecutivas todavía no entienden bien los tiempos, el esfuerzo, lo que se requiere. Aún quieren cosas más comprimidas. Chile todavía sufre de este problema del más con menos, esta alquimia, que yo le llamo, de que te voy a dar menos recursos con el que tienes que sacar más cosas… pero chuta, ¡no puedo extraer oro del plomo¡

Regiones

-Como antofagastino, ciudad considerada capital mundial de la innovación minera y astronómica, ¿cómo ves la innovación regional?

-Diría que es totalmente posible transformar desde regiones, especialmente en Antofagasta que otras regiones. Una de las consideraciones para que una región pueda desarrollarse como un polo es la demanda. No sirve de nada decir voy a hacer minería en Punta Arenas si es que los tomadores de decisiones no están allí y Antofagasta tiene esas características.

-¿Pero condenada solo a la minería?

-Diría que no. Claramente la minería es uno de los focos más fuertes, pero Antofagasta todavía tiene una veta turística que no se ha explotado y que podría crecer a través de startups. La agronomía del desierto y energía solar también, pero tienes que tener demanda, empresas que estén dispuesta a pagar por eso. No sé si llamarlo condena, pero los países tienden a armar clusters. Alemania, por ejemplo, se caracteriza por eso. De hecho, Estados Unidos está teniendo este problema hoy en día: dijeron libertad para que cada uno emprenda en lo que quiera, y casi todos se fueron al software porque es más barato, más escalable, y hoy están en aprietos porque Taiwán le quitó todo el mercado de los microchips y China le quitó todo el mercado de la infraestructura de paneles solares. Otras regiones a las que le veo potencial son Los Lagos y Biobío con la industria del salmón o las forestales; Arica con el turismo; Iquique con la logística. Pero hay que entender que se requiere estar presionando 10 o 20 años en la misma dirección para obtener resultados.

-¿Un innovador se hace cuando se queda sin pega? ¿o nace siéndolo?

-Sí y no. ¿En qué diferencia alguien que está emprendiendo en algo tradicional versus una innovación? El innovador, lo que tiene que entender, es que al principio su solución va a ser muy exploratoria. De hecho, cuando tu haces una innovación, no puede hacer un plan de negocio al inicio porque no sabes cómo va a funcionar. Ese excel que tú haces con las ventas que piensas tendrás en el futuro son puras mentiras, entonces, el innovador lo que tiene que asumir es que tiene que ser muy rápido para salir a la calle. Hacer cosas feas, pero salir a la calle. Chocar con el cliente, no quedarse con la idea para que no la copien, esas son prácticas amateurs, del que no ha estudiado innovación. Y hay que ser muy disciplinado hasta encajar en un modelo de negocios.

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