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Los años de Sendero Luminoso en la voz (y los cuerpos) de las mujeres

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 20.01.2020
Los años de Sendero Luminoso en la voz (y los cuerpos) de las mujeres Claudia Salazar junto a la primera edición de su novela |
Una mujer campesina, una fotógrafa lesbiana, una profesional que deja a su hija para irse a la guerrilla, son las protagonistas de La sangre de la aurora, primera novela de la escritora peruana Claudia Salazar. El mes pasado estuvo en nuestro país para presentar la edición chilena de su novela, Premio de las Américas 2014 (Puerto Rico) y recomendado por la BBC como uno de los 10 libros que había que leer el 2016. Una historia que comenzó a escribirse en un taller de la escritora Diamela Eltit en Nueva York.
Modesta, Melanie y Marcela no existieron pero podrían haber existido. El trabajo de la escritora residente en Nueva York se basó en los testimonios de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Perú, y a través de ellos constató cómo la violencia física y sexual atravesó los cuerpos de las mujeres de distintas clases sociales y posiciones ideológicas en el conflicto entre Sendero Luminoso y el Estado peruano, viniendo de un lado o del otro, o incluso de ambos. Esto es lo que conversamos con ella por correo electrónico, una vez de vuelta en su hogar luego de su paso por Santiago y Valparaíso en pleno estallido social.
– ¿Qué nuevas lecturas de tu libro te aportó tu reciente paso por Chile?
-Todos los presentadores, tanto en Valparaiso como en Santiago, hicieron conexiones entre mi novela y el estallido social chileno. Fue fascinante ver que La sangre de la aurora puede ser leída en contextos diferentes al que fue escrita y tener mucha resonancia. La lectura de Raúl Ruiz se enfocó en el poder de las imágenes y cómo estas permiten amplificar la realidad. Mónica Drouly, por su parte, leyó el tratamiento femenino en consonancia con la manera en que la novela ironiza ciertos discursos que se llaman a sí mismos «revolucionarios», pero que olvidan a las mujeres. Bien sabemos que ningún proceso histórico puede seguir adelante obviándonos.
Por su parte, Alia Trabucco desarrolló la conexión entre los feminismos y la reciente performance de LasTesis, con lo que plantea mi novela frente a la violencia contra las mujeres. Vio la posibilidad de replantear nuestra mirada de la historia a través de esa perspectiva. Finalmente, Juan Pablo Sutherland rescató la perspectiva queer de La sangre de la aurora y su potencial de hacer estallar la narrativa de los discursos oficiales. Todo esto dicho mientras teníamos como sonido de fondo los balazos, los helicópteros, y nuestros ojos ardían por los gases lacrimógenos de los policías que cercaban la Plaza de la Dignidad.
-¿Por qué quisiste contar la época de la guerrilla en Perú desde el punto de vista de distintas mujeres?
-Esa época ha generado una gran cantidad de producción literaria, pero siempre contada en su mayoría desde la perspectiva masculina. Se me hizo necesario que las voces de las mujeres también sean incluidas, pues estas voces nos permiten poner en cuestionamiento los discursos oficiales y permiten atender a violencias que son transversales geográfica e históricamente.
-Tus personajes provienen de distintas clases sociales y tienen distintas posturas, sin embargo sugieres que sus roles podrían ser intercambiables, ya que la violencia política las cruza a todas. ¿Qué puedes contarnos del proceso de investigación para escribir el libro y poder dar cuenta de cómo vivieron esa época de los 80 y comienzos de los 90 mujeres de distintas realidades?
-No se trata tanto de que los roles de los personajes sean intercambiables, sino de reconocer que a pesar de las diferencias de clase, raza e ideología, el hecho de ser mujer es algo que nos atraviesa a todas de diversas maneras pero uno de sus puntos de confluencia es la violencia que se ejerce contra nuestros cuerpos. El patriarcado nos atraviesa.
El proceso de investigación fue bastante extenso y me enfoqué principalmente en los testimonios recolectados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú. A través de esos testimonios y de otras fuentes históricas, pude reconstruir el ambiente de la época y la manera que afectó la vida de las mujeres.
-¿Por qué consideraste importante también incorporar la vida nocturna, el deseo y la complicidad entre mujeres lesbianas a la novela?
-Me pareció importante hablar no solamente de la violencia sino también de la sexualidad de las mujeres, lo que incluye, obviamente el placer. Sabemos bien que las relaciones entre sexualidad y poder son estrechas, por lo que incluir el deseo lésbico es otra manera de pensar el poder desde los márgenes, de ver qué posibilidades existen frente a una realidad que no respeta a las mujeres. La sangre de la aurora presenta no solamente la complicidad lésbica, habla también de la comunidad de mujeres andinas como un espacio para pensar en otras maneras de construir comunidades que respeten la vida y los deseos.
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