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CÓMIC| «Los humanos somos el virus del planeta», la despedida de Marco Rauch, fundador de Mythica Ediciones

Por: Patricia Casanueva, editora, escritora y educadora | Publicado: 28.04.2020
CÓMIC| «Los humanos somos el virus del planeta», la despedida de Marco Rauch, fundador de Mythica Ediciones ¡ |
El amor por el cómic llevó a Marco Rauch a formar Mythica Ediciones, ¡y qué buena idea fue!, pues con ella repletó su vida de sueños, de proyectos que concretó y ahora atesoramos y deseamos que perduren en el tiempo más allá de su partida. Parte de su legado imborrable serán ambos tomos de «Celeste Buenaventura», las «Crónicas de Mythica», «Corazón de Tinta» (una recopilación del genial Eduardo de la Barra), «La mano izquierda de Rodrigo López», «Manquenahuel, las historietas del «Compadre Moncho», y tantas más.
“Marco se ha marchado para no volver
El tren el de la mañana llega ya sin él
Es solo un corazón con alma de metal
En esa niebla gris que envuelve la ciudad…”
( Laura Pausini)

Era la madrugada del sábado 11 de abril, me enteré a través de un amigo en común de la triste noticia: Marco había sufrido un accidente cerebrovascular (ACV).   

¡Hospitalizado y en estado de coma!

Imposible retomar el sueño, imposible ir a verlo. Imposible fue también, acompañarlo a su última morada el martes 14 de abril. Esa tarde imaginé cómo habría sido su despedida si no viviéramos ahora en tiempos de pandemia. Allí habríamos confluido de seguro más de mil personas, repletando las calles del Cementerio General… ¿Por qué?

Porque Marco reunía a su alrededor a su familia biológica y a la familia del cómic y hacía una mixtura de sentimientos personales y profesionales de mucha calidez y compromiso. Fue por eso que muchos nos jugamos en algún minuto por él, por sus proyectos o sus cuitas. 

Marco era un ser transparente, humano y apasionado, él no callaba y contaba tanto triunfos como derrotas, tanto apoyaba generosamente cuando podía y también, a la hora de pedir auxilio, lo hacía sin empachos, por esa pasión que menciono, sus dos pasiones diría. Su pequeño hijo, al que con una determinación admirable se propuso sacar adelante y luchar con fiereza ante las adversidades de su salud. Y su segunda gran pasión, la de toda la vida, la que cultivó desde niño, devorando cómics de los más variados tipos: obras de Themo Lobos, Coré y Mario Igor, entre los chilenos a los que más admiraba y, desde esa base principalmente publicada por Quimantú, saltó a la historieta argentina y europea. Este amor por el cómic lo llevó a formar Mythica Ediciones, ¡y qué buena idea fue!, pues con ella repletó su vida de sueños, de proyectos que concretó y ahora atesoramos y deseamos que perduren en el tiempo más allá de su partida. Parte de su legado imborrable serán ambos tomos de Celeste Buenaventura, las Crónicas de Mythica, Corazón de Tinta (una recopilación del genial Eduardo de la Barra), La mano izquierda de Rodrigo López, Manquenahuel, las historietas del Compadre Moncho, y tantas más, sin dejar de destacar la que creo que fue su obra máxima en el campo de la edición: la saga de historias apocalípticas Zombies en la Moneda (ZELM). 

Por mi parte he estado tratando de aquietarme para escribir estas palabras, pero es difícil. En medio de la pesadilla del virus asomó otra que, a quienes lo conocimos de cerca, nos ha pegado fuerte y hondo. Pensar en él me lleva a momentos de acompañamiento que retratan a un ser cariñoso y apoyador. Siempre en la primera fila en los lanzamientos de sus amigos, siempre presente en momentos de dolor: despedidas familiares o hecatombes financieras (que en el ámbito de la edición independiente nos suceden con mayor frecuencia de lo normal). Disfrutamos muchos momentos desde aquel 2008 en que le conocí, justo allí donde hoy descansa, donde le llevaremos flores al terminar la cuarentena, donde le vi apesadumbrado despidiendo a un amigo ilustrador, comentando lo importante que era estar juntos (los comiqueros) en esos momentos. Ha sido duro no estar allí en tu despedida, pero de seguro lo has comprendido y con esa caballerosidad que te caracterizaba, dirías: «Amor (o corazón), no se preocupe», pues ese era el trato con tus colegas/amigas. 

Hablé antes de esa capacidad de aunar de Marco, un don que no quiero desligar de su recuerdo: Marco era Mythica y Mythica era Marco… su simbiosis era tal que al tiempo de tener, en Facebook, muros de publicación divididos, así naturalmente se unieron.

Por último, a modo de mensaje póstumo de Marco, dando eco a sus palabras, les comparto uno de sus últimos posteos, en relación al estado de cuarentena: “Cuando ves el aire limpiándose, cóndores, pumas, delfines, peces y ballenas, jabalíes y venados junto a ríos que se vuelven cristalinos, es inevitable pensar que, en realidad, los humanos somos el virus del planeta… y él solo se está defendiendo”.

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