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“El bot” de Héctor Morales: ¿El actor, el personaje o la figura pública?

Por: Jorge Letelier, periodista y gestor cultural | Publicado: 05.08.2020
“El bot” de Héctor Morales: ¿El actor, el personaje o la figura pública? |
Sin hilar demasiado fino, se puede asemejar esta obra escrita, dirigida y protagonizada por Héctor Morales, a un stand up sobre las propias experiencias personales del actor en su rol como figura pública.

Las frecuentes discusiones, acusaciones, calumnias y fake news que Morales ha sufrido en redes sociales tienen como respuesta esta obra que ironiza y alerta sobre el peligro de la manipulación de información y las redes de poder tras los ejércitos de bots que pululan en la red. Y como hacer un stand up vía zoom es un ejercicio de dudoso alcance, el formato elegido es la comedia negra, irónica y absurda inspirada en estos episodios en que el actor se ha visto envuelto.

Vistas así las cosas, El bot juega a establecer una especie de respuesta a quienes han atacado al actor por levantar la voz en redes sociales. Esa especie de carácter confesional que la obra disfraza tras la entrevista de un periodista cliché de televisión a un autoconfeso bot (ambos interpretados por el mismo actor), tiene la gracia de hacer ese paralelo con la vida real (o virtual), pero su anécdota se queda ahí, no evoluciona más allá de la ironía inicial.

Y esto en primer lugar porque el tipo de relato es notoriamente estático. La entrevista en estudio a este bot copa todo el desarrollo de la historia –salvo una breve introducción con los preparativos de la entrevista y un prólogo a cargo de alguna figura cercana al stand up– y si bien hay un trabajo de fondos virtuales bastante aceptable (a cargo de Pablo Mois, del Colectivo Zoológico), la dramaturgia es solo la entrevista y, por tanto, todo lo que pueda decirse del bot y de los temas que hay detrás, es lo que él dice y no lo que él hace. 

Esa primera limitación choca con las posibilidades de convertir esta advertencia respecto a un tema serio, en un aviso para ser tomado en cuenta, y además en experimentar algunas posibilidades de virtualidad escénica. Es una parodia donde los elementos están puestos para la ironía pero no para mucho más: el simplismo y acartonamiento del periodista televisivo, las palabras “equivocadas” que usa el bot y los tics caricaturescos sobre lo clandestino de su labor. Por momentos funciona y hace reír, pero no interpela ni mucho menos inquieta respecto a los peligros sobre el “funcionamiento de la democracia” como se insinúa en la conversación posterior a la función. 

Una segunda limitación tiene que ver con el punto de vista con que su actor/director establece el relato. Y eso es más que la experiencia personal que ha sufrido Morales con esos bots de redes sociales, sino con la idea de figura pública que ha construido nítidamente desde el estallido del 18-O. Más allá de los afanes políticos y de un cierto tipo de activismo que se desprende de esa opción, la exposición permanente en las redes sociales deviene en la construcción simbólica de un personaje que es anterior a la obra. Desde ahí los cruces con esta ficción son enrevesados puesto que el Morales actor/figura pública/activista ya tiene un rol performático virtual antes de la ficción, por lo que su posición y el discurso de la obra se vuelve difuso. Para decirlo metafóricamente, ¿construye su discurso desde el fragor de la batalla, desde la denuncia o desde la performance en redes sociales?

Y esto es, creo, porque la separación entre lo real, lo virtual y lo ficcional no es tan clara. Y si bien el formato de comedia utilizada apunta a la denuncia y así ha sido promocionada la obra, parece un divertimento en formato sketch que nos lleva a pensar si no es parte de una performance mayor que, en último término, nos arroja ciertas pistas sobre lo que es la construcción de un personaje público en estos tiempos virtuales. 

El bot

Dramaturgia, dirección y elenco: Héctor Morales

Diseño Multimedia: Pablo Mois

Del 30 de julio al 9 de agosto, de jueves a domingo, 20.30 hrs. $4000.

Sala virtual Mori – Escenix

 

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