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CRÍTICA| Niños futbolistas: materia prima para comprar, vender y ganar mucho, mucho dinero

Por: Pavel Piña, editor @goltriste | Publicado: 13.11.2020
CRÍTICA| Niños futbolistas: materia prima para comprar, vender y ganar mucho, mucho dinero El pequeño Diego Armando Maradona |
Según Unicef hay cerca de 151,6 millones de niños y niñas víctimas del trabajo infantil y en América Latina un 16% de los niños y niñas trabaja. Es en este marco que Juan Pablo Meneses se propone comprar un niño futbolista lo más barato posible y venderlo caro en Europa y además dejarlo consignado en su libro “Niños futbolistas” de Editorial Planeta.

Niños futbolistas fue traducido a varios idiomas y por estos días estrena nueva edición en Chile. En su travesía, Meneses recorre varios países como Perú, Chile, México, Brasil, Argentina, Uruguay y Colombia. Conversa con cientos de actores relevantes dentro del mundo del fútbol, para finalmente mostrarnos un mercado brutal y del que muchas veces desconocemos sus detalles más perversos.

“Cuando mi papá no iba, jugaba mejor” dice Kevin Méndez, uno de los niños con los que conversa el autor. Uno se pregunta, ¿qué tan diferente es presionar a un niño para que sea futbolista a presionarlo para que entre a un colegio o estudie una carrera particular? ¿Puede un niño decir que no quiere ser futbolista a sus padres que cifran tantas esperanzas en sus pies? 

Recordemos que no hace mucho se publicitó un negocio que preparaba a los niños y niñas para el ingreso al jardín, entrenándolos para las entrevistas y pruebas de selección. Así los niños son vistos como objetos a cumplir una meta, independiente de la motivación (dinero, status, imagen) y se les aleja de una visión más humana de su propio desarrollo. Un entrevistado comenta  sobre los tres peligros de la carrera de un niño futbolista: “la droga, la novia y los estudios. Hay que estar encima”.

¿Quién defiende al niño de todo esto?

El desarrollo del niño que recorre su camino para ser futbolista muchas veces comienza en clubes, algunos pequeños y algunos grandes, pero en todos ellos es posible observar prácticas que enturbian el natural crecimiento deportivo de los chicos. En el fútbol actual existen grados importantes de corrupción, apoderados pagándole a los entrenadores para que un chico sea convocado o juegue como titular. Hay nepotismo, porque los hijos de jugadores y dirigentes tienen muchas veces un lugar asegurado y más oportunidades de poder jugar y destacar. Y, finalmente, un alto grado de violencia, porque se generan grupos rivales que agreden a los otros niños, no les dan pases, los marginan.

Para darle sustento a todas estas aseveraciones, en el libro se relatan reuniones y conversaciones con los más variados actores de la cadena que comienza con un niño jugando en una cancha con sus amigos y termina con él transformado en figura, con un contrato millonario en Europa; si es que el chico logra adaptarse y resaltar.

Comprar un niño

El autor se contacta con un abogado experto en el tema para revisar documentos y procedimientos necesarios para poder comprar un niño jugador y luego poder venderlo en Europa, aprendiendo de las principales maniobras para poder sacar el mayor rédito económico de la relación comercial con un potencial futbolista de élite. También se junta con el que es probablemente el representante más mediático de la historia del deporte, Guillermo Coppola, autodenominado el representante de Dios, quien trabajó de manera exclusiva con Diego Armando Maradona.

Encontrar un buen jugador en su etapa inicial es un gran negocio, pero también carga con una gran dificultad: el porcentaje de niños que triunfa es mínimo. En Argentina llegaron a hacer un reality para encontrar al próximo ídolo, trabajando con chicos de todo el país. El ganador fue a probarse al Real Madrid, pero se lesionó al entrar a jugar. Nunca pasó de ser una gran promesa mediática.

En este mundo del “Posfútbol”, en el que las entradas para ir al estadio las compran bancos, tarjetas de crédito o turistas, y en el que para ir al estadio hay que ganar un concurso, muchas cosas han ido cambiando. Hoy los jugadores no le pertenecen a los clubes, sus pases están divididos entre familiares, empresarios y representantes. Existe el mito de que cuando vendieron al Kun Agüero a Europa, se juntaron todos los involucrados que tenían participación y sumaron un 115%.

En Chile la cosa no es diferente. El poder que han ido tomando los representantes de jugadores es brutal, están en el día a día de los clubes, asisten a los entrenamientos, seducen a los niños con planes para el futuro que consisten en asegurar mucho dinero, autos lujosos, contratos en Europa para jugar con los mejores. Se han hecho dueños de clubes gracias al nefasto modelo de sociedades anónimas y con eso manipulan nominaciones, plantillas, y sus negocios personales.

El niño futbolista se encuentra en un espacio gris, parecido a un limbo

Al ser una especie de catapulta económico-social, muchas veces se hace la vista gorda, pero el negociado ha llegado a niveles tan terribles que ya de a poco se comienza a intentar regular los procedimientos que hasta hace muy poco eran lo tradicional. La Organización Internacional para las Migraciones habla de números cercanos a los 2000 niños migrantes por año, pero el autor se pregunta si es que en ese número se contemplan casos como niños de 11 años que viajan solos de África a Europa y con el pasaporte en poder de su representante.

Debido a lo anterior, en Italia se trabajó en una ley para evitar que se contrataran niños extracomunitarios menores de 16 años, ya que se había hecho pública una lista que contemplaba más de 5000 niños africanos y latinoamericanos que estaban en los registros de clubes italianos. Y a eso hay que sumarle que muchas veces los niños que llegan no logran adaptarse o rendir, y los clubes simplemente se desentienden. Hay muchos casos registrados de niños que quedan a la deriva, mendigando en las calles o sometidos a explotación en trabajos cercanos al esclavismo. El 57% de los chicos que llegaban a Italia por el tema fútbol eran menores de 12 años.

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El autor no solo se interna en el perverso mundo de ver a los niños futbolistas como materia prima para comprar, vender y ganar mucho, mucho dinero. También toma el caso del club Che Guevara en Argentina, como un ejemplo de lo contrario. Ellos trabajan con 120 niños y niñas de un barrio popular para generar seres humanos, líderes en lo social, no para producir futbolistas con la rentabilidad que eso tiene. Casos como este se repiten en varios países.

En Chile podemos nombrar a cientos de clubes deportivos amateur, como el Club social deportivo y cultural De Cuneta que lleva años consolidando un proyecto deportivo y humano con cientos de chicos y chicas con el único propósito de compartir y divertirse. También vale la pena nombrar el trabajo que realizan las filiales del CSD Colo-Colo, que con sus escuelas populares gratuitas de fútbol llegaron a levantar una liga propia en la que se enfrentan los chicos de distintas comunas de Santiago. Experiencia muy distinta del modelo que se impulsa desde la Sociedad Anónima Blanco y Negro, quienes fomentan el formato de franquicias y cobran una buena cantidad de dinero para que los chicos se puedan sumar y realizar deporte.

En Niños futbolistas se da cuenta de una transacción, y de los sueños de un niño por llegar a ser un crack. Es una invitación a recorrer extraños caminos, descubrir testimonios brutales de empresarios, abogados, periodistas y apoderados, invitados a reflexionar sobre cómo se alimentan esos planteles que nos hacen vibrar. Quizás cuando el próximo joven ídolo haga un gol, junto con el grito de alegría, el lector de este libro se preguntará si este es el fútbol que queremos, o si eventualmente podría ser distinto. 

Niños futbolistas 

Juan Pablo Meneses

Editorial Planeta

211 Páginas

Precio de referencia: $14.900

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