Tipos Móviles

VOCES| Paridad en la convención constitucional significa mucho más que números iguales

Por: Pía González Suau, escritora | Publicado: 18.11.2020
VOCES| Paridad en la convención constitucional significa mucho más que números iguales |
Nosotras hablamos desde lo colectivo, desde la comunidad, desde el vecindario, no desde la casa amurallada. Desde la olla para compartir, no desde el miedo a que me quiten mis privilegios. Desde participar por igual en la educación de los hijxs, no de cargarlos solas en nuestra espalda.

El teclado del mundo parece mandarse solo. Dispara acciones en un sinsentido que nos tironea para todos lados a la vez. En el país del norte, ese que se ha apoderado de nuestro nombre de americanos, sin respeto porque somos distintos, a su presidente le dio una rabieta y amenaza con convertirse en uno más de aquellos mandatarios que tanto se ha encargado de perseguir. Ahora no suelta el poder. La capa y el cetro de la democracia, que con tanto orgullo han paseado por el mundo, puede convertirse en un disfraz de Halloween y saldrán los monstruos, armados esta vez, a pelearse con balas y todo, porque toda la caca acumulada salió a flote. 

El racismo, la manipulación de los países desvalidos, el poderío y la soberbia de manejar destinos ajenos, la riqueza mal distribuida, el complejo ario, el sueño americano hecho trizas, la prosperidad basada en un individualismo desatado, la acumulación del dinero como sueño de la felicidad y tanto más, flota en aguas turbulentas.

Y por estos lados, están los cómplices, nada de pasivos

Los que ahora, colorados de vergüenza, después que la CIA habló, silban por ahí, como si nada. Usaron al pueblo, lo tiraron armado a la calle, se peinaron con una justicia cómplice (no toda, por suerte) y nos machacaron los oídos con esto de la meritocracia, de la igualdad ante la ley, de la democracia protegida, del chorreo de la prosperidad y tantas otras malas hierbas. 

Acorralaron a un presidente, le negaron a un pueblo la posibilidad de intentar otra forma de entenderse y en una de esas, de tener esa justicia social, tan esquiva. Nunca lo sabremos. Nos contaron que fue un inepto y un traidor y ahora sabemos, que todo estaba planeado. No importa lo que hubiese hecho mal o bien, su destino estaba echado aun antes de comenzar.

El futuro es lo importante, nos dicen

No más pasado. Y nuevamente volvemos a creer. Una vez más apostamos a que en esta ocasión no hay burla, no nos enteraremos en 50 años más, que todo fue otra pantomima para poder mantener todo igual o más o menos igual. El pueblo aguantando y ellos con el poder y la plata.

Y digo ellos, en masculino, porque si algo nos ha enseñado la historia, es que esta secuencia de luchas y sangre ha sido decisión de los hombres. La Constitución, las leyes, la forma de aplicarlas, los acuerdos bajo cuerda, las guerras, la sangre, las batallas y la historia, la han escritos ellos porque han sido sus protagonistas. Y así estamos, en una locura de patadas y golpes, como en esas películas de cowboys, donde las peleas de bar son escenas rituales. Esas donde el matón del pueblo, es un resentido, de poco seso y mucho músculo, al que la deseada protagonista rechazó y él, furioso, reúne un grupo de tarados para armar la rosca.

[Te puede interesar]: VOCES| Presos del estallido: La piedra en el zapato del presidente Piñera

Llevado a gran escala, no sucede algo muy distinto. Tenemos al tarado al que no le entra nada en la cabeza más que su ego. El grupo de seguidores planos de neuronas y la posesión de la mujer (el poder) como objeto del deseo. En la historia las mujeres hemos sido lo codiciado, el trofeo después de la batalla, que se desea y se dispone. Si no es así, entonces se agrede y destruye.

De tanto mantenernos en silencio, fuimos desarrollando no una voz, sino un coro. No estamos ahora para recoger las astillas después de la destrucción, sino por la construcción de una forma de hacer la vida amable. Una que se instale de una vez por todas, porque el largo experimento patriarcal ha resultado una amarga sucesión de desastres. 

Paridad en la convención constitucional significa mucho más que números iguales

Son las voces de quienes hemos sido testigos de las matanzas y recogidos los despojos, sanado las heridas, abrazado a los mutilados. Somos las que por siglos estuvimos detrás de la puerta escuchando las mentiras y cómo se distorsionaban las palabras y los hechos. Nuestro trabajo ha sido proteger a los seres queridos, preparar la mesa para ser compartida, y lo más difícil, aguantar en silencio los golpes y agresiones.

De tanto estar en el otro lado de la historia, sabemos de otra forma de hacer las cosas. De lo contrario, vamos directo a ese caos repetido, a ese círculo interminable, donde el destino de la fuerza, no de la inteligencia, termina imponiéndose.

Nosotras hablamos desde lo colectivo, desde la comunidad, desde el vecindario, no desde la casa amurallada. Desde la olla para compartir, no desde el miedo a que me quiten mis privilegios. Desde participar por igual en la educación de los hijxs, no de cargarlos solas en nuestra espalda. Desde un nunca más ver esa imagen de una madre desesperada viendo a su guagua de seis meses ahogarse en un mar extraño, porque ella quería darle una vida mejor. Desde el cariño y la ternura tan contrarias al cuchillazo del femicida.

Ya no estamos solas ni somos una por aquí y otra por allá

Somos un cuerpo organizado, somos colectivos vecinales, gremiales, profesionales. Aprendimos que el trabajo repartido entre todas, es mucho más efectivo. Que lo que empieza una, lo termina otra sin egos que entorpezcan el resultado. Aprendimos que somos diferentes y no por eso, enemigas. Hemos cuidado por siglos la enfermedad para curar, no para obtener una ganancia. Nuestra historia ha sido enseñar a leer, a comprender, a convivir, a gozar el mundo. Somos educadoras innatas, no nos cuentan cuentos.

También sabemos que en el mundo es la inclusión, la integración, lo que suma, lo que multiplica resultados. Que la negación y el restar a otros y otras por sus diferencias es solo acunar dolores y resentimientos. Es una nueva era, tal vez es lo único en lo que la mayoría concordamos. Algo muy profundo está cambiando, otra forma de vida surgirá. No vendrá de los alienígenas sino de aquí mismo, de la otra mitad de la humanidad.

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.