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Patricio Guzmán, documentalista: “Somos nosotros los que debemos oír a los jóvenes»

Por: Natalia Figueroa | Publicado: 25.11.2020
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De paso por Chile, el reconocido documentalista entrega su mirada sobre el plebiscito y el proceso constituyente en curso, momentos históricos y excepcionales, como los califica, que serán parte de su próxima película. También habla sobre su reciente estreno “La Cordillera de los Sueños”.

Desde Francia, Patricio Guzmán vio las primeras imágenes del estallido social de octubre. Se sorprendió, rememoró los tiempos de la Unidad Popular y posteriormente la dictadura, un periodo que ha dejado registrado en su vasta obra documental. De inmediato, pensó en la idea de venir a Chile a capturar este proceso único, como dice, en la región. Un despertar, una vuelta al equilibrio, asegura.

Ha sido un proceso largo que lo ha tenido filmando durante las últimas semanas la conmemoración del año del estallido social y el triunfo popular en el plebiscito, material que será parte de su próxima película.

En este viaje, el cineasta también lanzó su libro La batalla de Chile: la historia de una película (Catalonia), sobre el proceso de filmación de la trilogía documental que da cuenta del año previo al golpe de Estado. Es en este espacio, donde aprovecha de entregar su mirada sobre la actualidad nacional que califica como excepcional y apasionante, además de conversar sobre su recién estrenada película La cordillera de los sueños.

-¿Cómo ha sido el regreso a Chile en medio de este momento político, a pocos días del plebiscito?

-Yo y mi equipo con mucha curiosidad vimos la transformación social que en Chile parece que se va a producir. Hemos filmado a mucha gente en la plaza. Hemos entrevistado también a personajes, sobre todo de la juventud, para que nos digan qué piensan, gente que estuvo en la primera ‘sonada’, por así decirlo, hace un año en el metro. Lo que pasa es apasionante. Vamos a filmar todo este proceso hasta la primera votación, que fue el plebiscito, y vamos a continuar en el mes de marzo para llegar a la segunda consulta ciudadana. Probablemente vamos a hacer dos películas largas de todo este proceso que es único en América Latina.

-Cuando comenzó el estallido social en Chile, ¿qué fue lo primero que pensaste?

-Me pareció extraordinario que de golpe el pueblo chileno saliera a la calle, un millón y medio de personas no es común en ninguna parte y nos quedamos con la boca abierta, como se quedó todo el mundo asombrado en Europa, Estados Unidos, en todas partes. Comenzamos a llamar por teléfono, a recibir noticias y a planificar entonces esta película.

-Comenzaste de inmediato a pensar en la película…

-Sí, porque hay que escribir el proyecto, conseguirse el dinero, obtener recursos, hasta tenerlo en la mano y venir. Es lento.

-Una frase fue el emblema de la manifestación social: “Hasta que la dignidad se haga costumbre”. Fue uno de los mensajes más potentes. ¿Qué interpretación le das?

-El país recuperó el equilibrio por primera vez después de medio siglo. El país vuelve a ser lo que fue desde el punto de vista de la opinión pública, el conjunto del país. La lucha ideológica se restituye, se vuelve a armar, lo cual es un milagro. Por más que tú analices, y digas, pero cómo es posible que por 50 años el país se sumergiera en una especia de ausencia, a excepción de las dos grandes manifestaciones estudiantiles, había una ausencia y ahora se restituye. Y no se sabe por qué. Es extraordinario.

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-Para la película que preparas hablaste con muchos jóvenes. ¿Cómo fueron esos encuentros?

-Los jóvenes son hoy día en Chile, un sector de ellos, de una lucidez notable, de una claridad sobre lo que hay que hacer del futuro. La mayoría de ellos no pertenece a ningún partido, son completamente independientes y trabajan con sus grupos y hay muchos grupos conectados entre sí. Es un fenómeno único porque tú no puedes controlar el movimiento: son centenares de distintas cabezas conectadas, pero que no tienen representantes. Ese va a ser un problema para los políticos convencionales en el futuro, no sé cómo lo van a hacer.

-¿Cómo proyectas el proceso constituyente que está en curso?

-Es difícil, es complicado, hay que ponerse a armar los grupos, a constituir la oposición organizada, y ya veremos. Yo soy optimista, creo que las cosas van a ir bien. Hay gente que opina que en la mitad el proceso se puede torcer y sí, puede pasar cualquier cosa, pero prefiero pensar que las cosas van a salir bien.

-Y para que salgan bien, en tu opinión, ¿qué se tiene que asegurar cómo mínimo?

-Lo principal es que no se desorganice el frente, que la violencia sea la mínima, la necesaria, que no todo sea invadido por la violencia y tratar que los grupos se coordinen eficazmente para que no pase lo de siempre, que se da una división interna y las fuerzas decaen. Yo creo que se va a poder hacer.

-¿Crees que hay una lección en esto de las nuevas generaciones?

-Sí, o sea, somos nosotros los que debemos oír a los jóvenes, sobre todo, estar atentos y no tener prejuicios, abrirse y tener confianzas.

La cordillera de los sueños

El 22 de octubre pasado se estreno la película La cordillera de los sueños, la cinta de Guzmán que termina con la trilogía de Nostalgia de la luz (2010) y El botón de nácar (2015). Ganadora del premio L’Oeil D´Or a Mejor Documental del Festival de Cannes, la película sitúa a la cordillera de Los Andes como protagonista de una historia que explica cómo ha sido testigo de los procesos sociales del país.

-¿Cómo ha sido la recepción de la película?

-El estreno es virtual, la gente la ve en la televisión, en ese sentido, no sientes que ha habido un estreno. La gente te lo dice, pero tú no lo ves. Pero, bueno, en todas partes ha funcionado bien. Ha logrado un montón de espectadores en Francia, vamos en los 60 mil. En Estados Unidos también va más gente, y estamos esperando el resultado de Canadá, Japón. Poco a poco la gente que sigue mis películas viene otra vez a ver esta, hay un público que gusta de este tipo de documentales y viene siempre.

-¿Por qué la cordillera se vuelve relevante para entender el acontecer nacional?

-Porque se parece un poco a lo que pasa ahora, o sea, la reacción de la gente que protestó durante 40 años contra Pinochet tiene un aire de familia entre esas manifestaciones y las de ahora. Hay una conexión: lo que buscaba la gente era libertad; hoy busca no solo libertad sino que mejoras económicas importantes. Pero es el mismo tipo de protestas contra un Estado necio, contra un Estado ciego que no ve lo que pasa, que no entiende, es de nuevo lo mismo. La indignación que hace que la gente se movilice.

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