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Andrea Gutiérrez, candidata constituyente Distrito 10: «Da la impresión que generar confusión fue la estrategia»

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 13.01.2021
Andrea Gutiérrez, candidata constituyente Distrito 10: «Da la impresión que generar confusión fue la estrategia» |
La actriz, que lleva adelante una candidatura feminista y cultural, inscribió su candidatura en el Distrito 10 con más de 4.500 firmas.

La candidatura de red de a la Convención Constitucional es impulsada por la Red de Actrices Chilenas RACH. La actriz y activista ha sido presidenta del sindicato de actores y actrices Sidarte y es magíster en Gobierno y Sociedad. Como trabajadora de las artes no le falta calle ni conocimiento del mundo de la cultura desde adentro. Desde ese lugar cuestiona los patrones e imposiciones sobre el cuerpo de las actrices y las relaciones de poder que se dan también en el campo artístico.

-¿Qué te llevó a decidir participar en el proceso constituyente y cuál es tu diagnóstico de las falencias en la institucionalidad cultural?

-La decisión emana de un proceso colectivo, impulsado con mucha crítica y reflexión conjunta desde la Red de Actrices y luego desde diferentes orgánicas culturales y sociales. Nos pareció que pese a las dificultades y trabas que presentaba el proceso para candidaturas independientes, era importante instalar una candidatura feminista y cultural que rompiera la lógica de la cultura vista como producto y reducida solo a la disciplinas artísticas. 

Me siento parte de los intentos de construcción de una institucionalidad que vea la cultura como derecho y que sea fortalecida a través de una fuerte y real participación social. Sin embargo, la realidad se aleja mucho de ese anhelo porque las políticas impulsadas son marcadamente neoliberales, segregadoras e insuficientes, lo que ha provocado que la ciudadanía desconozca completamente sus derechos culturales, porque estos no están consagrados. 

El cerco informativo

-¿Cómo ves desde adentro este proceso empujado por la revuelta social que ahora en esta etapa es un poco invisibilizado por la falta de información sobre candidaturas, inscripciones y apoyos?

-Eso ha sido una de las cosas más sorprendentes de este proceso, el cerco informativo sobre cómo se iba a desarrollar el proceso de recolección de patrocinios (firmas) de las candidaturas independientes. Da la impresión que generar confusión fue la estrategia. Nos hemos trasladado dentro del distrito y la confusión era muy grande entre vecinas y vecinos, pero asumimos la tarea de superar este cerco y seguir adelante con una propuesta que nos parece necesaria y urgente.

Creemos firmemente que este proceso tiene su origen en la revuelta social de octubre, que la propuesta institucional fue forzada y llena de vicios que se van demostrando con el paso de los días. Todo este proceso se desarrollará en un contexto donde aún un grupo minoritario concentra el poder y se aferrará a él, un contexto donde siguen vulnerándose los derechos humanos, donde hay presas y presos con procedimientos altamente irregulares y dolorosos para cientos de familias. Pero hemos asumido que esta tarea la emprenderemos con las injusticias a cuesta, sin olvidar por un segundo lo que nos moviliza.

Pensar un Estado social

-Siendo parte de la Red de Actrices Chilenas y antes presidenta de Sidarte, ¿qué te parece la fortaleza del sector para seguir resistiendo con teatros cerrados, compañías paradas y todo lo que conlleva la pandemia y la falta de apoyos?

-Los trabajadores y trabajadoras de la cultura han vivido siempre en situación de sobrevivencia y esta pandemia profundizó esa crisis llevándola a extremos dolorosos, porque sufren personas y sus familias, que han dedicado la vida a una actividad que es tratada como suntuaria, un lujo prescindible por la propia autoridad de gobierno. Pero quienes nos dedicamos a esto desde las artes sabemos que la cultura es un motor de desarrollo social, que da vida comunitaria, que abraza la diferencia y la inclusión, que mejora la vida de las personas acercándolas al buen vivir, a una existencia en que no sea el consumo, la precarización y el extractivismo las únicas formas de desarrollo y crecimiento, como lo hace este sistema que nos tiene contra las cuerdas y que definitivamente queremos cambiar.

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-¿Es posible otra cultura más allá de la concursabilidad?

-Claro que si, la concursabilidad es una herramienta que han transformado en política pública y eso es insólito, no se justifica. Es posible otra cultura y en ello es fundamental una constitución que consagre los derechos culturales en todas sus dimensiones. Derechos culturales como forma de vida comunitaria, derechos al acceso a la cultura, participación cultural, o sea una democracia cultural que considere que todas y todos somos sujetos culturales, para ello también el modelo de Estado debe superar la lógica subsidiaria que hoy protege el neoliberalismo a ultranza lo que ha significado que las prácticas culturales se individualicen. Pensar en un Estado social permitirá que desde esa matriz pueden surgir nuevas políticas que efectivamente logren superar la lógica mercantil que tanto daño le ha hecho a Chile en muchos ámbitos. 

Lugares de poder

-Respecto a cómo viven las actrices el mandato patriarcal y la violencia de género en los espacios de trabajo (sin ir más lejos están las denuncias hacia Nicolás López), ¿cuáles son las claves a tu juicio para revertir este patrón y crear ambientes de trabajo más respetuosos y saludables en los que además se promuevan otras imágenes de la mujer?

-Hace unos meses terminé una investigación sobre la violencia de género en estos espacios laborales y me parece que lo primero que hay que entender que esta violencia es estructural y surge a partir de las desiguales relaciones de poder. En  el trabajo de las actrices desde su formación se reproduce esta desigualdad, la que naturaliza prácticas que las ubican en un espacio de subordinación relacionado con la obtención de trabajo, el éxito profesional y una enorme exposición a la violencia sobre su cuerpo. 

Las actrices se encuentran en permanente búsqueda de trabajo, pues su sistema laboral es por proyectos.  Ahí radican la mayor cantidad de abusos de poder vinculados mayoritariamente al acoso o abuso sexual, pero también a otras violencias más subterráneas y admitidas. Este escenario de vulnerabilidad laboral o de formación profesional en muchas ocasiones es utilizado como mecanismo coercitivo amparados en límites difusos o zonas grises de nuestra profesión. Revertirlos es una tarea social en el amplio sentido, pues la violencia contra las mujeres, el mandato patriarcal que antecede a esta profesión, está inserta en todas con sus propias caracterizaciones.

En particular en este rubro es importante un compromiso de todas y todos quienes laboramos en él: modificar prácticas anquilosadas, renovar y profesionalizar las maneras de relacionarnos, reeducarnos en ese sentido y a la vez incorporar herramientas como protocolos y guías preventivas, puede ser de mucha ayuda. Pero, insisto, debe venir sobre todo de aquellos que ostentan lugares de poder dados por el rango laboral o por la trayectoria profesional.

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