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RESEÑA| “Vidas diferentes, soledades”: La rara vigencia de una obra 20 años después

Por: Rodrigo Hidalgo, escritor y periodista | Publicado: 27.05.2021
RESEÑA| “Vidas diferentes, soledades”: La rara vigencia de una obra 20 años después |
Si usted no la había visto, si se había perdido la temporada de estreno, allá por el 2001, ahora es su oportunidad. “Vidas diferentes, soledades” es una obra extremadamente simple, en la que dos hombres se encuentran en una estación de trenes y terminan compartiendo al calor de un vino, sus solitarias vidas. Un joven nervioso que cuida a su madre y un macho rudo conflictuado porque su mujer le pega.

Tras una exitosa temporada en enero y febrero del 2001, esta obra vuelve a cartelera. Pero no a escena sino a pantalla. La pieza puede verse online precedida de un minidocumental que narra y contextualiza el proyecto, dotándolo de una peculiar vigencia, dado el encierro y la sensación angustiante de soledad que aqueja a millones de personas, pandemia mediante.

Es así de simple. En el proceso de adaptarse el teatro al encierro, la primera fórmula a la que se echó mano fue al registro audiovisual de un espectáculo en vivo. ¿Cuántas compañías tienen o han tenido algo así? Me refiero a grabaciones de sus obras estrenadas. No que digamos un video o documental hecho y editado o posproducido, no, sino el mero registro, una cámara frontal, lo mínimo. Me atrevería a decir que poquísimas, una significativa mayoría de compañías acaso conserven un registro fotográficode todas y cada una de sus obras. Aunque como es lógico la tendencia debe ser inversamente proporcional a la edad, y hoy los más jóvenes sin duda deben tener mínimo un video de cada obra teatral estrenada. Igual lo dudo. Habría que investigarlo. Con la pandemia seguro que ahora sí. Es el tiempo del live por Instagram, ya no más una sala de teatro.

Como sea, lo real es que todas las compañías, productoras y teatros han echado mano a los registros. Van mucho más allá por supuesto, hay creación artística y hay espectáculos en vivo impresionantes. Pero hablo del registro. Nada más hace un par de semanas estábamos recordando el Día nacional del teatro y el natalicio de Andrés Pérez y lo hacíamos a través del documental Tacos de cemento de Marcelo Porta, un registro audiovisual de la última obra de Pérez, La huída. Una atractiva sinergia de creadores y mediadores.

Al calor de un vino

De modo que si usted no la había visto, si se había perdido la temporada de estreno, allá por el 2001, pues ahora es su oportunidad. Vidas diferentes, soledades es una obra extremadamente simple, en la que dos hombres se encuentran en una estación de trenes y terminan compartiendo al calor de un vino, sus solitarias vidas. Un joven nervioso que cuida a su madre y un macho rudo conflictuado porque su mujer le pega.

Ahora, creo que el minidocumental que precede a la obra es acaso más relevante que la obra en sí misma, haciéndola envejecer bien con los años. Con habilidad se nos presenta la experiencia de haber casi tocado algo así como la fama. Marcelo González narra bien, cuenta que la pandemia lo puso a revisar cajones y así se encontró con el registro en video de aquella temporada exitosa en el verano del 2001, en el pub vegetariano El viejo verde en Bellavista. Digitalizó y masterizó el video para HD. Llamó a su partner de aquel entonces Cristian Rioseco, y contactó a algunos periodistas como la connotada y prestigiosa crítica teatral Marieta Santi (alias Lady Macbeth en el LUN de esos años), que habían apoyado y cubierto el montaje en ese entonces, cuando se presentaban como la Compañía Averismo, recorriendo distintas ciudades, y la prensa los destacaba entre otras cosas por la juventud del proyecto. El 2001 Marcelo tenía recién 22 años; no habían siquiera egresado, eran todavía estudiantes de teatro del DUOC.

¿Quién se acuerda de esa obra?

¿Cómo es posible que haya sido un tremendo éxito y luego pasado al olvido? Es una pieza muy simple desde todos los puntos de vista, juvenil y honesta. No es posible compararla con piezas que quedan en la memoria popular traspasando generaciones. Vidas diferentes, soledades probablemente no aspiraba a eso tampoco. Es una obra que puedo entender haya sido disfrutada por los jóvenes del 90 o del 2 mil. Se presentaba en pubs, entre estudiantes universitarios. Fue un exitazo. Habría que ver si los jóvenes actuales se sienten identificados o interpelados. No sé cómo sería recibido el personaje que se confiesa golpeado por su esposa, por ejemplo. Ese personaje que juega el rol dominante, de macho rudo, que amenaza y somete al otro sin conflicto: haz lo que te ordeno o te pego. Es chocante igual. La naturalidad de un humor que hoy nos cuestionamos. Es chocante volver a verse uno ahí, con la distancia que da este tiempo sin tiempo que estamos viviendo, como un espejo que deforma monstruosamente lo que fuimos.

Hay un tipo de humor elemental, y que de entrada comprendemos, explícito en el arquetípico grito de ¡NO ME GRITE! ¡NO ME GUSTA LA GENTE QUE GRITA! Los trazos de las caricaturas son gruesos, y si el previsible efecto del abrazo final resulta emotivo es porque a fin de cuentas hoy en día estamos deseosos, necesitados y anhelantes de espacios gratuitos para ser emotivos.

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Pienso que las características de la obra, por sí sola, sin el documental, dan quizás como para trabajarla con público escolar, sin ningún ánimo de menosprecio y todo lo contrario, pensando en clásicos que uno vio en el colegio como El rucio de los cuchillos o ¿Quién me escondió los zapatos negros? Un teatro que le hablaba a sus pares etarios, que tenía sala llena y audiencia segura gracias a las funciones para público escolar. Y ojo, yo fui a un liceo municipal que Alessandri casi clausura el año pasado, y teníamos salidas al teatro. Quiero decir que no era un privilegio tan exclusivo acceder al teatro escolar: íbamos al Teatro La Esquina en Vicuña Mackenna, al Nacional en Morandé y al de la Católica en Plaza Ñuñoa.

La obra de teatro Vidas diferentes, soledades entonces en estricto rigor, en este comentario, juega de postre. Lo que nos convoca y sorprende o satisface, es el camino. La expectativa y sorpresa que genera el minidocumental que la precede. Nos emociona por ejemplo, el testimonio de otros colegas y contemporáneos que formaron parte de la compañía y que ya no están entre nosotros, habiendo fallecido demasiado jóvenes. Nos emociona saber que la obra de teatro fue montada años más tarde cuando ya Marcelo era padre y su hijo lo ayudaba en las luces.

Y diré para finalizar esta reseña que espera también ser una invitación a ver ambas, que su peculiar vigencia estriba en esa convergencia entre el paso del tiempo y la soledad. La soledad que es hoy en rigor el encierro, la angustia, la necesidad y búsqueda del emocionar. Y la vuelta de tuerca se produce para quienes podemos hacer el ejercicio de metarreferenciar el año 2001 respecto de este presente en esa clave. Es necesario poder ponderar lo que significa el transcurso de estos 20 años. Vidas diferentes, soledades dos décadas después, la obra teatral y el documental que la precede y contextualiza, permite un emotivo viaje de ida y vuelta.

Vidas diferentes, soledades de Marcelo González y Cristian Rioseco se presenta hasta el 20 de junio a través de la plataforma www.passline.com

 

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