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Nélida Pozo y el debate constituyente: “Se requiere instalar la cultura como derecho”

Por: El Desconcierto | Publicado: 06.11.2021
Nélida Pozo y el debate constituyente: “Se requiere instalar la cultura como derecho” |
El Parque Cultural de Valparaíso, emplazado en la antigua excárcel pública de la ciudad, cumple 10 años desde su inauguración. Nélida Pozo, actual directora ejecutiva, habla del proceso de resignificación del espacio y del encuentro con las distintas comunidades de artistas y vecinos. Asegura que la Convención es una instancia importante para discutir sobre el aporte del Estado a la Cultura y el cambio que debiera imprimirse para alejarse de la lógica subsidiaria que ha perdurado hasta estos días. “El modelo en los últimos 30 años ha instalado un paradigma de competitividad propio de la sociedad capitalista”, dice, al tiempo que reconoce que durante esta crisis tampoco «estuvo a la altura de lo que el sector cultural necesitaba”.

-El espacio que hoy ocupa el Parque Cultural de Valparaíso estuvo en disputa por varios años luego de dejar de ser cárcel y, gran parte de su resignificación cultural tiene que ver con la ocupación que hicieron muchos artistas y compañías que llegaron en busca de un lugar donde trabajar. ¿Cómo ves esa relación entre las comunidades y el territorio a lo largo de estos 10 años?

Efectivamente, las comunidades de artistas y también de vecinas y vecinos del barrio de proximidad, tuvieron un rol fundamental para frenar los objetivos inmobiliarios que hubo en algún momento y de manera organizada fueron parte del diseño y construcción, tanto de la obra como del modelo de gestión. No obstante, siempre la cultura, las artes y el patrimonio son espacios que se tensionan porque existe una disputa de sentidos hegemónicos ya sea por modos de ver, pensar y , en este caso, de entender el rol e identidad del espacio, su línea editorial, entre otros aspectos.

En ese sentido, es necesario recordar que si bien hubo una alianza Estado-sociedad civil a comienzos del 2000, esta se fue desdibujando y se crea el “movimiento por el destino de la excárcel”, con participación muy activa de las comunidades, con propuestas programáticas inclusive y donde hubo un compromiso desde el Estado de sumar sus propuestas a la gestión y, una vez que comenzó su funcionamiento en noviembre de 2011, se instaló un modelo de centro cultural tradicional para las élites donde el foco estaba puesto en la exhibición de obras de arte y donde todo este esfuerzo colectivo no fue considerado, yo diría que esto marca el origen de una relación en constante disputa de la institución con algunas comunidades en particular.

Hoy en día, la situación ha cambiado bastante, hemos realizado ejercicios de trabajo colaborativo para co-programar acciones, algunos proyectos conjuntos de impacto en comunidades vulneradas en derechos y desde hace tres años creamos el departamento de territorio y redes que se vincula directamente con las comunidades de vecinos y vecinas de distintos barrios de la ciudad, porque reconocemos que si bien el territorio es un espacio geográfico situado, es principalmente un lugar para la generación de lazos y vínculos sociales, de afectos, que se construyen con las comunidades, y la cultura es eso, las formas de vivir juntos. También creamos el departamento de patrimonio, memorias y derechos humanos que ha ido resignificando el conjunto urbano-histórico que comprende el Parque como un sitio de memoria, en un permanente proceso de co-construcción con la comunidad viva sobreviviente de la dictadura cívico-militar, como con sus familiares, así como con las agrupaciones e instituciones que desde allí van generando nuevos procesos de creación, investigación y acción que van resignificando el lugar, otorgándole un sentido compartido en su pasado reciente y su trabajo actual sobre los desafíos democráticos de nuestra sociedad contemporánea en transformación.

Me parecía impensable que este lugar tan emblemático de Valparaíso no fuese pensando para la ciudad y para ser parte de los procesos sociales, culturales, políticos que allí ocurren y el Parque Cultural debe ser parte de la gestión del desarrollo sostenible con que proyectamos a Valparaíso y a la región para los próximos 30 años.

-Uno de los objetivos del Parque ha sido la promoción de ciudadanías culturales, como parte del desarrollo humano y del ejercicio pedagógico de formar y educar para la democracia. ¿Cómo se ha dado este proceso post estallido social? ¿Hay nuevas críticas? ¿Qué cosas se han replanteado? ¿Hay más desconfianza hacia la institucionalidad?

 Sin duda que después del 18 de octubre nuestra sociedad no puede volver a ser la misma, el estallido social puso en irrefutable cuestionamiento el orden social y a las prácticas políticas, económicas, sociales y culturales producto de la instalación en nuestro país de una matriz neoliberal de desarrollo, donde como sabemos, el sistema económico permeó todas las esferas de nuestra sociedad. En el ámbito cultural, también el modelo en los últimos 30 años ha instalado un paradigma de competitividad propio de la sociedad capitalista, donde se promueve el acceso a la cultura, las artes y al patrimonio, en tanto bienes de consumo, y que evidentemente genera profundas brechas en el acceso a las instancias sociales de intercambios simbólicos y materiales, ya que este modelo tributa a la distinción consumidores/ciudadanos culturales y es a través del consumo que se construyen y comunican las diferencias sociales evidentes en nuestro país, lo que nos divide entre integrados y excluidos.

Creo que lo que estamos viviendo es un profundo cambio cultural, donde hemos sido todas y todos interpelados a hacer las cosas de otra forma, sobre todo desde las instituciones y su relación con las comunidades, porque tal como señalas, hay una desconfianza profunda con el modelo -el capitalismo, el extractivismo, la exclusión, los abusos, entre otras de sus manifestaciones- que caló profundo en el alma de las personas y se requiere, por lo mismo y con urgencia, establecer nuevas relaciones basadas principalmente en la confianza y transparencia, donde se releven otras formas de convivencia; relaciones más horizontales, colaborativas, inclusivas.

Los centros culturales somos parte del ecosistema sociocultural y debemos estar siempre al servicio del desarrollo de las ciudades, por lo que tenemos un rol central como lugar de convivencia ciudadana y de participación colectiva y uno de los caminos que hemos tomado, por un lado, ha sido fortalecer los vínculos territoriales con comunidades que han estado históricamente marginadas de participar o asistir a la diversidad de producciones artísticas y culturales que ocurren en Valparaíso para que sean parte de las comunidades de públicos que recibimos y, por otro lado, apoyando la gestión y cooperación entre organizaciones vecinales y organizaciones culturales comunitarias para quienes la vida cultural se sustenta en la preservación, desarrollo y fortalecimiento de su propia cultura, expresiones y prácticas identitarias, lengua, costumbres, tradiciones, entre otros. Además, y ya en el ámbito del sentido de la gestión cultural, hemos diseñado estrategias de trabajo en torno a la co-programación y co-creación como prácticas, ejercitando por sobretodo la escucha y promoviendo la reapropiación como estrategias transformadoras. El cambio de modelo exige que las comunidades, en tanto productoras de sentido y significados, sean el centro de la construcción social y comunitaria para la gestión cultural.

-¿Cómo se ha insertado el PCdV en este proceso constituyente? ¿Qué rol ha jugado y cuál crees que son los desafíos que hay que encarar? ¿Tiene algo que ver todo esto con eso que han llamado el derecho a la utopía?

A partir del 18 de octubre y también con mayor fuerza una vez instalada la Convención, hemos colaborado con las comunidades en la organización de encuentros de los constituyentes de la región; creo que el principal rol de ellos es reunirse, escuchar, tomar nota y desarrollar una tremenda capacidad de empatía para conocer en terreno qué y cómo están viviendo las personas y cuáles son aquellos ejes fundamentales para que verdaderamente ocurra un cambio social y cultural. Yo creo que el principal desafío es apoyar estos procesos que ha instalado la Convención en los territorios y sobre todo defenderla porque sabemos que hay sectores interesados en que el proceso fracase; nosotros estamos organizando encuentros provinciales para específicamente convocar al sector cultural a participar de estos espacios en cada provincia y  luego convocar a un encuentro regional que recoja todas las voces, sueños y experiencias de esta rica y diversa región de Valparaíso.

-La pandemia ha afectado a todas las disciplinas del arte obligando a reinventar procesos, modificando la manera de producir y exhibir producciones artísticas. ¿Cómo han vivido esta suerte de cuarentena artística? ¿Cómo han sobrevivido?

La pandemia nos obligó a reinventarnos como a todos y todas quienes formamos parte del ecosistema cultural; fue muy triste comenzar a cancelar y suspender una propuesta cultural que habíamos planificado de manera presencial y fue así como se tuvo que reescribir en general la agenda cultural de todos los espacios culturales. En nuestro caso, ha sido un aprendizaje complejo porque no estábamos preparados con material que fuese exhibible a través de las redes, fue puro aprendizaje y logramos crear mucho material en las distintas disciplinas artísticas y expresiones culturales y memoriales, armando una propuesta digital que tuvo, al principio muchos seguidores y que luego fue bajando porque evidentemente eso pasó con todas las plataformas digitales. También en nuestro caso, como tenemos un gran espacio verde (Parque), fue posible en algunas fases desarrollar actividades con aforos reducidos, pero lo más importante era ver que se volcaba la gente por la sola necesidad de respirar un espacio abierto y volver a encontrarse en comunidad. Logramos sobrevivir porque tenemos un equipo de trabajadoras y trabajadores súper jugados, que mantuvieron la programación y pusieron a disposición de las comunidades las plataformas digitales y los espacios del Parque, a costa de mucho esfuerzo personal y gracias también a que tenemos un presupuesto basal del Estado que nos permite funcionar; esto último que es una condición que agradecemos y valoramos, creemos debe ampliarse a muchos espacios culturales de la región, porque sabemos que el Estado en crisis no estuvo a la altura de lo que el sector cultural necesitaba y con justicia demandaba.

-¿Sientes que el proceso constituyente es una instancia para rediseñar una política pública de la cultura, abandonando la concursabilidad y avanzando hacia otras formas de financiamiento?

Creo que el proceso constituyente es una tremenda oportunidad, un desafío y sobre todo una responsabilidad histórica que tendrán nuestros representantes para cambiar la lógica de lo que ha sido el Estado subsidiario y el modelo neoliberal. Tengo mucha confianza en que así va a ser, pero también se requiere que el sistema político en su conjunto valore y entienda que la cultura es un elemento sustantivo para la vida de las personas y que debe estar al centro del desarrollo de los territorios a todo nivel y escala; eso ha sido muy difícil de instalar, hay una mirada de la cultura como espectáculo y del patrimonio como imagen para la postal, y se desvalora la condición de sujetos culturales de todos quienes habitamos este país, con capacidad creadora y creativa, con historias, saberes y trayectorias para aportar a mejorar la vida en nuestros entornos. Lo que se requiere es instalar la cultura como derecho, que es también una forma de dignificar la vida de las personas y de resistir a las desigualdades y abusos de una democracia tan desigual como la que se instaló en Chile desde hace algunas décadas. Cambiar el modelo, garantizando los derechos culturales individuales y colectivos, es lo que se requiere con urgencia y junto a ello revisar nuevas formas de financiamiento que favorezcan proyectos colectivos, que promuevan la colaboración y la cooperación, que fortalezca una comunidad de sentidos compartidos.

-¿Crees necesario aumentar el 0,4 por ciento del PIB que recibe cultura, considerando que es uno de los más bajos en Latinoamérica? ¿Dónde inyectarías más recursos?

Cuando pensamos en un nuevo modelo de sociedad que aspiramos construir, donde el centro sea el desarrollo humano y sostenible, es necesario poner a la cultura como un eje fundamental de desarrollo de los territorios para la vida común y la convivencia social, eso requiere contar con un Estado robusto, con políticas culturales sólidas y construidas democráticamente y con participación vinculantes y todo ello no puede ser posible con un financiamiento basal que hoy día no alcanza siquiera al 0,4 %. Se debe inicialmente poner como mínimo un 1% del PIB con horizonte del 2% durante el próximo gobierno y yo definitivamente inyectaría más recursos que tiendan a la descentralización de las políticas y programas; tenemos un país super centralizado, se toman decisiones desde Santiago, por tanto, no se alcanza a percibir la riqueza de los diversos territorios, especialmente a nivel local con énfasis en las culturas comunitarias, fundamentales para la cohesión social, para la democracia y para el cuidado y defensa de los bienes comunes que son principios intransables para la vida y el buen vivir de las comunidades.

-Ustedes vienen trabajando hace tiempo en curatorías de proyectos vinculados a la memoria. ¿Consideras importante, a propósito de las vulneraciones a los Derechos Humanos de estos últimos dos años, que se valore también la memoria desde el presente, como un acto de resistencia y de no repetición?

El Parque Cultural de Valparaíso – Ex Cárcel es el principal sitio de memoria de la Región de Valparaíso, cuyo conjunto se encuentra declarado como Monumento Nacional, categoría de monumentos históricos (“sitio de memoria”), mediante Decreto N°14 “Casa de Pólvora y Ex Cárcel Pública de Valparaíso, actual Parque Cultural de Valparaíso” (2019) y actualizado mediante Decreto N°3 (2020). Por lo anterior, la Ex Cárcel como conjunto urbano-histórico y sitio de memoria es un vestigio, testimonio material y simbólico de diversos procesos que experimentó la ciudad, la nación y el Cono Sur, que hoy debemos entender y proyectar como un espacio para la reparación simbólica, como un recurso educativo y escenario para la crítica de las condiciones del presente, desde las memorias que le dan sentido al lugar a través de su protección, conservación y documentación; la generación de conocimientos y diálogos de saberes; como la interpretación, didácticas y pedagogías.

Progresivamente, entonces, desde la declaratoria del sitio, las prácticas artísticas y territoriales se han ido vinculando a las distintas capas memoriales y comunidades del sitio, resignificando nuestro proyecto institucional. Este proceso de profundo alcance, se agudizó con el 18 de octubre, tanto por las violaciones de los derechos humanos, el negacionismo y la impunidad, como por la mayor conexión de las y los jóvenes con el sitio, demandándonos jugar un rol protagónico en el cambio cultural y la profundización democrática de nuestras sociedades, donde precisamente el derecho a las memorias, plurales y diversas como nuestros pueblos, y la construcción hoy de una cultura de derechos humanos en este país son una prioridad, muy sentida por las comunidades de la región.

Nuestra incorporación a la Red de Sitios de Memoria y a la Red de Sitios de Memoria Latinoamericanos y Caribeños (RESLAC) – red regional de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia – se da en ese momento de cambio del país, de las instituciones y de nuestra cultura como sociedad. En ese sentido, la Ex Cárcel está cambiando y está poniendo hoy al centro de su desarrollo el sitio de memoria, lo que es un cambio profundo para la institucionalidad sectorial, porque lo que se está  relevando, en definitiva, es la formación de ciudadanías críticas con un reservorio de experiencias que están al servicio de las nuevas generaciones para la construcción de una cultura de derechos humanos.

Dentro de los ejes programáticos de este año, el Parque Cultural de Valparaíso ha propuesto “el desafío de imaginarnos nuevamente juntos”. ¿Cómo ves ese nuevo cara a cara? ¿El reencuentro de los artistas y sus distintas audiencias? ¿El retorno de los aplausos?

 La relación de las comunidades con el arte y la cultura es colectiva, es un estar con otros y otras, en un mismo espacio frente a la experiencia artística; hay ahí una apropiación compartida de la producción cultural porque la cultura por definición se vive colectivamente y conforma un nosotros. La pandemia nos obligó al distanciamiento social y a establecer relaciones o vincularnos a través de la virtualidad, que si bien cumplió el objetivo de entregar programación artística a las audiencias, sabemos que los espacios culturales, en la misma idea anterior, son lugares de participación social y cultural que sustentan su existencia en la vida común, en el encuentro de la personas con las y los artistas y sus obras, con expresiones culturales diversas, en una experiencia viva que aporta sentido y belleza a la cotidianidad y que produce significados, relatos y narrativas.

Por lo mismo, y después de varios meses de encierro, hemos ido abriendo paulatinamente las distintas salas, galerías de arte, teatro, danza, entre otros espacios de exhibición y ensayos,  lo que ha permitido revincularnos, con una participación muy masiva en todas las actividades que hemos realizado. Creo que hay una necesidad de las personas de volver a encontrarse, por el solo hecho de estar y sentirse con otros y otras. Por ello, ver que aún con todas las exigencias e imprevistos del proceso pandémico, las prácticas, funciones y proyectos se han venido desarrollando con una alta participación y demanda de públicos y comunidades, es para nuestra institución una señal de que hay una apropiación y sentido de pertenencia a este lugar y una valoración mayor a las expresiones artísticas. Ese es el mejor reconocimiento de todos.

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