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«Crónicas de sangre impura»: Curadora chilena indaga en el racismo de las artes visuales en Europa

Por: Carolina Espinoza Cartes, desde Madrid | Publicado: 02.02.2021
«Crónicas de sangre impura»: Curadora chilena indaga en el racismo de las artes visuales en Europa Andrea Pacheco |
La curadora chilena Andrea Pacheco González, lleva más de veinte años viviendo en Madrid y acaba de publicar «Crónicas de sangre impura», libro en que compila junto al mexicano Diego del Valle textos de distintos autores que reflexionan sobre el debate decolonial y antirracista actual en las artes visuales.

Andrea Pacheco González lleva más de veinte años viviendo en Madrid, y desde allí, su interés en el arte visual la llevó a incursionar con éxito en el área curatorial, trabajando especialmente con artistas latinoamericanos que exploran las problemáticas del presente.

En Chile fue responsable del Museo de Arte Contemporáneo, MAC Quinta Normal, y ha comisariado exposiciones de artistas como la mexicana Teresa Margolles, el chileno Juan Castillo o el colectivo cubano Los Carpinteros.

Hace diez años fundó FelipaManuela, un espacio de residencias de investigación en Madrid, por la que han pasado más de setenta  artistas, curadores e investigadores. La residencia tiene también un área de publicaciones, entre las que destaca la última: Crónicas de sangre impura (FelipaManuela Ediciones, Madrid, 2019), editada junto al mexicano Diego del Valle, con trece textos inéditos de autores provenientes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Irak, Puerto Rico, México y Uganda. Juntos reflexionan sobre el debate decolonial y antirracista presente hoy de forma vigorosa en la práctica cultural y la programación de museos y centros de arte en todo el mundo.

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-Andrea ¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

-Surge de la urgente necesidad de seguir aportando voces al debate decolonial, desde el campo artístico y cultural, enmarcándolo en el contexto de un vínculo específico: el de España con sus excolonias. El libro propone escuchar las resonancias actuales de lo que implicó la expansión transatlántica del Reino de España a partir del siglo XVI; identificar la continuidad de “vicios” heredados desde entonces como las jerarquías raciales, paradigmas y estructuras mentales supremacistas basadas en auténticos delirios alucinatorios como, por ejemplo, la pureza de sangre. Señalar la forma en que estas falacias históricas siguen operando como verdad en el momento presente.

Durante los últimos años, desde FelipaManuela hemos realizado una serie de residencias de investigación en la ciudad de Madrid, donde la mayoría de las personas invitadas provenían de América Latina y El Caribe. La idea era ofrecer un espacio de encuentro y de diálogo con el contexto madrileño, promoviendo la creación de redes de intercambio y colaboración transatlánticas. La inquietud sobre la relación con España empezó a surgir  cuando nuestros residentes entraban en contacto con la escena y, particularmente, con la institucionalidad artística local. No solo porque el debate racial o decolonial estuviese ya muy presente en espacios culturales de todo el mundo. También porque había una serie de situaciones que hemos normalizado aquí, pero resultaban bastante sorprendentes vistas desde fuera.

Debate migrante

-Andrea ¿Qué situaciones hemos  normalizado?

-Por ejemplo, el hecho de que casi ninguna institución cultural en Madrid tuviese en sus equipos directivos, curatoriales o de programación a personas migrantes, racializadas, afroespañolas o latinodescendientes; teniendo en cuenta además que, junto con las migraciones y desplazamientos de las últimas décadas, al menos una veintena de profesionales latinoamericanos se titula cada año en los diferentes posgrados que ofrecen las universidades españolas en el campo artístico y cultural. La ausencia de esas voces en las instituciones madrileñas, de esos cuerpos sin las “credenciales” que otorga el mundo anglosajón o noreuropeo, fue acuciante y gatilló la idea germinal del libro.

-FelipaManuela tiene la sensiblidad para trabajar con otras voces que vienen de Latinoamérica ¿Cuál ha sido el aporte a la visibilización de estos artistas?

-En Madrid hay una larga trayectoria de asociaciones, de activistas y colectivos que llevan trabajando años en torno al debate migrante y antirracista. En el campo cultural es muy importante el trabajo de colectivos como Migrantes Transgresorxs, el colectivo Ayllu, Conciencia Afro o Afromenistas. En lo personal, para mí, como curadora, el problema central que tenemos hoy en Madrid radica en la incapacidad de comprender la real dimensión de este debate hoy y el alcance que tendrá en el mundo que está por venir. El debate decolonial no puede ser abordado como un “tema” que ocupa la programación de una organización cultural durante un período de tiempo. Como tampoco puede ser un “tema” el feminismo, la disidencia sexual o la crisis climática. Esto debería ser una perspectiva que atraviesa completamente a la sociedad y sus instituciones, que las tensiona, incomoda e, idealmente, las transforma. Desde FelipaManuela hemos hecho un trabajo muy marginal, somos un espacio independiente pequeño, periférico y creo que para romper con el paradigma dominante hay que hacerlo desde el centro, reclamar un cambio inflitrándose en las esferas de poder.

El calvario de la extranjería

-Existen mitos sobre la llegada de personas de origen latinoamericano en España. Se dice que es tierra de acogida, que Madrid y Barcelona son multiculturales, pero en el libro se deja entrever que la discriminación persiste.

-Creo que ya no es posible sostener el relato de la multiculturalidad. Desde el humor, que es una extraordinaria estrategia subversiva, hay circulando en redes testimonios de jóvenes migrantes y la “cálida” acogida que recibieron cuando fueron escolarizados o de españoles racializados y su estupor frente a la pregunta constante: ¿Tú de dónde eres? Me interesa el trabajo que está desarrollando el artista afroespañol Rubén H. Bermúdez en ese sentido. Crónicas de sangre impura es solo un elemento más que contribuye a desmontar esa narrativa de la hospitalidad. Y la desmonta a través de historias, conversaciones íntimas y personales que tienen los autores después de haber pasado una temporada en Madrid. La mayoría son personas que han estado de visita, invitadas a una residencia, que no han tenido problemas de papeles, que no han vivido el calvario al que te somete la Ley de Extranjería.

Racismo en la piel

-Andrea, ¿qué significa ser mujer negra de origen sudamericano en Europa?

-Yo, Andrea Pacheco soy una migrante blanca latinoamericana, no soy quien puede hablar sobre la vivencia de ser negra. Solo sé que, en comparación con una persona negra o indígena, soy una persona llena de privilegios, pese a ser una persona migrante. Aquí y en mi país de origen soy una persona con privilegios porque soy blanca. Como persona migrante latina, para mí ha sido muy difícil obtener una posición profesional en Madrid, algo que más o menos he conseguido después de veinte años viviendo aquí, pero nunca me ha parado la policía en la calle para pedirme los documentos. Yo no he padecido las violencias que las personas negras viven de forma constante. No he sentido en mi piel el racismo, he vivido otra clase de discriminación que tiene que ver con el origen. Tardé diez años en conseguir un permiso de trabajo, un tiempo infinitamente mayor al que tarda en conseguir sus papeles una persona europea cuando se traslada a Latinoamérica.

-Está, por ejemplo, la discriminación que sufre el pueblo haitiano en Chile…

-En Chile, como en toda América Latina, se han reproducido los mismos “vicios” históricos que provienen desde la colonia. La forma en que el Estado chileno ha tratado a sus poblaciones indígenas tiene el mismo origen: racismo. En Chile esto ya es insostenible. Por eso creo que es importante construir puentes históricos que conectan el momento presente con aquel en que un herrero, un panadero, un campesino español viaja al puerto de Sevilla para embarcarse rumbo a América y le solicitan un “Certificado de pureza de sangre”, de sangre pura de castellano viejo. Eso, en un territorio que estuvo habitado durante los ocho siglos anteriores por musulmanes y judíos, era un disparate. Pues sucedió y sucedió durante siglos. En ese sentido, más que como ciencia, me interesan la historia, la arqueología como herramientas artísticas. Recientemente vi el trabajo de Ramiro Gomez Jr., artista latinex que está dando la vuelta a la obra de personajes emblemáticos de la “historia” del arte, como David Hockney, desde una perspectiva interseccional. Creo que el campo del arte ofrece infinitas posibilidades de imaginación política.

 

 

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