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Mauricio Garrido, artista visual: “El collage era la hermana pobre del sur”

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 09.11.2021
Mauricio Garrido, artista visual: “El collage era la hermana pobre del sur” |
Esta entrevista se realizó el día del “cuarto apocalipsis”, al decir del propio Mauricio Garrido, cuando WhatsApp, Facebook e Instagram se habían caído en todo el mundo. Así, en medio de bromas, el collagista abría la puerta de su taller en barrio Italia para hablar de su primera exposición después de tres años, una en que aborda su propia visión sobre el fin del mundo entrevisto en medio de la pandemia. Las obras se exhiben hasta el 13 de noviembre en Luz Barros Galería, ​​Alonso de Córdova 3789, Local 13.

Doce piezas de collage recién salidas del horno muestra Mauricio Garrido en Arquitectura natural. El fin del mundo visto por el artista tiene relación con escenas y lugares clásicos para el arte y la arquitectura. Así ‘La gran ola de Kanagawa’ del japonés Katsushika Hokusai o ‘El juicio final’ pintado por Miguel Ángel en La Capilla Sixtina, dos de las obras de arte más famosas del mundo, son reinterpretadas por Garrido con la presencia de animales y seres apocalípticos. Edificios clásicos tan importantes para la cultura occidental como Villa Borghese en Roma o la basílica de San Marcos en Venecia, son invadidas por plantas y animales. 

Si se habla de la civilización contra la barbarie, aquí el artista bárbaro latinoamericanos llega a las mecas del arte invadiéndolas con sus coloridos, sus discontinuidades, mutaciones y rupturas, realizando una colonización inversa en diálogo con los grandes maestros del arte moderno: Goya, Miguel Ángel, Dante, El Bosco y el propio Hokusai desde un arte “menor”, recortando con tijeras papelitos de revistas, periódicos o libros finísimos de arte.

La ciudad ocupada 7, de la serie La ciudad es nuestra (100×65 cms) ©Mauricio Garrido

El cuarto apocalisis

Hasta Jorge González y su hermana, la fotógrafa Zaida González, se aventuraron a llegar hasta Alonso de Córdova para ver la exhibición. Desde sus inicios como escultor y artista de performance en la escena contracultural de fines de los 80, Garrido se ha vinculado con la música y la literatura, dos fuentes de inspiración para su trabajo cotidiano. De hecho, además de ser un melómano y estar constantemente oyendo música y citando a escritores, ha realizado colaboraciones para portadas de discos y libros, incluyendo al propio Jorge González en Fiat 600, a la cantante Geraldine Thenaux, a Rulo, y a Silvio Paredes con Colombina Parra. También ha hecho portadas para los libros Cadáver exquisito de Malú Urriola y Oye Gabriela de Elisa Clark.  

Esta entrevista se realizó el día del “cuarto apocalipsis”, al decir del propio Mauricio Garrido, cuando WhatsApp, Facebook e Instagram se habían caído en todo el mundo. Así, en medio de bromas, el collagista abría la puerta de su taller en barrio Italia para hablar de su primera exposición después de tres años, marcando su regreso al circuito de Vitacura desde su exhibición en Galería Animal el 2011. Las obras se exhiben hasta el 13 de noviembre en Luz Barros Galería, ​​Alonso de Córdova 3789, Local 13.

Hecho en pandemia

Arquitectura natural tiene que ver con la idea que tiene la ciencia ficción. No sé si viste El planeta de los simios, los tipos de apocalipsis que existen en el imaginario colectivo. Está el bíblico: en el fin del mundo va a quedar la cagá. Y está el de Hollywood: la idea de la extinción, qué pasa con lo que ha construido el hombre. La arquitectura, los palacios, todos esos edificios europeos que encierran tesoros de la humanidad, si en un minuto se acaban los seres humanos, ¿qué le pasa a todo eso? ¿Qué pasa cuando ya no hay dónde estar?

Más de la mitad de la expo es parte de una serie llamada La ciudad ocupada. ¿Ocupada por quién? Por la naturaleza libre de seres humanos. La Villa Borghese en Roma está llena de obras de Rafael y todas las colecciones son tragadas por la naturaleza descontrolada, sin la autoridad del hombre para limitarla. 

La estética de la ruina

En realidad he hecho como diez exposiciones acá encerrado dentro de la pandemia y todas tienen en común esto, porque la pandemia te recuerda que no erís nada; una fragilidad increíble.

Tenía todos estos papeles italianos, cosas hipereuropeas que son como símbolos de la cultura. En un minuto me di cuenta de que estaba poblando ruinas, ¿cachai?, como: «ah claro estoy colocando muchos menos seres humanos y mucho más naturaleza descontrolada que en otros collages».

Hokusai es el pintor que hizo el tsunami, esa famosa ola del japonés está acá, como también ‘El juicio final’, que es como «adiós»; una obra en que desaparece toda una construcción humana y una civilización de un porrazo. Ha pasado mil veces en la historia. Está ‘El juicio final’ de Miguel Ángel, la pieza más grande de todas de la Capilla Sixtina, tiene que ver también con el fin; el juicio final ocurre cuando el hombre se acaba. Los muertos son resucitados y juzgados. Reemplacé casi cada personaje, es una locura.

La estética de la ruina me parece algo super interesante. Cuando tú vas al Museo del Louvre no quieres ver a la ‘Venus de Milo’ con los dos brazos, tú quieres ver a la ‘Venus de Milo’ como está, mutilada, porque esa es la imagen que tienes de esa escultura, la de la ruina. Las pirámides de Egipto eran lisas y la punta de la pirámide era de oro y estaba forrada con caliza, ¿y qué conocemos nosotros? La ruina de la pirámide. ¿Qué queremos ver? La ruina en sí misma, no el objeto original entero. 

El ejército del Everest contra el ejército del Aconcagua (70×50 cms) ©Mauricio Garrido

1597

Hay un año que es super famoso en la historia, ¿usted se queja de que vive en el año 2021? No vivió en 1597, que es el año de la peste negra donde murieron como tres cuartas partes del planeta o sea quedó la cuarta parte de la humanidad.

Por naturaleza no soy una persona depresiva, soy super pila pero, ¿me puedo hacer cargo de huevadas difíciles, temas que son oscuros, como la muerte, la extinción o la paranoia colectiva? La gran enfermedad de la pandemia no es solamente el virus, sino el miedo como enfermedad en sí misma. Está el estado biológico que sería el de la enfermedad que, claro, mata tu cuerpo, pero en el fondo lo que destruye a un planeta, a una civilización, a un país completo es el miedo, y el miedo también es una herramienta de control. Si salís en la noche fuera de horario te vamos a llevar preso, si no te has vacunado te vamos a llevar preso, si estás contagiado te vamos a encerrar. Eso es lo que enferma a la gente de la cabeza.

Piedra, papel y tijeras

Corto solo con tijeras y es como mi método clásico de trabajar, además que es muy divertido. A veces, cuando puedo pagar a gente, tengo cinco personas, pegadores y limpiadores.

Pero en la tijera solo tú

Es un acto privado

-¿Tienes una técnica de cortar para que salga perfecto?

No perfecto, pero…

-Muy bien

Es más rápido que bien. La gente no puede creer la velocidad con que lo hago. Cuando estoy con el computador me empiezan a llorar los ojos, piti piti piti, me he operado del ojo, el único momento en que no me duelen los ojos es cuando estoy cortando. 

Nada quedará en pie

Con la pandemia más que mi forma de trabajo, lo que cambió fue mi forma de relato porque me concentré en esta sensación; para algún lado tiene que ir la angustia, la incerteza. No es solo que la gente muere, caga todo; caga tu forma de trabajo, caga tu horario, caga tu forma de alimentarte, caga la forma de comunicarse, caga la forma de vivir tu vida cotidiana.

¿Cómo resolver tu vida cotidiana en una sociedad que está completamente cambiada, que está completamente regularizada, enmascarillada, separada, ascéptica? No te podís tocar, no te podís besar. De un día para otro estaba muriendo gente por kilo y quedó la cagá. A todos nos quedó la cagá; quedamos sin plata, como la guerra, como un desastre natural, como una peste. Eso claramente modifica mi atención y toda la obra que he hecho en este tiempo está bajo ese filtro. Es una paliza inesperada en la que había que pararse rápidamente y atinar.

Un piquero en lo más profundo del collage

El riesgo en relación a mi trabajo es haber seguido haciendo arte este rato y no haberme desesperado. «¿Qué vai a comer?», «voy a seguir haciendo arte». Hablando del tema del riesgo yo antes hacía esculturas; he hecho video, arte textil y en un minuto asumo que iba a tomar la decisión o el riesgo de meterme en este lenguaje y tirarme un clavado en lo más profundo del océano de este lenguaje. Voy a seguir hablando de los próximos treinta años a través del collage. Eso fue muy riesgoso, primero porque no existía un mercado ni mucho menos.

El collage era la hermana pobre del sur que llegaba de alojada a la casa de los ricos que viven en la capital (risas). Lo fue desde siempre y en el fondo lo que hice fue asumir el riesgo de tomar esto muy seriamente, porque el prejuicio que había con el collage ¿sabes cuál era?, que su propia materialidad era tan pobre que no era considerado un gran lenguaje para expresar grandes ideas. No tenía esta sacralidad que tienen la pintura y la escultura y lo han sido desde miles de años y tienen su panteón sagrado, se les considera nobles. 

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Se consideraba que el collage no lo merecía porque era innoble, porque eran papeles cortados, no era digno. Con papel de diario, o sea una huevada gratuita que está en la basura de cualquier lado gratis, ¿entendís? Es lo bonito que tiene el collage en sí mismo, que es claramente democrático, siempre lo ha sido. Es gratis, es libre, es maravilloso, y el punto es que poca gente había logrado sacudir el polvo al prejuicio. No abundan mucho los ejemplos de gente que se dedicara solo a hacer collages.

Picasso hacía collage pero hacía collage cuando no estaba pintando. Yo me tomé en serio hablar a través de este lenguaje tan maltratado o ninguneado haciendo cosas realmente complejas con él. El artista tiene la responsabilidad de hacer que la gente se cuestione la realidad, pero más encima hacerlo con collage era como: esto tiene que quedar tan bien hecho, no solo técnicamente sino la obra debe ser tan buena como obra de arte, como objeto eterno. Era un riesgo.

La isla humana (80×60 cms) ©Mauricio Garrido

Leer

Es alucinante porque además son impresiones de libros lo que yo ocupo. La gente lee sin que haya texto. Lee porque hay una narración donde lees el cuento igual. Lo que hago con el collage es que lo uso de narrativa, de discurso, y es un discurso que tiene que ver con lo residual. Por ejemplo, si se acaba el hombre piensa, qué pasaría con los libros: serían convertidos en raíces en dos minutos; es papel ¿cachai? 

Uno podría pensar de que con todo lo digital el libro está en una pequeña extinción, entonces me parece como algo romántico también trabajar con el material despreciado.

Cuadros que nadie va a ver

En el caso de esta exposición puntual me pasaba esto: «para algún lado tiene que ir la angustia». La sensación de ese vacío enorme y el vértigo que te provoca pensar en el no existir ni tú ni nadie, y cómo lograr que en la mente del hombre ocurran imágenes que van en contra del hombre. Pensar en el silencio, o sea ni una voz humana, nada, poner una especie de cámara en rápido y ver cómo a eso se lo empieza a comer la selva y desaparece. El collage es un compendio de historias para contar justamente qué pasaría si la naturaleza se traga todo. 

El arte beneficia a las plantas, a los animales. Es producto de la mente del hombre y si desaparece el hombre desaparece también. Entonces es ese vacío de pensar: «huevón, este planeta no nos necesita para sobrevivir». O sea si no existiéramos le haríamos un gran favor a todos los demás. Una sola especie le haría favor a millones desapareciendo, ¿cachai? En ese sentido me parece interesante entender el arte mismo como parte de algo que desaparece cuando desaparece el hombre, o sea libros que nadie va a leer, cuadros que nadie va a ver.

 

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