Gráfica

Arte en Valparaíso: Recorriendo el Museo Universitario del Grabado

Por: Paula Bustamante SM | Publicado: 05.05.2022
Arte en Valparaíso: Recorriendo el Museo Universitario del Grabado |
Lo positivo de subir cerros al visitar Valparaíso es que en la esquina que te canses, puedes sentarte a contemplar un mural para recuperar el aliento. Me detengo en algún punto de Almirante Montt. No hay mucho viento y cae una temperatura templada sobre la costa.

La obra en la vereda del frente se levanta orgullosa en un edificio azul, entre celestes y luces, homenajeando a Vincent Van Gogh y su noche estrellada. Me pregunto cómo un museo tradicional puede competir con una ciudad que es una exposición en sí misma.

Retomo mi camino con esa pregunta vibrando cada vez más fuerte, mientras comienzan a asomarse edificios coloridos y pinturas enormes, una tras otras, envolviendo el ambiente en algo que a veces se siente como el arte.  Otras, simplemente parece una porción de Valparaíso demasiado impecable. 

Un espacio único para el grabado

Aunque quizás Cerro Alegre es el lugar preciso para que se levante una casa llena de reliquias propias, una puerta a un pedacito de cultura, el reciente Museo Universitario del Grabado (MUG) es un espacio único en Chile y Latinoamérica. Tiene una colección de más de nueve mil grabados de diferentes artistas que dejaron su legado a la Universidad de Playa Ancha

Sede del MUG en Cerro Alegre

Sede del MUG en Cerro Alegre

Las subidas parecen eternas, pero una vez en Cerro Alegre no es difícil encontrar la entrada del lugar. Pasillos vacíos dan la bienvenida, sigo avanzando hasta toparme con el primer grabado. Un poco más allá, se oyen unas voces que indican que es el lugar correcto.

En una especie de descanso adornado con obras variadas, destaca una placa informativa en el fondo de la sala. Explica que la enseñanza del grabado se desarrolla en espacios formales de educación como el universitario, o bien, en lugares no formales como en talleres de grabadores. “La enseñanza formal del grabado la fijamos en 1931 en el Taller de Artes Gráficas de la Escuela de Artes Aplicadas de la Facultad de Arte de la Universidad de Chile a cargo de Marco Aurelio Bontá”, declara el texto. 

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Hacia al fondo está la primera sala, avanzó despacio para no perturbar el silencio que reina en el museo. Cerca del cuadro de la entrada, unas siluetas se mueven dentro de la habitación. Probablemente son los dueños de las voces. Se pasean entre las obras atentos, quizás analizando, quizás simplemente mirando. Es una pareja joven, cada uno con una mochila en su espalda y un par de bolsas. Parecen estudiantes enviados por sus profesores para hacer una tarea.

El río cambia el curso en ese punto y nadie lo percibe dice el cuadro frente a mí. Una litografía de Virginia Vizcaíno. Esqueletos de pescado sobre la figura de una persona en las sombras, hundiéndose en la oscuridad, viviendo sobre lo que parece ser una pelvis expuesta y ensangrentada. También puede ser un esqueleto flotando en alta mar. Imágenes sobre imágenes que entran diferentes en los ojos de quien mira. 

El salón se llama Pilar Domínguez Fuenzalida, en honor a quién inició la conservación y catalogación del legado que Carlos Hermosilla donó la Universidad de Playa Ancha, el que actualmente constituye el Fondo de Artes que se exhibe en el MUG. Este lugar representa los tres espacios de enseñanza del grabado: las carreras de Pedagogía en Artes Plásticas y Licenciatura en Arte, y las dos escuelas de bellas artes municipales de Viña del Mar y Valparaíso.

Museo Universitario de Grabado

Museo Universitario de Grabado

Recorro mirando detenidamente las obras, las que incluyen técnicas como xilografía, agua fuerte o litografía. Algunos trabajos exhiben paisajes detallados, con una profundidad creada trazo a trazo. Otros muestran imágenes más ambiguas, pero con una disposición igualmente magnética. 

En busca de conocimiento o creatividad

Mientras contemplo un cuadro de Ismael Díaz, escucho nuevas voces. “Mira, este está bueno”, dice uno de los jóvenes, un poco más ruidoso que la pareja anterior. “Rojo, amarillo, blanco, negro. Está pulento, es como si tuviera profundidad”, comenta uno de sus acompañantes. Definitivamente estudiantes. No es tan loco pensar que este edificio puede ser un centro de reunión para jóvenes artistas en busca de conocimiento o creatividad. La convivencia del pasado y el presente.

En la sección de al lado, está la exposición de grabados en metal. Un trabajo minucioso, piezas que invitan a tocarlas para sentir cada uno de los relieves marcados por la paciencia de los artistas. La habitación es iluminada por amplias ventanas con vista a la costa. Desde aquí, Valparaíso parece una obra más del museo. La habitación inundada de azul brillante, invitando a dejarse caer en el asiento puesto estratégicamente para contemplar la ciudad.

 

La siguiente sala se encuentra desocupada. Los estudiantes con su propio recorrido, ya no se escuchan en las cercanías. En soledad, me quedo en el medio de la habitación mirando como las obras destacan en las paredes amplias y pulcras. No hay ningún sonido, pero el lugar está lleno de conversaciones. Mientras me acerco al cuadro que retrata a Salvador Allende, se me ocurre que los museos son silencios que gritan muy fuerte.

La placa de este espacio dice que la primera escuela de grabado nació en Viña del Mar en el año 1939, bajo la dirección de Carlos Hermosilla Álvarez. El artista fue profesor de dibujo y grabado, ilustrador de revistas, gestor de exposiciones y también desarrolló una producción literaria importante. “De las obras distribuidas en esta sala, en parte son representativas lo que se ha caracterizado como imaginario popular, pero además se encuentra una vertiente de índice de abstracción”, señala la descripción.

Mientras subo al segundo piso, me pregunto si el MUG logrará ser un centro que una a la gente común con el arte y la investigación. El rector de la Universidad de Playa Ancha, Patricio Sanhueza, así lo señala en UPLA TV: “(El museo) permite justamente que investigadores puedan hacer un trabajo de rescatar, difundir, estudiar y comparar obras de distinta naturaleza (…) y a su vez este espacio permite que se junte la sociedad en venir a compartir, a conversar sobre lo que muestra”.

Gemas nacionales y latinamericanas

Sigo con mi paseo solitario, observando detalles creados a partir de una plancha de madera o metal. Me parece que este lugar es valioso sin importar cuál sea el propósito de la visita. Un espacio para perderse observando cuadros. Un encuentro íntimo, mediado por el esfuerzo de quienes aportaron a la creación de esta iniciativa universitaria llena de gemas nacionales y latinoamericanas.

“Estamos cumpliendo con la misión de ser un museo universitario, porque generamos conocimiento, abrimos las puertas a la investigación, pero también nosotros hacemos nuestras propias investigaciones con lo cual le podemos aportar al conocimiento del grabado en la historia del Arte en Chile”, indica también a UPLATV la directora del museo, María Teresa Devia.

Mientras paseo por las salas Nemesio Antúnez y Patricia Israel, oigo subir a los jóvenes que me topé más temprano. Por un momento, los escucho opinar respecto de algunas obras –las que en estos salones poseen diferentes técnicas, poéticas e iconografías–, para luego sentir un movimiento de mochilas. Se están tomando fotos. Sonrío. Yo también tengo varias. Guardo el teléfono. De todas maneras, no le hacen justicia a lo que vi.

Bajo al primer piso y vuelve a darme la bienvenida la entrada vacía. Ha sido una visita semisolitaria, pero no por eso menos entretenida. A la salida me pregunto por qué mi primer pensamiento fue sobre una competencia hipotética.  Son instancias completamente distintas, lejanas la una de la otra observa. Al final, esta ciudad es eso, el alojo de expresiones artísticas diversas. Espacios escondidos repletos de arte vivo.

Esta crónica fue producida en el Diplomado de Periodismo Cultural, Crítica y Edición de Libros del Instituto de la Comunicación e Imagen, Universidad de Chile
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